En diálogo con EL PILÓN, Arredondo contó apartes de esta investigación socioeconómica de la región.
El economista guajiro José Luis Arredondo tardó 24 meses en elaborar su nuevo libro titulado ‘Minería a cielo abierto: Casos Cesar-Guajira. Un análisis comparativo y descriptivo. Viabilidad de la constitución de clústeres’, inspirado en los “dos mundos” de estos departamentos.
En diálogo con EL PILÓN, Arredondo contó apartes de esta investigación socioeconómica de la región.
Muchas personas se han dedicado a explorar la minería en el Cesar y La Guajira, ¿qué novedades trae esta obra?
Yo intenté ir mucho más allá de lo que se ha investigado y articular muchos aspectos, toqué uno que muy poco se ha tratado y es el contexto institucional, constitucional, de los departamentos en el que empezó a desarrollarse la minería. Las primeras concesiones en La Guajira empezaron a finales de la década de 1980 y en el Cesar fue una década después.
Abordé a cómo se compraron las tierras en esas épocas porque la minería requiere grandes espacios para desarrollarse como actividad productiva, a diferencia de la extracción de petróleo que puede darse en áreas muy pequeñas.
También hice el análisis de cómo se han afectado otros sectores que eran fundamentales, en los dos departamentos, antes de aparecer la minería…
Una similitud entre los departamentos es que reciben sus mayores ingresos de la minería, pero ¿qué diferencia encontró?
El Cesar se ha afectado menos con la minería, institucionalmente, porque su aparato administrativo responde mejor a los impactos negativos que puede generar la extracción de carbón en términos presupuestales y fiscales. Al Cesar le ha dado menos duro que a La Guajira en ese sentido.
En el caso de la responsabilidad social y empresarial de las empresas mineras, encontré que las concepciones sobre esta contribución son diferentes porque la empresa estadounidense que opera en el Cesar tiene que rendir cuenta a un solo individuo o familia, pero la empresa europea que está en La Guajira tiene una estructura accionaria diferente y allá piden más cuentas de los derechos humanos, impacto ambiental, etc.
Estos departamentos se destacan a nivel Caribe y nacional por centrar sus economías en el carbón, ¿cree usted que están preparados para la transición energética?
No estamos preparados para eso, debería haber una ley que garantizara el cierre minero porque en La Guajira las concesiones tardarán unos 11 años más y en el Cesar se hizo una ampliación a Drummond de 20 años más, pero ninguno de los dos lugares ha sido precavido para generar las condiciones para que las energías renovables se conviertan en una especie de trampolín para los empleos y las empresas.
Los datos del DANE sobre el producto interno bruto muestra que los territorios que más aportan no son principalmente extractivistas…
Eso es lo que intento demostrar en mi libro. Hay una coincidencia entre los departamentos mineros y los más pobres del país. La minería es intensiva en capital, pero poca en generación de empleos. Llevamos décadas en la minería y no suben los índices de competitividad, innovación, infraestructura, calidad educativa…
En diálogo con EL PILÓN, Arredondo contó apartes de esta investigación socioeconómica de la región.
El economista guajiro José Luis Arredondo tardó 24 meses en elaborar su nuevo libro titulado ‘Minería a cielo abierto: Casos Cesar-Guajira. Un análisis comparativo y descriptivo. Viabilidad de la constitución de clústeres’, inspirado en los “dos mundos” de estos departamentos.
En diálogo con EL PILÓN, Arredondo contó apartes de esta investigación socioeconómica de la región.
Muchas personas se han dedicado a explorar la minería en el Cesar y La Guajira, ¿qué novedades trae esta obra?
Yo intenté ir mucho más allá de lo que se ha investigado y articular muchos aspectos, toqué uno que muy poco se ha tratado y es el contexto institucional, constitucional, de los departamentos en el que empezó a desarrollarse la minería. Las primeras concesiones en La Guajira empezaron a finales de la década de 1980 y en el Cesar fue una década después.
Abordé a cómo se compraron las tierras en esas épocas porque la minería requiere grandes espacios para desarrollarse como actividad productiva, a diferencia de la extracción de petróleo que puede darse en áreas muy pequeñas.
También hice el análisis de cómo se han afectado otros sectores que eran fundamentales, en los dos departamentos, antes de aparecer la minería…
Una similitud entre los departamentos es que reciben sus mayores ingresos de la minería, pero ¿qué diferencia encontró?
El Cesar se ha afectado menos con la minería, institucionalmente, porque su aparato administrativo responde mejor a los impactos negativos que puede generar la extracción de carbón en términos presupuestales y fiscales. Al Cesar le ha dado menos duro que a La Guajira en ese sentido.
En el caso de la responsabilidad social y empresarial de las empresas mineras, encontré que las concepciones sobre esta contribución son diferentes porque la empresa estadounidense que opera en el Cesar tiene que rendir cuenta a un solo individuo o familia, pero la empresa europea que está en La Guajira tiene una estructura accionaria diferente y allá piden más cuentas de los derechos humanos, impacto ambiental, etc.
Estos departamentos se destacan a nivel Caribe y nacional por centrar sus economías en el carbón, ¿cree usted que están preparados para la transición energética?
No estamos preparados para eso, debería haber una ley que garantizara el cierre minero porque en La Guajira las concesiones tardarán unos 11 años más y en el Cesar se hizo una ampliación a Drummond de 20 años más, pero ninguno de los dos lugares ha sido precavido para generar las condiciones para que las energías renovables se conviertan en una especie de trampolín para los empleos y las empresas.
Los datos del DANE sobre el producto interno bruto muestra que los territorios que más aportan no son principalmente extractivistas…
Eso es lo que intento demostrar en mi libro. Hay una coincidencia entre los departamentos mineros y los más pobres del país. La minería es intensiva en capital, pero poca en generación de empleos. Llevamos décadas en la minería y no suben los índices de competitividad, innovación, infraestructura, calidad educativa…