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Columnista - 11 septiembre, 2013

Partidos políticos Vs problemas nacionales

Durante los últimos paros no gremiales de este año, vividos por el país, y que pusieron a prueba la frágil institucionalidad colombiana, la moda fue la ausencia total de los partidos políticos y agremiaciones de los sectores en paro; ninguno de ellos fijó su posición frente a la validez o no de las reclamaciones hechas por las bases, sin intermediaciones gremiales y/o partidistas; ninguno de estos se atrevió a condenarlas o apoyarlas públicamente, excepto el Polo, si mal no recuerdo, que lo hizo como partido y algunas individualidades de la derecha, que veían en los paros una plataforma de lucha o de desestabilización.

Boton Wpp

Por Luis Napoleón de Armas P.

Durante los últimos paros no gremiales de este año, vividos por el país, y que pusieron a prueba la frágil institucionalidad colombiana, la moda fue la ausencia total de los partidos políticos y agremiaciones de los sectores en paro; ninguno de ellos fijó su posición frente a la validez o no de las reclamaciones hechas por las bases, sin intermediaciones gremiales y/o partidistas; ninguno de estos se atrevió a condenarlas o apoyarlas públicamente, excepto el Polo, si mal no recuerdo, que lo hizo como partido y algunas individualidades de la derecha, que veían en los paros una plataforma de lucha o de desestabilización.

El dilema no tenía solución política puesto que casi todos los partidos hacen parte de la “unidad nacional”: si apoyaban, tendrían que revisar su inclusión en la partija mecánica, exponiéndose a las sanciones burocráticas derivadas, so penade verse macartizados al lado de la marcha patriótica y de otros grupos no bien vistos por el Establecimiento y esto sería un sacrilegio; si no lo hacían, sobre todo los conservadores, tendrían la posibilidad de perder votos en las próximas elecciones, ya que los paros, en su mayoría, ocurrieron en zonas manejadas por la derecha y sectores del uribo-paraquismo a manera de francotiradores.

Esta fue la prueba de ácido para partidos, gremios y hasta de sindicatos burocratizados; las elecciones están muy cerca como para arriesgar feudos.

Aquí se confirmó, si a alguien le quedan dudas, que los partidos y sindicatos  colombianos no tienen ideología que les den unas razones para mantenerse como tales y saber cuales causas sociales deben defender.

Todo es un mecanicismo político y electorero, son máquinas de ganar o robar elecciones, con altas inversiones  e inmensas posibilidades de manipulación y chantaje electoral.

Ya los vemos y oímos preparándose para esa gran fiesta donde se gastarán por anticipado las próximas vigencias del  presupuesto nacional. Suelen ser los mismos, con el mismo disfraz o con nuevas viandas pero “te conozco capuchón”.

Hay que reconocer, sin embargo, que voces aisladas de alguno que otro partido, al menos opinaron. Plausible es la posición de respaldo total del parlamentario boyacense Carlos Amaya, el mas joven del congreso, miembro del partido verde, quien asumió su rol de campesino y acompañó las marchas en su departamento.

Esto es ser consecuente. En el Cesar no hay campesinos ni gremios y mucho menos partidos. Pensaron, mas por pena que por convicción, organizar una caminata de solidaridad a Bosconia pero la abortaron. [email protected]

 

Columnista
11 septiembre, 2013

Partidos políticos Vs problemas nacionales

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El Pilón

Durante los últimos paros no gremiales de este año, vividos por el país, y que pusieron a prueba la frágil institucionalidad colombiana, la moda fue la ausencia total de los partidos políticos y agremiaciones de los sectores en paro; ninguno de ellos fijó su posición frente a la validez o no de las reclamaciones hechas por las bases, sin intermediaciones gremiales y/o partidistas; ninguno de estos se atrevió a condenarlas o apoyarlas públicamente, excepto el Polo, si mal no recuerdo, que lo hizo como partido y algunas individualidades de la derecha, que veían en los paros una plataforma de lucha o de desestabilización.


Por Luis Napoleón de Armas P.

Durante los últimos paros no gremiales de este año, vividos por el país, y que pusieron a prueba la frágil institucionalidad colombiana, la moda fue la ausencia total de los partidos políticos y agremiaciones de los sectores en paro; ninguno de ellos fijó su posición frente a la validez o no de las reclamaciones hechas por las bases, sin intermediaciones gremiales y/o partidistas; ninguno de estos se atrevió a condenarlas o apoyarlas públicamente, excepto el Polo, si mal no recuerdo, que lo hizo como partido y algunas individualidades de la derecha, que veían en los paros una plataforma de lucha o de desestabilización.

El dilema no tenía solución política puesto que casi todos los partidos hacen parte de la “unidad nacional”: si apoyaban, tendrían que revisar su inclusión en la partija mecánica, exponiéndose a las sanciones burocráticas derivadas, so penade verse macartizados al lado de la marcha patriótica y de otros grupos no bien vistos por el Establecimiento y esto sería un sacrilegio; si no lo hacían, sobre todo los conservadores, tendrían la posibilidad de perder votos en las próximas elecciones, ya que los paros, en su mayoría, ocurrieron en zonas manejadas por la derecha y sectores del uribo-paraquismo a manera de francotiradores.

Esta fue la prueba de ácido para partidos, gremios y hasta de sindicatos burocratizados; las elecciones están muy cerca como para arriesgar feudos.

Aquí se confirmó, si a alguien le quedan dudas, que los partidos y sindicatos  colombianos no tienen ideología que les den unas razones para mantenerse como tales y saber cuales causas sociales deben defender.

Todo es un mecanicismo político y electorero, son máquinas de ganar o robar elecciones, con altas inversiones  e inmensas posibilidades de manipulación y chantaje electoral.

Ya los vemos y oímos preparándose para esa gran fiesta donde se gastarán por anticipado las próximas vigencias del  presupuesto nacional. Suelen ser los mismos, con el mismo disfraz o con nuevas viandas pero “te conozco capuchón”.

Hay que reconocer, sin embargo, que voces aisladas de alguno que otro partido, al menos opinaron. Plausible es la posición de respaldo total del parlamentario boyacense Carlos Amaya, el mas joven del congreso, miembro del partido verde, quien asumió su rol de campesino y acompañó las marchas en su departamento.

Esto es ser consecuente. En el Cesar no hay campesinos ni gremios y mucho menos partidos. Pensaron, mas por pena que por convicción, organizar una caminata de solidaridad a Bosconia pero la abortaron. [email protected]