Muchas veces se ha dicho que el futbolista colombiano es conformista, porque mentalmente es afectado por las dificultades que debieron sortear en su etapa formativa. Francisco Maturana, considerado el reformador del fútbol colombiano, manifestó en los noventa: “se juega como se vive”, haciendo referencia a la crisis institucional del país.
Jorge Valdano, exjugador del Real Madrid, escritor y dirigente del fútbol, en una de sus conferencias, reflexionaba diciendo que el fútbol es un estado de ánimo que necesita de un componente mental para el logro de buenos resultados, tanto en lo deportivo como en lo personal.
Muchas veces se ha dicho que el futbolista colombiano es conformista, porque mentalmente es afectado por las dificultades que debieron sortear en su etapa formativa. Francisco Maturana, considerado el reformador del fútbol colombiano, manifestó en los noventa: “se juega como se vive”, haciendo referencia a la crisis institucional del país.
El fútbol es una historia distinta en cada partido, “es la única religión que no tiene ateos” y es generador de pasiones. El hincha disfruta de los triunfos del fútbol sin saber de táctica, y eventualmente, sin tener la capacidad de sostener el balón en sus pies haciendo jueguitos, pero es el principal acreedor del espectáculo de uno de los negocios más lucrativos del mundo. Ese condicionamiento reclama siempre la victoria y reprocha sin contemplación las derrotas.
Quizá sin considerar la necesidad de iniciar un proceso hacia el cambio de mentalidad del futbolista colombiano, los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol, contrataron al profesor José Néstor Pékerman. Como jugador el técnico argentino estuvo en el país, seguramente en su paso por el fútbol colombiano aprendió a conocer nuestra idiosincrasia.
Con Pékerman fuimos a los mundiales de Brasil en 2014 y Rusia 2018. En Brasil hicimos la mejor presentación en la historia de los mundiales, con el botín del máximo goleador, logrado por la mejor demostración futbolística de la carrera de James Rodríguez. Con esa hazaña corrió el rumor de que José Néstor Pékerman influyó muchísimo en el cambio de mentalidad de los jugadores y de los colombianos. Después de lo realizado en 2014, perder en la definición de penaltis contra Inglaterra en Rusia 2018, fue difícil de admitir.
Nuestros jugadores son extraordinarios, juegan en grandes clubes del mundo, allá procuran demostrar sus cualidades lográndolo la mayoría de las veces, sin embargo, la composición genética no olvida la cualidad de ser dispersos y frágiles de espíritu.
No todos logran lo hecho por James y Falcao. Aunado está la mediocridad de los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol, ellos tienen la facultad para traer y sacar técnicos, pero carecen de autocrítica, son inmunes a responder cuando hay fracaso deportivo. Son responsables de la inminente eliminación para el mundial de Catar, pues prescindieron de Pékerman para improvisar en la desventura de Queiroz, posterior víctima de la pícara “malicia indígena” fabricada por sus jugadores, que según se especula se dejaron ganar de Uruguay y Ecuador, para sacarlo.
Con Reinaldo Rueda retomamos el estado de ánimo perdedor, pese a la capacidad individual y vínculo multicultural de nuestros jugadores. Aunque remota hay una posibilidad de estar en el repechaje, comparto como muchos que una interinidad es necesaria, pero los árboles no deben tapar el bosque, nuestro fútbol requiere una profilaxis en toda su estructura, para que el pueblo colombiano tenga en su selección un bálsamo de alegría y una oportunidad de unión como logra hacerlo nuestra querida selección.
Por Luis Elquis Díaz
Muchas veces se ha dicho que el futbolista colombiano es conformista, porque mentalmente es afectado por las dificultades que debieron sortear en su etapa formativa. Francisco Maturana, considerado el reformador del fútbol colombiano, manifestó en los noventa: “se juega como se vive”, haciendo referencia a la crisis institucional del país.
Jorge Valdano, exjugador del Real Madrid, escritor y dirigente del fútbol, en una de sus conferencias, reflexionaba diciendo que el fútbol es un estado de ánimo que necesita de un componente mental para el logro de buenos resultados, tanto en lo deportivo como en lo personal.
Muchas veces se ha dicho que el futbolista colombiano es conformista, porque mentalmente es afectado por las dificultades que debieron sortear en su etapa formativa. Francisco Maturana, considerado el reformador del fútbol colombiano, manifestó en los noventa: “se juega como se vive”, haciendo referencia a la crisis institucional del país.
El fútbol es una historia distinta en cada partido, “es la única religión que no tiene ateos” y es generador de pasiones. El hincha disfruta de los triunfos del fútbol sin saber de táctica, y eventualmente, sin tener la capacidad de sostener el balón en sus pies haciendo jueguitos, pero es el principal acreedor del espectáculo de uno de los negocios más lucrativos del mundo. Ese condicionamiento reclama siempre la victoria y reprocha sin contemplación las derrotas.
Quizá sin considerar la necesidad de iniciar un proceso hacia el cambio de mentalidad del futbolista colombiano, los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol, contrataron al profesor José Néstor Pékerman. Como jugador el técnico argentino estuvo en el país, seguramente en su paso por el fútbol colombiano aprendió a conocer nuestra idiosincrasia.
Con Pékerman fuimos a los mundiales de Brasil en 2014 y Rusia 2018. En Brasil hicimos la mejor presentación en la historia de los mundiales, con el botín del máximo goleador, logrado por la mejor demostración futbolística de la carrera de James Rodríguez. Con esa hazaña corrió el rumor de que José Néstor Pékerman influyó muchísimo en el cambio de mentalidad de los jugadores y de los colombianos. Después de lo realizado en 2014, perder en la definición de penaltis contra Inglaterra en Rusia 2018, fue difícil de admitir.
Nuestros jugadores son extraordinarios, juegan en grandes clubes del mundo, allá procuran demostrar sus cualidades lográndolo la mayoría de las veces, sin embargo, la composición genética no olvida la cualidad de ser dispersos y frágiles de espíritu.
No todos logran lo hecho por James y Falcao. Aunado está la mediocridad de los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol, ellos tienen la facultad para traer y sacar técnicos, pero carecen de autocrítica, son inmunes a responder cuando hay fracaso deportivo. Son responsables de la inminente eliminación para el mundial de Catar, pues prescindieron de Pékerman para improvisar en la desventura de Queiroz, posterior víctima de la pícara “malicia indígena” fabricada por sus jugadores, que según se especula se dejaron ganar de Uruguay y Ecuador, para sacarlo.
Con Reinaldo Rueda retomamos el estado de ánimo perdedor, pese a la capacidad individual y vínculo multicultural de nuestros jugadores. Aunque remota hay una posibilidad de estar en el repechaje, comparto como muchos que una interinidad es necesaria, pero los árboles no deben tapar el bosque, nuestro fútbol requiere una profilaxis en toda su estructura, para que el pueblo colombiano tenga en su selección un bálsamo de alegría y una oportunidad de unión como logra hacerlo nuestra querida selección.
Por Luis Elquis Díaz