La verdadera entrega, aquella que nos hará decir como San Pablo, no es la de nuestra vida exterior, sino la del interior, de la voluntad. Nuestra alma es el asiento de nuestra personalidad, es nuestra identidad, lo que nosotros somos.
“Entonces Jesús, respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís…” San Mateo 20:22 Como en la situación de los hermanos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo; cuando tratando de usar las influencias de su madre, quisieron ocupar posiciones de privilegio en el Reino; también nosotros, en ocasiones nos desubicamos y tenemos momentos de confusión en nuestras vidas.
Esencial es lo perteneciente a la esencia, lo que corresponde a la naturaleza de las cosas; es lo permanente e invariable en ellas, lo que el ser es. Es lo principal, lo substancial, lo notable.
La desilusión es la pérdida de la ilusión, el desencanto, el desengaño. Es estar descontento porque los proyectos han fracasado. Es ese abatimiento que surge cuando los planes, sueños e ilusiones se estrellan ante la realidad de la vida.
Todos los días la parca nos da un batatazo que nos parte el alma y destroza el corazón y hoy nos toca llorar por la muerte de Mireya Araujo Noguera.
“Porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá” San Mateo 7:2
“… pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del Tabernáculo” Éxodo 33:11
¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? Joel 2:17
“Y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” San Mateo 28:20
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él”. San Juan 2:11
“Pero Yahvé desencadenó un viento tempestuoso sobre el mar, y se desencadenó una borrasca tan violenta que el barco amenazaba naufragar”
Es muy importante atesorar y meditar las promesas del Señor para nuestras vidas. El valor que le concedemos a la voz de Dios es lo que determina el grado de atracción de esas promesas a nuestras vidas.