Esta mañana cuando entre a la casa de mi amigo para buscar un balón, medio curiosidad ver a su mamá con una bata que se tornada enrojecida y muy manchada.
En un encuentro entre amigas María y Samara, su confidencial desde el primer grado, María le contó sobre una decisión tomada, Samara le responde: “es tu decisión nadie lo debe cambiar”.
Érase una vez en una provincia muy apartada, una familia de tres hijos, cuyos padres se dedicaban a las labores del campo.