Es necesario aclarar que lo hago a la mujer de este departamento, por obvias razones, en el Cesar vivo y desde aquí observo ese aporte significativo que la mujer de esta tierra le brinda a la sociedad caribeña y al mundo.
“La mujer tiene el gran tesoro de dar vida, ternura, paz y alegría” esta es una frase del Papa Francisco con la cual rindo, justamente en esta fecha 8 de marzo, un homenaje a la mujer del departamento del Cesar.
Es necesario aclarar que lo hago a la mujer de este departamento, por obvias razones, en el Cesar vivo y desde aquí observo ese aporte significativo que la mujer de esta tierra le brinda a la sociedad caribeña y al mundo.
Son mujeres sensibles, con grandes condiciones, intuitivas, generosas y entregadas por demás a sus quehaceres. Y no me refiero a las labores del hogar; en las cuales son, de verdad, las mejores. Me refiero al aporte que le hacen a la sociedad en el campo que desempeñen.
Desde el más humilde escenario geográfico, hasta el más encopetado; en cada uno de los veinticinco municipios del Cesar encontramos mujeres excepcionales: políticas, artistas plásticos, cantadoras; escritoras, maestras, madres cabeza de hogar, acordeoneras y cantantes de vallenato; abogadas, arquitectas, contadoras, administradoras de empresas y un sinnúmero de etcéteras.
A estas mujeres no les da miedo nada, cuidan a sus hijos, trabajan pero nunca pierden su gracia, su glamour y su vanidad; ahora dicen: “siempre divas, nunca indivas” y ustedes y yo sabemos por qué.
Esta mujer, baila, cocina, dirige, coordina, manda y seduce con su porte de dama altruista, bella y especial.
Así, con estas características las encuentras desde Valledupar hasta González, de Manaure a Pueblo Bello; cruzando los diferentes puntos cardinales y resaltan en cada uno por su responsabilidad y su aptitud.
Cito de manera especial una canción que interpretara Rafael Orozco, de ‘El Binomio de Oro’: “El talento en las mujeres, es lo que vale, y el fondo moral que tengan, recomendable/ que sea honesta, que sea buena y si es bonita mejor/ pero no es indispensable que sea hermosa, no señor”.
Sobre la mujer se ha escrito de manera especial, infinidades de canciones que resaltan sus cualidades de mujer extraordinaria: ¿Qué hubiera escrito Neruda, qué habría pintado Picasso? si no existieran musas como ustedes.
Hoy dejo sentado que la mujer cesarense cumple con todas esas condiciones de nuestra región caribeña; esa mujer colombiana que recoge variedad de culturas y se dibujan en las mujeres de Gamarra, de Tamalameque, de La Gloria, de Chimichagua, con sabor a río; a tambora, a ‘pescao frito’, a fandango y chandé; o la gracia infinita de esas mujeres de Río de Oro, González, San Martín, San Alberto.
Las calidades y enjundia laboral de las mujeres de La Paz, Manaure, San Diego, Codazzi, Becerril, La Jagua, Chiriguaná, Curumaní, Pailitas y Pelaya. Esas mujeres de entrega y condiciones de emprendimiento como las mujeres de Aguachica, son clásicas.
Encontramos a las mujeres de Bosconia, El Paso, Astrea, El Copey, esa combinación especial que hay en la mujer indígena y blanca, esas mestizas de Pueblo Bello y toda la Sierra Nevada.
Hay una combinación especial de tierra, ríos, serranía, valle y altiplanos; montañas y zonas indígenas que nos reflejan mujeres de todos los colores y fragancias. De bonito andar, de majestuosos cuerpos, de cabellos sedosos y crespos; piel blanca y una mezcla especial de negras y morenas. Son hermosas.
Mi homenaje es para ustedes, mujeres del Cesar, se lo merecen; de hoy y para siempre. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega
Es necesario aclarar que lo hago a la mujer de este departamento, por obvias razones, en el Cesar vivo y desde aquí observo ese aporte significativo que la mujer de esta tierra le brinda a la sociedad caribeña y al mundo.
“La mujer tiene el gran tesoro de dar vida, ternura, paz y alegría” esta es una frase del Papa Francisco con la cual rindo, justamente en esta fecha 8 de marzo, un homenaje a la mujer del departamento del Cesar.
Es necesario aclarar que lo hago a la mujer de este departamento, por obvias razones, en el Cesar vivo y desde aquí observo ese aporte significativo que la mujer de esta tierra le brinda a la sociedad caribeña y al mundo.
Son mujeres sensibles, con grandes condiciones, intuitivas, generosas y entregadas por demás a sus quehaceres. Y no me refiero a las labores del hogar; en las cuales son, de verdad, las mejores. Me refiero al aporte que le hacen a la sociedad en el campo que desempeñen.
Desde el más humilde escenario geográfico, hasta el más encopetado; en cada uno de los veinticinco municipios del Cesar encontramos mujeres excepcionales: políticas, artistas plásticos, cantadoras; escritoras, maestras, madres cabeza de hogar, acordeoneras y cantantes de vallenato; abogadas, arquitectas, contadoras, administradoras de empresas y un sinnúmero de etcéteras.
A estas mujeres no les da miedo nada, cuidan a sus hijos, trabajan pero nunca pierden su gracia, su glamour y su vanidad; ahora dicen: “siempre divas, nunca indivas” y ustedes y yo sabemos por qué.
Esta mujer, baila, cocina, dirige, coordina, manda y seduce con su porte de dama altruista, bella y especial.
Así, con estas características las encuentras desde Valledupar hasta González, de Manaure a Pueblo Bello; cruzando los diferentes puntos cardinales y resaltan en cada uno por su responsabilidad y su aptitud.
Cito de manera especial una canción que interpretara Rafael Orozco, de ‘El Binomio de Oro’: “El talento en las mujeres, es lo que vale, y el fondo moral que tengan, recomendable/ que sea honesta, que sea buena y si es bonita mejor/ pero no es indispensable que sea hermosa, no señor”.
Sobre la mujer se ha escrito de manera especial, infinidades de canciones que resaltan sus cualidades de mujer extraordinaria: ¿Qué hubiera escrito Neruda, qué habría pintado Picasso? si no existieran musas como ustedes.
Hoy dejo sentado que la mujer cesarense cumple con todas esas condiciones de nuestra región caribeña; esa mujer colombiana que recoge variedad de culturas y se dibujan en las mujeres de Gamarra, de Tamalameque, de La Gloria, de Chimichagua, con sabor a río; a tambora, a ‘pescao frito’, a fandango y chandé; o la gracia infinita de esas mujeres de Río de Oro, González, San Martín, San Alberto.
Las calidades y enjundia laboral de las mujeres de La Paz, Manaure, San Diego, Codazzi, Becerril, La Jagua, Chiriguaná, Curumaní, Pailitas y Pelaya. Esas mujeres de entrega y condiciones de emprendimiento como las mujeres de Aguachica, son clásicas.
Encontramos a las mujeres de Bosconia, El Paso, Astrea, El Copey, esa combinación especial que hay en la mujer indígena y blanca, esas mestizas de Pueblo Bello y toda la Sierra Nevada.
Hay una combinación especial de tierra, ríos, serranía, valle y altiplanos; montañas y zonas indígenas que nos reflejan mujeres de todos los colores y fragancias. De bonito andar, de majestuosos cuerpos, de cabellos sedosos y crespos; piel blanca y una mezcla especial de negras y morenas. Son hermosas.
Mi homenaje es para ustedes, mujeres del Cesar, se lo merecen; de hoy y para siempre. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega