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Crónica - 24 marzo, 2018

Un encuentro íntimo con la naturaleza en la Escuela Ambiental

En Valledupar hay un espacio a orillas del río Guatapurí, especial para que los citadinos entren en contacto con variada flora de la región.

La Escuela Ambiental es una alternativa para entrar en contacto con la flora vallenata.Leonardo Alvarado/EL PILÓN
La Escuela Ambiental es una alternativa para entrar en contacto con la flora vallenata.Leonardo Alvarado/EL PILÓN
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El estruendo ruido del choque de las aguas frías del Guatapurí con las rocas ancladas en su cauce, se convierte en el sonido natural de su entorno.

No hay espacio para la monotonía ambiental. Retumba la onomatopeya del canto de los pájaros, mientras la sombra de un árbol de pereguetano contrasta con el inclemente sol, cuyos rayos caen perpendicularmente entre las aguas que brotan de un pequeño manantial.

Una hectárea y media envuelta en un adornado ecosistema, acompañado del inédito entorno artificial, es el escenario enajenado al vernáculo natural de un lugar que se convirtió en el más adecuado escenario para el contacto con la naturaleza en Valledupar.

La Escuela Ambiental colinda con una de las arterias fluviales más importante del Cesar. Están literalmente ‘agarrados de la mano’ para enriquecer el entorno que allí se vive. Una piscina natural, juegos didácticos de equilibrios y cuerdas un bosque nativo arropado por árboles de Cañaguate, Ceiba, pereguetano o jobo componen el ajuar silvestre del lugar creado hace 21 años como una alternativa funcional para respirar el aire limpio que baja del imponente Cerro Murillo.

Don Olmar Quintero Sanguino es el principal guardián del sitio emblemático. Conoce a fondo los secretos y lo útil que representa para la salud. “Esta es una alternativa para sacar al niño de las cuatro paredes, no concebimos una educación en tablero, ese es el eje de la Escuela Ambiental; el niño no puede cuidar la naturaleza sin interactuar con ella, debe tocarla para que se familiarice con ella”, dijo el ambientalista.

Baños terapéuticos, saunas, piscinas en lodo, flores y sal son las alternativas saludables para quienes visitan la Escuela Ambiental. “Los baños en sal en las piscinas naturales que acá tenemos sirven para bajar los iones positivos de nuestro cuerpo, acá todo es hecho con material reciclable, este material hay que aprovecharlo. Soy de las personas que lo que se compre hay que utilizarlo y reutilizarlo, por eso la mayoría de lo que aquí tenemos es hecho con estos elementos que a veces muchos desechan”, aseguró Olmar Quintero.

La Escuela Ambiental fue construida en un terreno donado por Fernando Matiz y según el encargado de la conservación del lugar, “acá hay un humedal surtido de las aguas de un manantial y representa muchos beneficios para la salud. Buscamos un predio con características especiales y gracias a Dios nuestra fundación recibió esta donación por parte de un particular. Tenemos la ventaja de estar a orillas del río Gutapurí, soy uno de los partidarios de que el río hay que respetarlo mas no limpiarlo, algunas veces hay que hacerlo, pero su limpieza depende de nosotros”, puntualizó.

En 2017 más de 12 mil personas visitaron la Escuela Ambiental de Valledupar, la cual está abierta sábados, domingos y festivos. Sin embargo, grupos extranjeros, estudiantes de colegios y universidades llegan al lugar en a mitad de semana para disfrutar del entorno natural que el mismo ofrece. Por lo menos 22 voluntarios trabajan en la conservación de la Escuela Ambiental.

En el transcurso del año el sitio es visitado por niños de instituciones educativas de otros municipios del Cesar, para su recreación e interacción con la naturaleza a manera de parque ecológico.

Greys Milena Cárcamo Maestre es una de las personas que frecuenta el sitio y aseguró que “el ambiente de tranquilidad que allí se vive es benéfico para la salud, debemos entrar en contacto con la naturaleza porque hay cosas de ella que desconocemos, además acá hay muchas piscinas de agua salada y baños terapéuticos que hay que aprovecharlos”.

Es el lugar donde se propicia la conservación de los valores del niño, a través del desarrollo de sus habilidades y capacidades para vivir su propia realidad; armonizando una vida progresista, con la preservación de su entorno físico, aprovechando todos los recursos del medio ambiente. Allí se realizan las actividades de convivencia y socialización ecológica, así como talleres de recuperación de materiales desechables, reelaboración de papel.

