En los años 40, 50 y 60, Valledupar era un villorrio, con sus casitas de bahareque, hojas da cal y canto y sus tejas coloradas, para entonces era normal ver caminar y retozar en algunos sitios especiales a decenas de personas que venían a ofrecer su mano de obra para la recolección de café y de algodón.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara
En los años 40, 50 y 60, Valledupar era un villorrio, con sus casitas de bahareque, hojas da cal y canto y sus tejas coloradas, para entonces era normal ver caminar y retozar en algunos sitios especiales a decenas de personas que venían a ofrecer su mano de obra para la recolección de café y de algodón.
Los dueños de finca pasaban por lo que hoy es ‘La Galería’, o por la zona del parque ‘El Viajero’ y sin más ni más, sin contratos ni afiliación a ARL ni EPS ni nada de eso, llenaban el carro de estos hombres y mujeres para que les dieran una manito con el trabajo que requería de gente honesta y trabajadora.
Para entonces, también vino gente que se enamoró de este valle acogedor y virgen en emprendimientos; recoge hoy en un calendario de AVIVA, amigos del viejo Valledupar, nuestra distinguida amiga, doña Mary Saurith de Ortega a doce pioneros que ayudaron a forjar el desarrollo socioeconómico del ‘Valle de Upar’
Gente como; Luis Antonio Sierra Gutiérrez, Alois Vicent Gebauer Hanel, Ana Cecilia Castro de Castro, Augusto Manuel Cárdenas Castellanos, Avelino Romero, Alba María Torres ‘Bicha’, Joaquín Campo Maya, Luis Ricardo Saurith, Pedro Carvajal Arias, Rubén Emilio Argote Reales, Valentín Quintero Rengifo, Jacob Moisés Luque García.
Con ellos llegaron trabajo y progreso, bienestar para las familias pues devengaban un sustento para suplir necesidades en el hogar; y se montaron talleres, fábricas, hoteles, droguerías, almacenes y cacharrerías.
Y se hicieron popular el taller ‘Los Alemanes’, Farmacia Sonia, taller Saurith, café y hielo ‘Don Vale’, el hotel ‘Vajamar’ hotel ‘Buenos Aires’ cacharrería ‘La Sorpresa’ la fábrica de hielo y gaseosas ‘Guatapurí’ Casa Rear, entre muchos otros.
Eran otros tiempos, en los cuales la gente venida de otros lares llegaba a aportarle a Valledupar, llegaba a construir, a darle una semblanza de pueblo promisorio, que se igualara con otras ciudades del otrora ‘Magdalena Grande’ de este caribe macondiano.
Nuestra aldea se convirtió, gracias a estos hombres y mujeres, en una ciudad pequeña que pedía espacios en el panorama nacional y de allí en el año 1968, nace el pujante departamento del Cesar y su capital Valledupar. El decreto de su fundación se firma el 21 de diciembre del año 1967, siendo su primer gobernador el doctor Alfonso López Michelsen.
Había liderazgo, compromiso vallenato, la gente de aquí se iba a estudiar a otras ciudades o en el exterior, los que podían, y los que se quedaban se dedicaban a cultivar y labrar un mejor futuro. Se quería a Valledupar.
Hoy con tristeza vemos que todo ha cambiado, los que vienen llegan con la única misión de destruir, de robarse lo mínimo y lo máximo; carecemos de un liderazgo económico, político, social y cultural.
Los alcaldes, sin que se quede afuera ninguno de los últimos veinte años, por poner una fecha, han sido inoperantes, malos administradores, pésimos líderes que no estimulan a su población con el ejemplo, a cuidar la ciudad, a amarla. Pura figurita y nada de trabajo.
Aquí no limpian, ensucian; los que llegan no arreglan, dañan. El que viene llega pendiente de qué se puede robar y que me disculpen los poquitos, muy poquito, que llegan a trabajar, a construir.
Hoy lanzamos un SOS por Valledupar. Nos convertimos en un estado crítico, lamentablemente. Y lo peor, nadie dice nada. ‘Todo es un desorden’.
Sólo Eso.
