A finales del pasado mes de julio escribí una columna que se llamaba “¿Qué pasó con la ‘payola’?” en la cual rematé diciendo que ese tema ameritaba una segunda parte, pues uno de mis lectores más empedernido me llamó por estos días y me recordó el compromiso.
Lo que pasó con la payola es que se fue del todo, que lo más seguro es que sea para siempre, que, aunque hizo mucho daño, algunos artistas y gente de la radio aún la extrañan, yo definitivamente creo que la payola ya no va más y que definitivamente murió.
Para quienes no leyeron aquella primera entrega y no están familiarizados con la palabra payola, esta no es otra cosa que un anglicismo que significa algo así como: pagar para que la música suene.
En nuestra música vallenata tenemos muchos artistas que, conocida su excepcional calidad, la gente se pregunta cuál sería la causa para que no llegaran a ser más exitosos, así como hay otros de los que uno no encuentra la razón por la que ocurrió el fenómeno contrario. Es cierto que muchos le adjudican la culpa a la suerte y a causas extrañas que ocurren con la fama y el éxito, yo soy de los que cree que la payola tuvo mucha culpa en todo eso.
Reitero que la llegada del internet y las redes sociales aceleraron la muerte de la payola, precisamente cuando algunos analistas del tema clamábamos por su regulación por parte del Estado, es decir, que a la payola nadie la mató, la llegada del internet le agravó su enfermedad y las redes sociales la ayudaron a enterrar.
Aún me he encontrado con algunos artistas averiguando cómo hacen para sonar en las emisoras, preguntando a quién hay que pagarle y me imagino que no falta el que aún hace esas supuestas inversiones. También quedan rezagos de “payoleros” a los que ahora más bien llaman “patrulleros”. Recordemos que “payolero” se le llamó a aquel que recibe y no al que ofrece y entrega la payola.
Lo cierto es que a los “payoleros” les tocó buscar otros oficios, algunos mutaron a influencers, otros se volvieron empresarios de espectáculos musicales, en fin, se dieron cuenta que el oficio se acabó y como dice el adagio popular muerto el perro se acabó la sarna.
Pero el afán por ser exitoso continúa y es connatural al ser humano, luego entonces la búsqueda se trasladó a saber cuál de las redes sociales es la más efectiva no solo como vehículo para vender la música, sino como medio para ganar seguidores y fanáticos que conduzcan a que un artista sea requerido por el público y consecuentemente contratado por empresarios para eventos en vivo.
Es decir que el hecho de haber muerto la payola no significa que los artistas ya se hayan librado de invertir grandes sumas de dinero en campañas publicitarias, en estas épocas de las comunicaciones avanzadas y de la inteligencia artificial, lo que ocurre es que esos recursos pasaron a manos de empresarios mucho más poderosos que los tristemente llamados “payoleros”.
Colofón: Muchos colombianos aún ignoran que en lo que aún denominamos “El Magdalena grande”, es decir los departamentos Magdalena, Cesar y La Guajira existe una gran cultura por nuestra música vallenata y por el café, que tanto la Serranía del Perijá como nuestra Sierra Nevada producen café de calidad inigualable. Nuestro cantante Jorge Celedón ha lanzado su marca Ay Ombe Coffee con variedad de café que llevan el nombre de algunos de sus éxitos. Le faltó el “perijaleño” que promociona el maestro Rosendo Romero Ospino.
Por: Jorge Naín Ruiz Ditta





