Es gratificante llegar a escribir estas letras. ¿Cuántas veces lo has sentido tú también? ¿Cuántas veces te has detenido a agradecer, aun cuando el viento sopla en contra? Hoy escribo desde la gratitud, desde la reflexión, desde ese lugar íntimo donde las preguntas pesan más que las respuestas. Porque quizá no necesitamos más certezas, sino mejores interrogantes. ¿Qué hicimos con nuestros sueños? ¿Cuáles cuidamos con amor y cuáles dejamos dormir por miedo? ¿En qué momento confundimos esperar con no actuar?
Este 2025 ya se acabó. Se fue. ¿Te das cuenta? El pasado no lo podemos cambiar, por más que lo repasemos una y otra vez en la mente. ¿De qué serviría castigarnos por lo que no fue? 2026 aún no ha llegado, y tampoco podemos saber qué pasará. Entonces, ¿dónde estamos realmente? Solo aquí. Solo ahora. En este instante que respira contigo. ¿No será que la vida nos está pidiendo algo tan simple y tan difícil como habitar el presente?
Para mí, este año ha sido altamente bendecido. Y lo digo con humildad y gratitud. A pesar de tantas turbulencias, Dios siempre me acompañó. ¿Cuántas veces sentimos que todo se tambalea y, aun así, seguimos de pie? Mi empresa nunca se quedó sin trabajo, mi familia está completa y pude finalizar muchos procesos que parecían lejanos. Lancé mi libro. Viví dos noches intensas de la experiencia de motivación y propósito que Dios colocó en mi corazón. Desarrollamos más de 25 eventos privados en colegios, universidades y empresas.
Me gradué como administrador, terminé la especialización en gerencia de proyectos. Y sí, hubo muchas bendiciones más. ¿Fue suerte? ¿O fue compromiso sostenido en el tiempo?
Todo esto me recuerda algo esencial: la vida no es solo imaginar. Soñar es necesario, pero no suficiente. ¿Cuántos sueños se quedaron en la libreta, en la cabeza, en la conversación pendiente? Nos toca tomar acción. Nos toca caminar las metas. Nos toca mirar todo con gratitud y amor, incluso lo que dolió. Porque las metas son realizables cuando nos atrevemos a avanzar, aun con miedo, aun con dudas. ¿No es cierto que el paso más difícil siempre es el primero?
Y sé que, así como yo, tú también lograste muchas cosas este año. ¿Te has detenido a reconocerlas? La mayoría nació del compromiso, de levantarte cuando no había ganas, de insistir cuando parecía más fácil abandonar. Pero también es verdad que muchos sueños los aplazamos. Los dejamos tirados, olvidados, guardados, escondidos. ¿Por qué? ¿Miedo al fracaso? ¿Pereza? ¿Procrastinación? ¿O tal vez miedo al éxito y a la responsabilidad que trae?
Quiero que esta carta quiera ser una puerta. Una puerta de gratitud, pero también de honestidad contigo mismo. ¿Qué te debes? ¿Qué promesas te hiciste y no cumpliste? ¿Qué versión de ti está esperando que le des permiso para salir? Comprométete contigo, con tus sueños, con tus metas.
No desde la presión, sino desde el amor propio. No desde la culpa, sino desde la conciencia.
2026 viene cargado de sueños y anhelos, sí. Pero no llegará solo. Te necesita presente. Aquí. Ahora. Porque el mañana se construye con lo que haces hoy. ¿Estás listo para vivir despierto? ¿Estás dispuesto a actuar? ¿Te comprometes?
Atrévete a soñar… Pero también a trabajar por tus sueños, nos leemos luego, ‘El Rector’.





