Con la música de los territorios, no sé por qué, ese afán de intervenirla, de cambiarla, de fusionarla, de reemplazarla; lo más grave es que se hace el intento por parte de exponentes jóvenes, del seno de la misma comunidad que la practica y que dicen defenderla.
Considero que hay que cambiar la estrategia, y comenzar un movimiento en el Cesar y esos otros departamentos, que acogiéndose al artículo 321 de La Constitución Política de Colombia se organicen en provincias.
En algún momento de los años 80s estas danzas, esta cultura riana, se embarcó sobre alguna balsa de esas que formaban con grandes trozas de madera virgen, magistralmente llevadas por los balseros hacia Barranquilla, y se aposentaron en ese puerto maravilloso de gentes de mente abierta.
Es un hecho innegable y lo reconocemos: somos cesarenses, pero no vallenatos; nos gusta la música de acordeón, la parrandeamos, nos gustan algunos cantos, pero lo nuestro son las tamboras.
Ser un territorio de aguas hace que sea la pesca uno de los renglones más socorridos de la economía de sus pobladores. Precisamente, lo de la abundancia de caños humedales y ciénagas y el abandono tradicional del gobierno central han dificultado por largos años la construcción de vías carreteables.