EL PILÓN presenta un resumen del último estudio realizado por Cesore para el PNUD, en el cual se analiza la realidad socioeconómica de la región Caribe antes y después de la pandemia. El informe completo lo puede encontrar en el portal web www.cesore.com.
Este viernes, un grupo de profesionales se dieron cita para analizar la pobreza y la desigualdad en la región Caribe colombiana, además de buscar respuesta a la pregunta: ¿Cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible?
Lee también: Una guía para pensar un Cesar pos-carbon y pos-pandemia
Durante el evento se presentaron los resultados del estudio ‘Pobreza y desigualdad en la región Caribe colombiana ¿Cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible?’, un documento construido por el Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. A continuación EL PILÓN presenta un resumen.
La región Caribe agrupa el 22,4 % de la población, participa en el 15,2 % del PIB, pero tiene el 29 % de los pobres y el 31,6 % de los pobres extremos del país, dos cifras preocupantes. Al ser una región diversa, los departamentos guardan algunas diferencias sociodemográficas. Por ejemplo, en La Guajira más del 50 % de la población vive en áreas rurales, mientras en Atlántico sólo el 5 %.
En el documento expuesto, los investigadores resaltaron que la heterogeneidad del Caribe se evidencia en su población étnica: “En La Guajira casi la mitad de sus habitantes (47,6 %) se identifica como población indígena, con una proporción importante en Córdoba y Sucre (13 y 12 %, respectivamente), mientras que Bolívar, Cesar y San Andrés concentran el mayor número de población afrocolombiana (16 %, 13 % y 13 %, en su orden)”.
Revela el documento que para el 2019, Atlántico y Bolívar concentraron cerca del 55 % del producto interno bruto (PIB) de la zona y se destacaron por las participaciones balanceadas por ramas de actividad. Del otro lado aparecen el Cesar y La Guajira, donde más del 40 % del PIB lo constituye la actividad carbonífera.
Por eso, concluyeron los investigadores, Cesar y La Guajira son los departamentos de la región Caribe que más dependen de actividades primarias, como la agricultura y explotación minera, mientras que Bolívar y Atlántico son los que más concentran actividades secundarias (industrias manufactureras y construcción).
En un paralelo entre cifras previas y posteriores a la pandemia, el informe de 36 páginas resalta que para el 2019, el Cesar era el departamento con la tasa más alta de desempleo (13,2 %), mientras que Bolívar tenía la tasa más baja, con un 5 %, de la región Caribe.
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En materia de género, es claro que el desempleo golpea con más fuerza a las mujeres, las cuales sufren de forma más evidente “la imposibilidad de conseguir un empleo: el caso más dramático es el Cesar, en donde la tasa de desempleo femenino alcanzaba el 19,6 %, es decir, una diferencia de 10,6 puntos porcentuales respecto al desempleo de los hombres, que fue del 9 %”.
Al contrario, afirman, “Bolívar, Atlántico y La Guajira tienen la menor brecha de desempleo por sexo (4,1, 5,2 y 6,1 %, respectivamente). Así pues, es posible esperar que las mujeres, e incluso más los hogares con jefatura femenina, se encuentren en mayor situación de pobreza debido a que pueden acceder menos a vacantes con las cuales generar ingresos”. Conclusión desalentadora.
Según las cifras de pobreza monetaria en Colombia, para el año 2019, el Caribe registraba altos porcentajes, al punto que todos los departamentos de la región, a excepción del Atlántico, se encontraban por encima del promedio nacional, sin contar que tres de ellos están dentro de los cinco con mayor incidencia de la pobreza.
“Desafortunadamente, estas cifras no son una novedad, pero sí muestran la ineficacia de las políticas públicas en la zona para disminuir la pobreza y evitar el desarrollo desigual del país”, concluye el estudio hecho por Cesore para el PNUD.
Esos resultados desalentadores son similares para las cifras de pobreza extrema. Los datos señalan que todos los departamentos de la región Caribe, otra vez a excepción del Atlántico, se encuentran por encima del promedio nacional en pobreza extrema. De hecho, para el 2019 el Atlántico tenía la menor incidencia de este tipo de pobreza entre todos los departamentos del país. Al contrario, de los cinco con mayor incidencia de pobreza extrema, tres eran del Caribe.
