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Gokú y la realidad que nos duele

En la serie Dragon Ball Z, Gokú es el guerrero que, con una voluntad inquebrantable, defiende su mundo de fuerzas que amenazan la paz. Su ciudad, un universo de fantasía, siempre renace después de cada batalla, porque la justicia, el trabajo en equipo y la fe en el bien prevalecen.

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En la serie Dragon Ball Z, Gokú es el guerrero que, con una voluntad inquebrantable, defiende su mundo de fuerzas que amenazan la paz. Su ciudad, un universo de fantasía, siempre renace después de cada batalla, porque la justicia, el trabajo en equipo y la fe en el bien prevalecen. Pero en Valledupar, hoy, el nombre de “Gokú” no evoca esperanza ni heroísmo, sino miedo. Lo pronuncian los delincuentes que se graban con armas, se autoproclaman dueños del territorio y desafían al Estado desde las sombras.

Esa diferencia resume un contraste doloroso: mientras en la ficción la fuerza se usa para proteger, en nuestra realidad se emplea para intimidar. Las recientes grabaciones que circulan en redes sociales, donde grupos armados amenazan a ciudadanos y celebran venganzas, son el espejo más crudo de un mal que se ha dejado crecer en nuestro municipio: el microtráfico. Este flagelo no solo alimenta la violencia, sino que recluta, corrompe y normaliza la violencia. Y aunque existan observatorios del delito y consejos de seguridad, de gran importancia sin duda, la respuesta debe ir más allá de los diagnósticos.  Hay que golpear el corazón económico de la criminalidad con inteligencia eficaz y acción coordinada.

El Plan Integral de Seguridad y Convivencia “Valledupar Segura y Sin Miedo” trazó una hoja de ruta. Pero los mapas no sirven si el territorio se pierde. La institucionalidad debe llegar ya a los barrios más vulnerables, a las zonas llamadas “prioritarias”, con oportunidades reales, formación para el trabajo, presencia policial legítima y justicia que no titubee. El hecho de que muchos de los asesinados tengan antecedentes no puede convertirse en excusa para la indiferencia. Cada muerto es una derrota social.

Y en este panorama, la justicia también tiene su batalla pendiente. El “vencimiento de términos” se ha vuelto el villano silencioso que libera culpables y destruye la confianza ciudadana y desmotiva a la fuerza pública que los captura. No puede seguir siendo el “premio” de la burocracia judicial ni el estatus o insignia de luchas ganadas, que envalentona y da más rango al delincuente dentro de su estructura.

La historia no está escrita. Así como en la serie de Gokú, las ciudades se levantan tras la destrucción, Valledupar también puede hacerlo. Pero no lo hará un héroe solitario, sino todos juntos, autoridades, empresarios, gremios, instituciones educativas, iglesias, medios y ciudadanos. La seguridad no se decreta, se construye con inteligencia, empatía y presencia.

¡Valledupar tiene con qué y con quiénes recuperar la seguridad!

Por: Ricardo Reyes.

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