En los años 40, 50 y 60, Valledupar era un villorrio, con sus casitas de bahareque, hojas da cal y canto y sus tejas coloradas, para entonces era normal ver caminar y retozar en algunos sitios especiales a decenas de personas que venían a ofrecer su mano de obra para la recolección de café y de algodón.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara
En los años 40, 50 y 60, Valledupar era un villorrio, con sus casitas de bahareque, hojas da cal y canto y sus tejas coloradas, para entonces era normal ver caminar y retozar en algunos sitios especiales a decenas de personas que venían a ofrecer su mano de obra para la recolección de café y de algodón.
Los dueños de finca pasaban por lo que hoy es ‘La Galería’, o por la zona del parque ‘El Viajero’ y sin más ni más, sin contratos ni afiliación a ARL ni EPS ni nada de eso, llenaban el carro de estos hombres y mujeres para que les dieran una manito con el trabajo que requería de gente honesta y trabajadora.
Para entonces, también vino gente que se enamoró de este valle acogedor y virgen en emprendimientos; recoge hoy en un calendario de AVIVA, amigos del viejo Valledupar, nuestra distinguida amiga, doña Mary Saurith de Ortega a doce pioneros que ayudaron a forjar el desarrollo socioeconómico del ‘Valle de Upar’
Gente como; Luis Antonio Sierra Gutiérrez, Alois Vicent Gebauer Hanel, Ana Cecilia Castro de Castro, Augusto Manuel Cárdenas Castellanos, Avelino Romero, Alba María Torres ‘Bicha’, Joaquín Campo Maya, Luis Ricardo Saurith, Pedro Carvajal Arias, Rubén Emilio Argote Reales, Valentín Quintero Rengifo, Jacob Moisés Luque García.
Con ellos llegaron trabajo y progreso, bienestar para las familias pues devengaban un sustento para suplir necesidades en el hogar; y se montaron talleres, fábricas, hoteles, droguerías, almacenes y cacharrerías.
Y se hicieron popular el taller ‘Los Alemanes’, Farmacia Sonia, taller Saurith, café y hielo ‘Don Vale’, el hotel ‘Vajamar’ hotel ‘Buenos Aires’ cacharrería ‘La Sorpresa’ la fábrica de hielo y gaseosas ‘Guatapurí’ Casa Rear, entre muchos otros.
Eran otros tiempos, en los cuales la gente venida de otros lares llegaba a aportarle a Valledupar, llegaba a construir, a darle una semblanza de pueblo promisorio, que se igualara con otras ciudades del otrora ‘Magdalena Grande’ de este caribe macondiano.
Nuestra aldea se convirtió, gracias a estos hombres y mujeres, en una ciudad pequeña que pedía espacios en el panorama nacional y de allí en el año 1968, nace el pujante departamento del Cesar y su capital Valledupar. El decreto de su fundación se firma el 21 de diciembre del año 1967, siendo su primer gobernador el doctor Alfonso López Michelsen.
Había liderazgo, compromiso vallenato, la gente de aquí se iba a estudiar a otras ciudades o en el exterior, los que podían, y los que se quedaban se dedicaban a cultivar y labrar un mejor futuro. Se quería a Valledupar.
Hoy con tristeza vemos que todo ha cambiado, los que vienen llegan con la única misión de destruir, de robarse lo mínimo y lo máximo; carecemos de un liderazgo económico, político, social y cultural.
Los alcaldes, sin que se quede afuera ninguno de los últimos veinte años, por poner una fecha, han sido inoperantes, malos administradores, pésimos líderes que no estimulan a su población con el ejemplo, a cuidar la ciudad, a amarla. Pura figurita y nada de trabajo.
Aquí no limpian, ensucian; los que llegan no arreglan, dañan. El que viene llega pendiente de qué se puede robar y que me disculpen los poquitos, muy poquito, que llegan a trabajar, a construir.
Hoy lanzamos un SOS por Valledupar. Nos convertimos en un estado crítico, lamentablemente. Y lo peor, nadie dice nada. ‘Todo es un desorden’.
Sólo Eso.