OPINIÓN

Valledupar, entre versos, callejones y eternidad

El Festival de la Leyenda Vallenata no es solo una fiesta, es el alma de Valledupar desbordado de amor, pasión musical y tradición.

Valledupar, entre versos, callejones y eternidad

Valledupar, entre versos, callejones y eternidad

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A pocos días de que Valledupar se engalane con música de acordeón, hagamos memoria del por qué esta gran fiesta honra al amor y alivia las penas del corazón. Viajemos al centro fundacional de nuestra ciudad, hoy conocido como el centro histórico: un lugar compuesto por la plaza, los palo e’ mango, la fantástica tarima ‘Francisco el Hombre’, las casas coloniales, y entre ellas, la riqueza de los callejones. Esos caminos angostos que fueron testigos de parrandas entre amigos, amores inolvidables e historias que aún perduran en el tiempo.

Basta con caminar por uno de ellos para escuchar, entre aplausos, los tan anhelados versos del amor-amor:

‘Este es el amor, amor,

el amor que me divierte,
cuando estoy en la parranda,

no me acuerdo de la muerte”.

Y si alzamos la mirada hacia los patios descubiertos de las casas más antiguas, todavía podemos imaginar, colgadas al sol, las faldas de piloneras: limpias, almidonadas y listas para el gran desfile anual.

También podemos apreciar, los incontables ensayos a cielo abierto de cada uno de los participantes del festival en sus diferentes categorías. Es realmente admirable la evolución histórica que ha sido tener un festival como este en la ciudad.

La majestuosidad de tal eventualidad no fue solamente obra de gestores como Rafael Escalona Martínez, Alfonso López Michelsen y Consuelo Araujo Noguera. Junto a ellos, a través de los años, cada participante, cada homenajeado y cada habitante de la provincia ha contribuido a que el festival proyecte a Valledupar ante el mundo como la auténtica casa del vallenato.

El Festival de la Leyenda Vallenata no es solo una fiesta, es el alma de Valledupar desbordado de amor, pasión musical y tradición. Y aunque podría durar todo lo que resta de mi vida halagando esta festividad, no me queda más que, con los brazos abiertos, recibirlos en Valledupar. Desde ya les pronostico: la mejor fiesta de sus vidas la vivirán en esta ciudad.

Ámenla, cuídenla, disfrútenla tanto como nosotros y así verán que el vallenato, perdurará en la eternidad.

¡Que viva Valledupar y que viva el Festival de la Leyenda Vallenata!

Por Ana Maria Santos Murgas

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