Esta una frase, muy natural, que hemos conocido y pronunciado desde siempre… si las manzanas podridas no se sacan del costal donde están van a dañar a las otras, la selección debe ser una labor que debe iniciarse lo antes posible. Parafraseando, es la inclusión soterradamente mal intencionada de productos o elementos, dejándolos semiocultos o […]
Esta una frase, muy natural, que hemos conocido y pronunciado desde siempre… si las manzanas podridas no se sacan del costal donde están van a dañar a las otras, la selección debe ser una labor que debe iniciarse lo antes posible. Parafraseando, es la inclusión soterradamente mal intencionada de productos o elementos, dejándolos semiocultos o dificultando su verificación.
Muchos asentirán y estarán de acuerdo conmigo, lo vivieron, que cuando compraron un producto en caja o encostalado; al abrir, observamos productos de buena calidad, pero, de la mitad hacia abajo encontramos la mala fe, el engaño, productos podridos.
Por eso y más, encontraremos en este ciclo vital a individuos que les da igual ocho que ocho mil y que donde lleguen y permanezcan, entrarán a interferir, a actuar fuera de las funciones asignadas, dejando mal paradas o enlodando la imagen de cualquier institución, extendiendo sus tentáculos perversos.
Para muchos y así lo consideramos, las manzanas podridas deben ser identificadas, ubicadas y removidas. Preguntamos: ¿Por qué no se desvinculan? Las manzanas podridas las comparamos con los mandos intermedios que solo dificultan el andamiaje, enrarecen y desacreditan cualquier institución. Las manzanas podridas actúan de manera secreta, muchos las conocen, pero impera el silencio, orquestan hechos fuera del orden y no pasa nada. Ni ajustes, ni investigaciones con resultados. Aquí se rinde culto al dicho: “échale tierra y tapalo”.
Ante la crisis originada por esas manzanas podridas, que más parecieran unas vacas sagradas, no existe ente de control que las intervenga. Se consideran intocables.
Aunque, casi todas las personas están en condiciones o circunstancias, unas más que otras, de cometer una conducta anómala o fraudulenta, solo algunas resuelven perpetrarla. De la intención a la acción existe un paso: la decisión. El ‘iter criminis’ (camino del crimen) lo transita un novato, neófito o un avezado delincuente, repitiéndolo muchas veces. Como criminólogo considero que cualquier individuo podría verse involucrado o lo involucran, ya sea por presión u órdenes, en una propuesta dolosa, de seguro le encontrará una justificación. Existe también el individuo que en cualquier oportunidad que se presente realizará actos indecorosos, fraudulentos, y no permitirá que sean penalizadas las manzanas podridas y además las encubre.
Las manzanas podridas erosionan lentamente el entorno, siempre existirán, se deben identificar, aislarlas y lo más importante no dejarnos contaminar; por el contrario, corresponder y con más ahínco, sobreponer la imagen y el propósito del ente o institución a la que hagamos parte.
La esperanza es ver una cosecha libre de plagas, virus, no contaminada. Se debe insistir y persistir; además, en creer y mantener valores y cada quien haciendo lo suyo con control constante e imparcial.
Esta una frase, muy natural, que hemos conocido y pronunciado desde siempre… si las manzanas podridas no se sacan del costal donde están van a dañar a las otras, la selección debe ser una labor que debe iniciarse lo antes posible. Parafraseando, es la inclusión soterradamente mal intencionada de productos o elementos, dejándolos semiocultos o […]
Esta una frase, muy natural, que hemos conocido y pronunciado desde siempre… si las manzanas podridas no se sacan del costal donde están van a dañar a las otras, la selección debe ser una labor que debe iniciarse lo antes posible. Parafraseando, es la inclusión soterradamente mal intencionada de productos o elementos, dejándolos semiocultos o dificultando su verificación.
Muchos asentirán y estarán de acuerdo conmigo, lo vivieron, que cuando compraron un producto en caja o encostalado; al abrir, observamos productos de buena calidad, pero, de la mitad hacia abajo encontramos la mala fe, el engaño, productos podridos.
Por eso y más, encontraremos en este ciclo vital a individuos que les da igual ocho que ocho mil y que donde lleguen y permanezcan, entrarán a interferir, a actuar fuera de las funciones asignadas, dejando mal paradas o enlodando la imagen de cualquier institución, extendiendo sus tentáculos perversos.
Para muchos y así lo consideramos, las manzanas podridas deben ser identificadas, ubicadas y removidas. Preguntamos: ¿Por qué no se desvinculan? Las manzanas podridas las comparamos con los mandos intermedios que solo dificultan el andamiaje, enrarecen y desacreditan cualquier institución. Las manzanas podridas actúan de manera secreta, muchos las conocen, pero impera el silencio, orquestan hechos fuera del orden y no pasa nada. Ni ajustes, ni investigaciones con resultados. Aquí se rinde culto al dicho: “échale tierra y tapalo”.
Ante la crisis originada por esas manzanas podridas, que más parecieran unas vacas sagradas, no existe ente de control que las intervenga. Se consideran intocables.
Aunque, casi todas las personas están en condiciones o circunstancias, unas más que otras, de cometer una conducta anómala o fraudulenta, solo algunas resuelven perpetrarla. De la intención a la acción existe un paso: la decisión. El ‘iter criminis’ (camino del crimen) lo transita un novato, neófito o un avezado delincuente, repitiéndolo muchas veces. Como criminólogo considero que cualquier individuo podría verse involucrado o lo involucran, ya sea por presión u órdenes, en una propuesta dolosa, de seguro le encontrará una justificación. Existe también el individuo que en cualquier oportunidad que se presente realizará actos indecorosos, fraudulentos, y no permitirá que sean penalizadas las manzanas podridas y además las encubre.
Las manzanas podridas erosionan lentamente el entorno, siempre existirán, se deben identificar, aislarlas y lo más importante no dejarnos contaminar; por el contrario, corresponder y con más ahínco, sobreponer la imagen y el propósito del ente o institución a la que hagamos parte.
La esperanza es ver una cosecha libre de plagas, virus, no contaminada. Se debe insistir y persistir; además, en creer y mantener valores y cada quien haciendo lo suyo con control constante e imparcial.