Además de las miles de muertes que ha causado, el covid-19 podría destruir algunos avances socioeconómicos alcanzados en la región Caribe. Señala el estudio que ante la heterogeneidad de la región, se espera que los efectos de la crisis “sobre la incidencia de pobreza sean más importantes en unos departamentos que en otros”.
En ese sentido, una de las principales conclusiones es que la caída del ingreso ha pesado más en el aumento de la pobreza que la pérdida de empleos. Sin embargo, lo más interesante, recalcan, “es notar que Atlántico, Sucre y Cesar son los departamentos que más han sentido los efectos de la crisis, mientras que La Guajira ha sido el menos afectado“.
Allí se hace un paralelo entre dos departamentos: “Para el caso del Atlántico, la incidencia de la pobreza aumentaría en 6 puntos porcentuales (p. p.) debido a las pérdidas de empleos, mientras que crecería en 9 p. p. por la caída de los ingresos laborales de las personas que siguieron empleadas. Así pues, en el Atlántico, sin la intervención del Gobierno, la incidencia de la pobreza presentaría un crecimiento total de 13,4 p. p., contrario al otro extremo que ocurriría en La Guajira, con un crecimiento de 7,7 p. p. en total”.
¿Por qué estos resultados? La hipótesis de los investigadores señala que es posible que las diferencias se deban a que los impactos de la pandemia se han concentrado en las zonas urbanas, “mientras que en las rurales el impacto de los confinamientos ha sido casi nulo (la contracción de la oferta) y solo puede trasladarse a estas economías la caída de la demanda ocasionada por la crisis”.
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Un aspecto sensible y que requiere atención urgente de las autoridades es la pobreza extrema. Indica el estudio que respecto a la pobreza extrema, sería mayor el efecto de la caída de los empleos que de los ingresos, lo cual muestra que “muy probablemente los trabajos que se perdieron durante el 2020 estuvieron concentrados en las poblaciones más vulnerables debido a la alta informalidad y a la imposibilidad de trabajar desde los hogares”. En este caso, el aumento de la pobreza extrema se daría con mayor fuerza en La Guajira y el Cesar.
Ante el encierro, y la consecuente pérdida de empleos e ingresos, el papel del Gobierno es clave en la lucha para evitar que más hogares caigan en la pobreza. En ese sentido, el estudio muestra que en La Guajira la crisis habría producido un incremento de la incidencia de 7,7 p. p., pero los programas estatales (giros) lograrían amortiguar 6,6 p. p. del cambio, es decir, “que aproximadamente el 85 % del efecto de la pandemia en la pobreza se pudo haber evitado mediante transferencias a los hogares en medio del confinamiento y durante la recuperación económica del segundo semestre del 2020”.
Al contrario, los departamentos que menos lograrían amortiguar la crisis, a través de las transferencias del Gobierno central, serían Atlántico, Magdalena y Cesar, “que parecieran ser los más damnificados con la pandemia en cuanto a pobreza monetaria, pero que también recibieron menos nuevos subsidios en proporción al número de pobres (entre otras cosas porque tenían mayores coberturas sociales, lo que implica menores beneficiarios de Ingreso Solidario)”.
Al final, el estudio señala cómo quedó la región en materia socioeconómica. Los datos indican que la región Caribe para el 2020 tendría 826.928 nuevos pobres a causa de la pandemia, lo que resultaría en un total de cerca de 6.000.000 de personas en situación de pobreza, “lo cual representa una incidencia del 52,2 %, es decir, más de la mitad de los caribeños habrían quedado en situación de pobreza después de la crisis del COVID-19”.
En términos del escalafón de la incidencia de pobreza, La Guajira seguiría liderando la región, seguido ahora muy de cerca por Magdalena, Cesar, Sucre y Córdoba. “Las características étnicas y poblacionales, la estructura productiva y el mercado laboral de los departamentos de la región Caribe muestran que no es un territorio homogéneo y que, por tanto, necesita políticas, estrategias y proyectos específicos que se adapten a las condiciones y al área de cada departamento”, concluyó el estudio.
El informe completo lo puede encontrar en el portal web www.cesore.com.
Por Redacción EL PILÓN/CESORE.