Nibaldo Bustamante/EL PILÓN

Crónica
24 marzo, 2018

Un encuentro íntimo con la naturaleza en la Escuela Ambiental

En Valledupar hay un espacio a orillas del río Guatapurí, especial para que los citadinos entren en contacto con variada flora de la región.


La Escuela Ambiental es una alternativa para entrar en contacto con la flora vallenata.Leonardo Alvarado/EL PILÓN
La Escuela Ambiental es una alternativa para entrar en contacto con la flora vallenata.Leonardo Alvarado/EL PILÓN
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El estruendo ruido del choque de las aguas frías del Guatapurí con las rocas ancladas en su cauce, se convierte en el sonido natural de su entorno.

No hay espacio para la monotonía ambiental. Retumba la onomatopeya del canto de los pájaros, mientras la sombra de un árbol de pereguetano contrasta con el inclemente sol, cuyos rayos caen perpendicularmente entre las aguas que brotan de un pequeño manantial.

Una hectárea y media envuelta en un adornado ecosistema, acompañado del inédito entorno artificial, es el escenario enajenado al vernáculo natural de un lugar que se convirtió en el más adecuado escenario para el contacto con la naturaleza en Valledupar.

La Escuela Ambiental colinda con una de las arterias fluviales más importante del Cesar. Están literalmente ‘agarrados de la mano’ para enriquecer el entorno que allí se vive. Una piscina natural, juegos didácticos de equilibrios y cuerdas un bosque nativo arropado por árboles de Cañaguate, Ceiba, pereguetano o jobo componen el ajuar silvestre del lugar creado hace 21 años como una alternativa funcional para respirar el aire limpio que baja del imponente Cerro Murillo.

Don Olmar Quintero Sanguino es el principal guardián del sitio emblemático. Conoce a fondo los secretos y lo útil que representa para la salud. “Esta es una alternativa para sacar al niño de las cuatro paredes, no concebimos una educación en tablero, ese es el eje de la Escuela Ambiental; el niño no puede cuidar la naturaleza sin interactuar con ella, debe tocarla para que se familiarice con ella”, dijo el ambientalista.

Baños terapéuticos, saunas, piscinas en lodo, flores y sal son las alternativas saludables para quienes visitan la Escuela Ambiental. “Los baños en sal en las piscinas naturales que acá tenemos sirven para bajar los iones positivos de nuestro cuerpo, acá todo es hecho con material reciclable, este material hay que aprovecharlo. Soy de las personas que lo que se compre hay que utilizarlo y reutilizarlo, por eso la mayoría de lo que aquí tenemos es hecho con estos elementos que a veces muchos desechan”, aseguró Olmar Quintero.

La Escuela Ambiental fue construida en un terreno donado por Fernando Matiz y según el encargado de la conservación del lugar, “acá hay un humedal surtido de las aguas de un manantial y representa muchos beneficios para la salud. Buscamos un predio con características especiales y gracias a Dios nuestra fundación recibió esta donación por parte de un particular. Tenemos la ventaja de estar a orillas del río Gutapurí, soy uno de los partidarios de que el río hay que respetarlo mas no limpiarlo, algunas veces hay que hacerlo, pero su limpieza depende de nosotros”, puntualizó.

En 2017 más de 12 mil personas visitaron la Escuela Ambiental de Valledupar, la cual está abierta sábados, domingos y festivos. Sin embargo, grupos extranjeros, estudiantes de colegios y universidades llegan al lugar en a mitad de semana para disfrutar del entorno natural que el mismo ofrece. Por lo menos 22 voluntarios trabajan en la conservación de la Escuela Ambiental.

En el transcurso del año el sitio es visitado por niños de instituciones educativas de otros municipios del Cesar, para su recreación e interacción con la naturaleza a manera de parque ecológico.

Greys Milena Cárcamo Maestre es una de las personas que frecuenta el sitio y aseguró que “el ambiente de tranquilidad que allí se vive es benéfico para la salud, debemos entrar en contacto con la naturaleza porque hay cosas de ella que desconocemos, además acá hay muchas piscinas de agua salada y baños terapéuticos que hay que aprovecharlos”.

Es el lugar donde se propicia la conservación de los valores del niño, a través del desarrollo de sus habilidades y capacidades para vivir su propia realidad; armonizando una vida progresista, con la preservación de su entorno físico, aprovechando todos los recursos del medio ambiente. Allí se realizan las actividades de convivencia y socialización ecológica, así como talleres de recuperación de materiales desechables, reelaboración de papel.

Nibaldo Bustamante/EL PILÓN