Valiéndose de su memoria prodigiosa, Moisés Perea Manjarrez dedica sus días a contar historias del Valle de Upar.
ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
[email protected]
Con voz alta y firme, llama la atención de quien lo escucha, dando a conocer los acontecimientos de su tierra natal, recordando personajes o situaciones del pasado que marcaron historia, con el ánimo de conservar la tradición oral.
Todas sus historias son de su autoría, tiene cerca de 2.000, las cuales almacena en su mente como un valioso tesoro y luego las ‘desempolva’ para cautivar a su público. Aunque no las escribe, asegura que tiene el don de narrarlas tal cual, como el primer día de su creación.
“No escribo, soy malo para eso. Yo puedo memorizar rápidamente 500 cuentos en la cabeza; cada uno de ellos puede tener una duración de media hora”, manifestó el cuentero de 66 años, quien es invitado con frecuencia a eventos culturales de diferentes entidades de la ciudad, así como de los diferentes municipios del Cesar.
Agregando que “me gusta el gozo de la narrativa sana; soy un convencido de que la tradición oral es una herramienta que permite enriquecer a niños, jóvenes y adultos. Antes cuando no había medios televisivos o escritos, uno recurría a la oralidad, los hechos se trasmitían de oído en oído, de boca en boca, constituyéndose en una modalidad grabada en la memoria”.
Para Perea Manjarrez, el buen cuento debe ser respetuoso para que no exista la necesidad de rectificación y tener el ingrediente de la moraleja, propendiendo a que sea ejemplo de buenas conductas. “En mis cuentos no hay sangre, calumnias, críticas políticas, ni palabras groseras, son tradicionales, buscando alegrar e ilustrar a las personas”, enfatizó.
Este arte lo aprendió de su madre, quien para él era una gran narradora de acontecimientos. “Para contar cuentos no se necesita grado de escolaridad, sólo la capacidad para observar el entorno y relatar con todos los detalles posibles”, puntualizó.
Valiéndose de su memoria prodigiosa, Moisés Perea Manjarrez dedica sus días a contar historias del Valle de Upar.
ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
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Con voz alta y firme, llama la atención de quien lo escucha, dando a conocer los acontecimientos de su tierra natal, recordando personajes o situaciones del pasado que marcaron historia, con el ánimo de conservar la tradición oral.
Todas sus historias son de su autoría, tiene cerca de 2.000, las cuales almacena en su mente como un valioso tesoro y luego las ‘desempolva’ para cautivar a su público. Aunque no las escribe, asegura que tiene el don de narrarlas tal cual, como el primer día de su creación.
“No escribo, soy malo para eso. Yo puedo memorizar rápidamente 500 cuentos en la cabeza; cada uno de ellos puede tener una duración de media hora”, manifestó el cuentero de 66 años, quien es invitado con frecuencia a eventos culturales de diferentes entidades de la ciudad, así como de los diferentes municipios del Cesar.
Agregando que “me gusta el gozo de la narrativa sana; soy un convencido de que la tradición oral es una herramienta que permite enriquecer a niños, jóvenes y adultos. Antes cuando no había medios televisivos o escritos, uno recurría a la oralidad, los hechos se trasmitían de oído en oído, de boca en boca, constituyéndose en una modalidad grabada en la memoria”.
Para Perea Manjarrez, el buen cuento debe ser respetuoso para que no exista la necesidad de rectificación y tener el ingrediente de la moraleja, propendiendo a que sea ejemplo de buenas conductas. “En mis cuentos no hay sangre, calumnias, críticas políticas, ni palabras groseras, son tradicionales, buscando alegrar e ilustrar a las personas”, enfatizó.
Este arte lo aprendió de su madre, quien para él era una gran narradora de acontecimientos. “Para contar cuentos no se necesita grado de escolaridad, sólo la capacidad para observar el entorno y relatar con todos los detalles posibles”, puntualizó.