EL PILÓN presenta un resumen del último estudio realizado por Cesore para el PNUD, en el cual se analiza la realidad socioeconómica de la región Caribe antes y después de la pandemia. El informe completo lo puede encontrar en el portal web www.cesore.com.
Este viernes, un grupo de profesionales se dieron cita para analizar la pobreza y la desigualdad en la región Caribe colombiana, además de buscar respuesta a la pregunta: ¿Cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible?
Lee también: Una guía para pensar un Cesar pos-carbon y pos-pandemia
Durante el evento se presentaron los resultados del estudio ‘Pobreza y desigualdad en la región Caribe colombiana ¿Cómo recuperar la senda del desarrollo sostenible?’, un documento construido por el Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. A continuación EL PILÓN presenta un resumen.
La región Caribe agrupa el 22,4 % de la población, participa en el 15,2 % del PIB, pero tiene el 29 % de los pobres y el 31,6 % de los pobres extremos del país, dos cifras preocupantes. Al ser una región diversa, los departamentos guardan algunas diferencias sociodemográficas. Por ejemplo, en La Guajira más del 50 % de la población vive en áreas rurales, mientras en Atlántico sólo el 5 %.
En el documento expuesto, los investigadores resaltaron que la heterogeneidad del Caribe se evidencia en su población étnica: “En La Guajira casi la mitad de sus habitantes (47,6 %) se identifica como población indígena, con una proporción importante en Córdoba y Sucre (13 y 12 %, respectivamente), mientras que Bolívar, Cesar y San Andrés concentran el mayor número de población afrocolombiana (16 %, 13 % y 13 %, en su orden)”.
Revela el documento que para el 2019, Atlántico y Bolívar concentraron cerca del 55 % del producto interno bruto (PIB) de la zona y se destacaron por las participaciones balanceadas por ramas de actividad. Del otro lado aparecen el Cesar y La Guajira, donde más del 40 % del PIB lo constituye la actividad carbonífera.
Por eso, concluyeron los investigadores, Cesar y La Guajira son los departamentos de la región Caribe que más dependen de actividades primarias, como la agricultura y explotación minera, mientras que Bolívar y Atlántico son los que más concentran actividades secundarias (industrias manufactureras y construcción).
En un paralelo entre cifras previas y posteriores a la pandemia, el informe de 36 páginas resalta que para el 2019, el Cesar era el departamento con la tasa más alta de desempleo (13,2 %), mientras que Bolívar tenía la tasa más baja, con un 5 %, de la región Caribe.
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En materia de género, es claro que el desempleo golpea con más fuerza a las mujeres, las cuales sufren de forma más evidente “la imposibilidad de conseguir un empleo: el caso más dramático es el Cesar, en donde la tasa de desempleo femenino alcanzaba el 19,6 %, es decir, una diferencia de 10,6 puntos porcentuales respecto al desempleo de los hombres, que fue del 9 %”.
Al contrario, afirman, “Bolívar, Atlántico y La Guajira tienen la menor brecha de desempleo por sexo (4,1, 5,2 y 6,1 %, respectivamente). Así pues, es posible esperar que las mujeres, e incluso más los hogares con jefatura femenina, se encuentren en mayor situación de pobreza debido a que pueden acceder menos a vacantes con las cuales generar ingresos”. Conclusión desalentadora.
Según las cifras de pobreza monetaria en Colombia, para el año 2019, el Caribe registraba altos porcentajes, al punto que todos los departamentos de la región, a excepción del Atlántico, se encontraban por encima del promedio nacional, sin contar que tres de ellos están dentro de los cinco con mayor incidencia de la pobreza.
“Desafortunadamente, estas cifras no son una novedad, pero sí muestran la ineficacia de las políticas públicas en la zona para disminuir la pobreza y evitar el desarrollo desigual del país”, concluye el estudio hecho por Cesore para el PNUD.
Esos resultados desalentadores son similares para las cifras de pobreza extrema. Los datos señalan que todos los departamentos de la región Caribe, otra vez a excepción del Atlántico, se encuentran por encima del promedio nacional en pobreza extrema. De hecho, para el 2019 el Atlántico tenía la menor incidencia de este tipo de pobreza entre todos los departamentos del país. Al contrario, de los cinco con mayor incidencia de pobreza extrema, tres eran del Caribe.
