“Yo recojo todas las influencias que recibo de mi medio, todas las presencias que me agitan o me atemorizan, y las voy llevando al texto poético”, pensamiento del poeta.
Para Diomedes, la literatura era una obsesión que compartía con el oficio de abogado y la provinciana tradición de los gallos y los caballos. Para la gran mayoría de sus contertulios era un gallero que se jugaba en la valla la victoria y la agonía.
No bien había amanecido cuando a través del hilo telefónico me dieron la noticia del atentado contra él, a quien sus asesinos a mansalva y amparados en la penumbra de la hora esperaron en las inmediaciones de su casa.