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Columnista - 30 mayo, 2013

¿Silvester o Silvestre?

Desprevenidamente miraba y no observaba en las glorietas y avenidas de Valledupar sendas vallas que anuncian la inminencia de una novena batalla; avisos agresivos en los que resalta la foto desafiante de un artista con gafas oscurasy uniforme camuflado portando una poderosa arma de guerra.

Boton Wpp

Raúl Bermúdez Márquez

Desprevenidamente miraba y no observaba en las glorietas y avenidas de Valledupar sendas vallas que anuncian la inminencia de una novena batalla; avisos agresivos en los que resalta la foto desafiante de un artista con gafas oscurasy uniforme camuflado portando una poderosa arma de guerra.

Inicialmente creí que se trataba de la promoción de una nueva película de Silvester Stallone que después de tres filmes sobre “Los mercenarios” y cinco sobre “Rambo” se aprestaba ahora a librar “la 9° batalla”. Caí en la cuenta del error cuando en un centro comercial de la ciudad un escolar de unos 14 años le exclamaba a otro ante la misma imagen: “¡Que se atecen Piter y Martín Elías, porque van a llevá es bazuca!” Reparé en la publicidad y comprobé que el de la foto no era Silvester Stallone, sino Silvestre Dangond.

A su lado, Rolando Ochoa, no con un acordeón, sino con otro fierro. ¿Para qué semejante parafernalia? ¿Qué consecuencias puede tener para el inconsciente colectivo estos llamados subliminales a la violencia? ¿En tiempo de negociación política del conflicto interno,–con buenas noticias sobre acuerdos en el difícil tema agrario-, qué sentido tiene acudir a la guerra como recurso publicitario? Si en verdad se trata de una producción que busca una ruptura con el vallenato “plástico”, ¿por qué mejor no le rindió homenaje a aquellos juglares que hicieron historia con sus canciones y que a pesar de sus piquerias siempre dieron ejemplo de convivencia pacífica y compadrazgo, como el viejo Emiliano y Morales? ¿Por qué esa incongruencia entre el sentir, el pensar y el hacer? Son varios de los interrogantes que se agolparon en mi cabeza al ser testigo de la actitud camorrera reflejada en esos muchachos que,Dios no lo quiera así, si se exacerba y generaliza en la muchedumbre que se espera asistaal lanzamiento en el Parque de la Leyenda, podría generar un lamentableproblema de orden público.

En sulibrosobre la Psicología de Masas, Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, demuestra que la gente puede unirseo dividirse, entre otras razones, porque elijanun líder como ideal del yo, se identifiquen con él y por tanto se identifican entre sí,–si coinciden-, o se dividenentre sí –si difieren-.Algunos argumentarán que se trata de una estrategia publicitaria. Pero el fin no justifica los medios.

Silvestre es un líder indiscutibley su pensamiento y obra puede suscitar expresiones colectivas para bien, o para mal.  Ojalá en un acto de sensatez entienda que el estruendo de la guerra jamás podrá armonizarse con la sublime sensación de escuchar un buen canto vallenato. 

Columnista
30 mayo, 2013

¿Silvester o Silvestre?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Desprevenidamente miraba y no observaba en las glorietas y avenidas de Valledupar sendas vallas que anuncian la inminencia de una novena batalla; avisos agresivos en los que resalta la foto desafiante de un artista con gafas oscurasy uniforme camuflado portando una poderosa arma de guerra.


Raúl Bermúdez Márquez

Desprevenidamente miraba y no observaba en las glorietas y avenidas de Valledupar sendas vallas que anuncian la inminencia de una novena batalla; avisos agresivos en los que resalta la foto desafiante de un artista con gafas oscurasy uniforme camuflado portando una poderosa arma de guerra.

Inicialmente creí que se trataba de la promoción de una nueva película de Silvester Stallone que después de tres filmes sobre “Los mercenarios” y cinco sobre “Rambo” se aprestaba ahora a librar “la 9° batalla”. Caí en la cuenta del error cuando en un centro comercial de la ciudad un escolar de unos 14 años le exclamaba a otro ante la misma imagen: “¡Que se atecen Piter y Martín Elías, porque van a llevá es bazuca!” Reparé en la publicidad y comprobé que el de la foto no era Silvester Stallone, sino Silvestre Dangond.

A su lado, Rolando Ochoa, no con un acordeón, sino con otro fierro. ¿Para qué semejante parafernalia? ¿Qué consecuencias puede tener para el inconsciente colectivo estos llamados subliminales a la violencia? ¿En tiempo de negociación política del conflicto interno,–con buenas noticias sobre acuerdos en el difícil tema agrario-, qué sentido tiene acudir a la guerra como recurso publicitario? Si en verdad se trata de una producción que busca una ruptura con el vallenato “plástico”, ¿por qué mejor no le rindió homenaje a aquellos juglares que hicieron historia con sus canciones y que a pesar de sus piquerias siempre dieron ejemplo de convivencia pacífica y compadrazgo, como el viejo Emiliano y Morales? ¿Por qué esa incongruencia entre el sentir, el pensar y el hacer? Son varios de los interrogantes que se agolparon en mi cabeza al ser testigo de la actitud camorrera reflejada en esos muchachos que,Dios no lo quiera así, si se exacerba y generaliza en la muchedumbre que se espera asistaal lanzamiento en el Parque de la Leyenda, podría generar un lamentableproblema de orden público.

En sulibrosobre la Psicología de Masas, Sigmund Freud, el padre del Psicoanálisis, demuestra que la gente puede unirseo dividirse, entre otras razones, porque elijanun líder como ideal del yo, se identifiquen con él y por tanto se identifican entre sí,–si coinciden-, o se dividenentre sí –si difieren-.Algunos argumentarán que se trata de una estrategia publicitaria. Pero el fin no justifica los medios.

Silvestre es un líder indiscutibley su pensamiento y obra puede suscitar expresiones colectivas para bien, o para mal.  Ojalá en un acto de sensatez entienda que el estruendo de la guerra jamás podrá armonizarse con la sublime sensación de escuchar un buen canto vallenato.