Los últimos acontecimientos de La Habana nos indican que está cerca un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y el proscrito grupo de la Farc, pacto que el mundo aplaude y que Colombia recibe con gran alborozo. Las causas de tan prolongado desangre fratricida, que ha sufrido nuestro país, más que ninguna otra región […]
Los últimos acontecimientos de La Habana nos indican que está cerca un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y el proscrito grupo de la Farc, pacto que el mundo aplaude y que Colombia recibe con gran alborozo.
Las causas de tan prolongado desangre fratricida, que ha sufrido nuestro país, más que ninguna otra región en el mundo, siempre fue denunciado por nuestros músicos en diferentes épocas con canciones, que en algunas ocasiones les costó el veto del gobierno, emisoras de radio, televisión y disqueras corruptas, que se enriquecieron a costas del usufructo autoral y del derecho del interprete.
De las primeras canciones que se conocieron a través de la fonografía, que denuncian el atropello contra el campesinado, lo hace el compositor Armando Zabaleta en la canción ‘La reforma Agraria’, aprobada por el congreso elegido para ese periodo, 66- 70, que el compositor desaprobó, por considerarla inequitativa, él la grabó en su voz, con el acordeón de ‘Chema’ Martínez Argote, este canto sufrió la censura del gobierno de Carlos Lleras Restrepo, quien mandó a recoger los pocos discos que se imprimieron, pero la gente se las ingenió para escucharla, se vendieron 500 copias.
Leandro Díaz, quien sufrió el rigor de la pobreza y la discriminación, inclusive de su propia familia, por su ancestro campesino y su ceguera, propagó a todo el mundo su malestar paupérrimo que aún siguen viviendo millones de colombianos, a través de su canto ‘Soy’, en la que dice ser amigo del labrador, “que mal le pagan por su trabajo, que en carne propia sufre el dolor, igual que a mí, me han explotado también”.
Este clamor de Leandro llegó hasta Miami, desde allí la agrupación musical de salsa ‘La Charanga América’, la divulgó al mundo, ya la habíamos conocido en estilo del ‘Doble Poder’, Ismael Rudas y Daniel Celedón.
Luego vino el compositor antioqueño Gildardo Montoya, muy polifacético, con mucha alma vallenata, le dijo a Dios en su canción ‘Plegaria vallenata’, que el de aritmética nada sabía, porque había repartido muy mal la plata, que el colegio donde había estudiado era de muy mala calidad, porque a unos les había dado tanto y a otros nada, hay mucha gente que vende su sangre para poder vivir, aquí conocimos este canto, ‘Plegaria vallenata’, en su primera versión por ‘El combo de las Estrellas’ de Medellín y el canto del sabanero Jairo Paternina, Alejo Durán, Enrique Díaz y Pastor López de Venezuela hicieron cada uno una excelente versión.
“El eco del alma de una pobre mujer clama, para que su marido campesino traiga a sus hijos algo que comer, mira la estampa de ese campesino, sus ojos brillan de anhelo”, es una de las estrofas de la canción ‘Plegaria del campesino’, que presentó Hernando Marín al Festival Vallenato en 1975, fue descalificada por el jurado, el cual consideró que fue plagio de la canción de ‘Plegaria vallenata”, que era un éxito nacional para esos días, Marín la grabó ese mismo año cantando con el conjunto de Alfredo Gutiérrez.
Los últimos acontecimientos de La Habana nos indican que está cerca un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y el proscrito grupo de la Farc, pacto que el mundo aplaude y que Colombia recibe con gran alborozo. Las causas de tan prolongado desangre fratricida, que ha sufrido nuestro país, más que ninguna otra región […]
Los últimos acontecimientos de La Habana nos indican que está cerca un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y el proscrito grupo de la Farc, pacto que el mundo aplaude y que Colombia recibe con gran alborozo.
Las causas de tan prolongado desangre fratricida, que ha sufrido nuestro país, más que ninguna otra región en el mundo, siempre fue denunciado por nuestros músicos en diferentes épocas con canciones, que en algunas ocasiones les costó el veto del gobierno, emisoras de radio, televisión y disqueras corruptas, que se enriquecieron a costas del usufructo autoral y del derecho del interprete.
De las primeras canciones que se conocieron a través de la fonografía, que denuncian el atropello contra el campesinado, lo hace el compositor Armando Zabaleta en la canción ‘La reforma Agraria’, aprobada por el congreso elegido para ese periodo, 66- 70, que el compositor desaprobó, por considerarla inequitativa, él la grabó en su voz, con el acordeón de ‘Chema’ Martínez Argote, este canto sufrió la censura del gobierno de Carlos Lleras Restrepo, quien mandó a recoger los pocos discos que se imprimieron, pero la gente se las ingenió para escucharla, se vendieron 500 copias.
Leandro Díaz, quien sufrió el rigor de la pobreza y la discriminación, inclusive de su propia familia, por su ancestro campesino y su ceguera, propagó a todo el mundo su malestar paupérrimo que aún siguen viviendo millones de colombianos, a través de su canto ‘Soy’, en la que dice ser amigo del labrador, “que mal le pagan por su trabajo, que en carne propia sufre el dolor, igual que a mí, me han explotado también”.
Este clamor de Leandro llegó hasta Miami, desde allí la agrupación musical de salsa ‘La Charanga América’, la divulgó al mundo, ya la habíamos conocido en estilo del ‘Doble Poder’, Ismael Rudas y Daniel Celedón.
Luego vino el compositor antioqueño Gildardo Montoya, muy polifacético, con mucha alma vallenata, le dijo a Dios en su canción ‘Plegaria vallenata’, que el de aritmética nada sabía, porque había repartido muy mal la plata, que el colegio donde había estudiado era de muy mala calidad, porque a unos les había dado tanto y a otros nada, hay mucha gente que vende su sangre para poder vivir, aquí conocimos este canto, ‘Plegaria vallenata’, en su primera versión por ‘El combo de las Estrellas’ de Medellín y el canto del sabanero Jairo Paternina, Alejo Durán, Enrique Díaz y Pastor López de Venezuela hicieron cada uno una excelente versión.
“El eco del alma de una pobre mujer clama, para que su marido campesino traiga a sus hijos algo que comer, mira la estampa de ese campesino, sus ojos brillan de anhelo”, es una de las estrofas de la canción ‘Plegaria del campesino’, que presentó Hernando Marín al Festival Vallenato en 1975, fue descalificada por el jurado, el cual consideró que fue plagio de la canción de ‘Plegaria vallenata”, que era un éxito nacional para esos días, Marín la grabó ese mismo año cantando con el conjunto de Alfredo Gutiérrez.