En este orden de ideas, nos cuestionamos acerca de la real voluntad de paz y de sometimiento por parte de la insurgencia y demás estructuras delincuenciales que tanto daño causan al país.
Los procesos de paz con las organizaciones guerrilleras y paramilitares han sido, en el mejor de los casos, inestables.
La Paz total, hasta ahora, ha fracasado. Desde la dirigencia política, como desde la academia, se han manifestado las coincidentes críticas frente a la gestión del ejecutivo. Esperamos que se recupere la iniciativa política y militar para evitar lo que dice el analista Felipe Zuleta, en Blu Radio...
Impedirle a la Fuerza Pública operar contra los violentos mientras ellos siguen delinquiendo es abiertamente inconstitucional porque, por un lado, no permite que cumplan con sus funciones y, por el otro, deja indefensos a los civiles.
El señalado delincuente, quien vestía de camuflaje y tenía fusil, murió en un enfrentamiento en el barrio Las Américas de Pelaya con la Fuerza Pública.
El congresista criticó la política de Paz Total del Gobierno Nacional.
Si hay alguna motivación que despierte mayor esperanza en la humanidad es hablar de paz, máxime si se ha vivido en guerra.
El primer pecado es no entender que los violentos solo se desarman cuando concluyen que el costo de la violencia es mayor al de desmovilizarse.
La política de la paz total del Gobierno nacional que busca desmovilizar a todos los grupos armados es una buena intención sin método, sin rumbo claro y sin futuro.
La Paz Total concebida por el presidente Petro cabalga sobre los filosos lomos del narcotráfico. Esta ocurrencia no es de ahora, es de vieja data.
El acuerdo de paz de Santos, más que un acuerdo de paz fue uno con las Farc; trajo de un lado de la moneda la desmovilización del grueso de una guerrilla, pero del otro, nos dejó un país polarizado, fracturado y dividido: la mitad en el No y la otra en el Sí del plebiscito. […]
Si algún video pudiera registrar qué es para nosotros la paz total mostraría simbólicamente a los ciudadanos Ricardo Palmera y Rodrigo Tovar caminando tranquilamente por las calles del centro de su ciudad, Valledupar, sin escoltas, hablando espontáneamente con la gente, después de años en laberintos de hierros, paredes y privaciones, a causa de su desbordado protagonismo en el infierno de la violencia de Colombia.
Antonio García afirmó que no creen en la idea de una paz total, porque las guerras son necesarias.
Un concepto cuyo contenido no sabemos todavía a qué sabe y cómo se cocina.