Además de las miles de muertes que ha causado, el covid-19 podría destruir algunos avances socioeconómicos alcanzados en la región Caribe. Señala el estudio que ante la heterogeneidad de la región, se espera que los efectos de la crisis “sobre la incidencia de pobreza sean más importantes en unos departamentos que en otros”.
En ese sentido, una de las principales conclusiones es que la caída del ingreso ha pesado más en el aumento de la pobreza que la pérdida de empleos. Sin embargo, lo más interesante, recalcan, “es notar que Atlántico, Sucre y Cesar son los departamentos que más han sentido los efectos de la crisis, mientras que La Guajira ha sido el menos afectado“.
Allí se hace un paralelo entre dos departamentos: “Para el caso del Atlántico, la incidencia de la pobreza aumentaría en 6 puntos porcentuales (p. p.) debido a las pérdidas de empleos, mientras que crecería en 9 p. p. por la caída de los ingresos laborales de las personas que siguieron empleadas. Así pues, en el Atlántico, sin la intervención del Gobierno, la incidencia de la pobreza presentaría un crecimiento total de 13,4 p. p., contrario al otro extremo que ocurriría en La Guajira, con un crecimiento de 7,7 p. p. en total”.
¿Por qué estos resultados? La hipótesis de los investigadores señala que es posible que las diferencias se deban a que los impactos de la pandemia se han concentrado en las zonas urbanas, “mientras que en las rurales el impacto de los confinamientos ha sido casi nulo (la contracción de la oferta) y solo puede trasladarse a estas economías la caída de la demanda ocasionada por la crisis”.
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Un aspecto sensible y que requiere atención urgente de las autoridades es la pobreza extrema. Indica el estudio que respecto a la pobreza extrema, sería mayor el efecto de la caída de los empleos que de los ingresos, lo cual muestra que “muy probablemente los trabajos que se perdieron durante el 2020 estuvieron concentrados en las poblaciones más vulnerables debido a la alta informalidad y a la imposibilidad de trabajar desde los hogares”. En este caso, el aumento de la pobreza extrema se daría con mayor fuerza en La Guajira y el Cesar.
Ante el encierro, y la consecuente pérdida de empleos e ingresos, el papel del Gobierno es clave en la lucha para evitar que más hogares caigan en la pobreza. En ese sentido, el estudio muestra que en La Guajira la crisis habría producido un incremento de la incidencia de 7,7 p. p., pero los programas estatales (giros) lograrían amortiguar 6,6 p. p. del cambio, es decir, “que aproximadamente el 85 % del efecto de la pandemia en la pobreza se pudo haber evitado mediante transferencias a los hogares en medio del confinamiento y durante la recuperación económica del segundo semestre del 2020”.
Al contrario, los departamentos que menos lograrían amortiguar la crisis, a través de las transferencias del Gobierno central, serían Atlántico, Magdalena y Cesar, “que parecieran ser los más damnificados con la pandemia en cuanto a pobreza monetaria, pero que también recibieron menos nuevos subsidios en proporción al número de pobres (entre otras cosas porque tenían mayores coberturas sociales, lo que implica menores beneficiarios de Ingreso Solidario)”.
Al final, el estudio señala cómo quedó la región en materia socioeconómica. Los datos indican que la región Caribe para el 2020 tendría 826.928 nuevos pobres a causa de la pandemia, lo que resultaría en un total de cerca de 6.000.000 de personas en situación de pobreza, “lo cual representa una incidencia del 52,2 %, es decir, más de la mitad de los caribeños habrían quedado en situación de pobreza después de la crisis del COVID-19”.
En términos del escalafón de la incidencia de pobreza, La Guajira seguiría liderando la región, seguido ahora muy de cerca por Magdalena, Cesar, Sucre y Córdoba. “Las características étnicas y poblacionales, la estructura productiva y el mercado laboral de los departamentos de la región Caribe muestran que no es un territorio homogéneo y que, por tanto, necesita políticas, estrategias y proyectos específicos que se adapten a las condiciones y al área de cada departamento”, concluyó el estudio.
El informe completo lo puede encontrar en el portal web www.cesore.com.
Por Redacción EL PILÓN/CESORE.