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Quítate la coraza de quien siempre tiene que ser fuerte

Hay personas que aprendieron a sostener el mundo sin pedir ayuda, a sonreír cuando todo pesa, a decir “estoy bien” cuando por dentro se están desmoronando, personas que no se permiten quebrarse porque sienten que, si lo hacen, todo a su alrededor también se caerá. A esas personas quizás tú, quizás yo, quiero decirles hoy: quítate la coraza de quien siempre tiene que ser fuerte.

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Hay personas que aprendieron a sostener el mundo sin pedir ayuda, a sonreír cuando todo pesa, a decir “estoy bien” cuando por dentro se están desmoronando, personas que no se permiten quebrarse porque sienten que, si lo hacen, todo a su alrededor también se caerá. A esas personas quizás tú, quizás yo, quiero decirles hoy: quítate la coraza de quien siempre tiene que ser fuerte.

Ser fuerte no debería significar no sentir, pero a muchos nos enseñaron que la vulnerabilidad era debilidad, que llorar era sinónimo de perder el control, que pedir ayuda era molestar, y que mostrarse dolido era decepcionar a los demás. Entonces, nos volvimos buenos en aparentar, en decir “todo bien” mientras el alma pide una tregua; en sostener sonrisas como escudos y convertir el cansancio emocional en una rutina silenciosa.

Lo que pocos dicen es que sostener siempre el papel de “fuerte” también cansa, cansa física y emocionalmente, porque el cuerpo guarda lo que la voz calla: la presión en el pecho, el insomnio, la fatiga, los pensamientos que no paran.

Sin embargo, en medio de todo, la vida sigue exigiendo. Trabajo, familia, responsabilidades, expectativas, como si la fortaleza fuera un deber permanente, no una energía que también se agota. Detrás de cada persona que parece inquebrantable hay alguien que también necesita un abrazo, un descanso, un “te entiendo” y está bien, está bien no poder con todo, está bien no tener respuestas, está bien bajar la guardia y admitir que también necesitas cuidar de ti.

Quitar la coraza no es rendirse, es un acto de honestidad, es reconocer que, aunque puedas con mucho, no tienes por qué poder con todo, que la vida no se trata de resistirla entera, sino de vivirla con espacios para respirar, para llorar, para sentir, y eso, lejos de ser debilidad, es fortaleza emocional: la capacidad de ser humano sin miedo a serlo.

Hay quienes crecieron creyendo que, si mostraban sus heridas, serían una carga, que ser fuerte era sinónimo de no fallar, de no mostrar grietas, pero la realidad es otra: quienes más inspiran no son los que nunca caen, sino los que se atreven a levantarse una y otra vez, sin negar su dolor.

Permítete tener días en los que no puedes más, permítete soltar ese papel de salvador o de roca indestructible, a veces la mejor manera de seguir adelante es detenerse, llorar sin prisa, respirar y buscar a alguien que te escuche sin juzgar porque no estás hecho para ser invencible, estás hecho para sentir, para aprender, para sanar.

Ser fuerte no siempre se trata de resistir, a veces se trata de saber cuándo parar, cuándo pedir ayuda, cuándo decir “hoy no puedo” y hacerlo no te hace menos valiente; te hace más humano.

Así que, si hoy te sientes cansado, si sientes que estás cargando más de lo que puedes sostener, hazte un favor: baja los hombros, suelta el peso y quítate la coraza, no pasa nada si por un momento dejas de ser el que sostiene todo, no pasa nada si te das permiso de descansar, quizás descubras que al otro lado de esa coraza hay una versión más libre de ti, una que ya no necesita fingir que siempre puede, porque entendió que la verdadera fuerza no está en no caer, sino en permitirte ser, incluso, cuando no todo está bien.

Por: Daniela Rivera Orcasita.

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