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Columnista - 19 mayo, 2024

La voz de los jóvenes: en función de romper el silencio 

Los líderes actuales deben dejar de vernos como un mero complemento para sus discursos y empezar a tratarnos como lo que somos: agentes de cambio con la capacidad y el derecho de influir en el rumbo de nuestra nación.

El reciente enfrentamiento de William Molina con el presidente Gustavo Petro durante la Sesión Conjunta con Consejeros de Juventud en Bogotá es una muestra clara de la frustración que sentimos muchos de nosotros, los jóvenes comprometidos con la participación política. Hemos asistido a innumerables eventos, viajado largas horas desde nuestros territorios, llenos de esperanza y expectativas, solo para ser recibidos con promesas vacías y discursos sin sustancia.

William expresó lo que muchos pensamos: estamos cansados de la retórica sin soluciones concretas. Su valentía al decirle al presidente que dejara de hacer discursos “populistas” resuena profundamente con mi experiencia y la de muchos otros jóvenes.

Nos enfrentamos a una desconexión preocupante entre los líderes políticos y las realidades que vivimos todos los días. No estamos equivocados; estamos cansados de ser tratados como accesorios para fotos y eventos, y de ser silenciados cuando levantamos la voz para expresar nuestras necesidades y preocupaciones.

La respuesta del presidente Petro, tratando de desestimar la crítica de William al decir que estaba equivocado con el término “populismo”, es reveladora. ¿Qué mensaje envía a la juventud del país cuando sus líderes descartan nuestras críticas como malentendidos? ¿Cómo esperan que participemos activamente en la construcción del país si cada intento de ser escuchados es minimizado?

La defensa de la vicepresidenta Francia Márquez, aunque bien intencionada, también refleja una falta de comprensión. Nos dijo que no se trata de quién grite más fuerte, pero es fundamental entender que nuestra frustración no es un mero alboroto sin fundamento; es el resultado de años de sentir que nuestras voces son ignoradas y nuestras necesidades pasadas por alto.

No buscamos gritar más fuerte; buscamos ser escuchados y, más importante, ser considerados en la toma de decisiones. Este incidente debe servir como un llamado de atención para toda la clase política: la juventud está despertando y exige un lugar legítimo en la mesa de decisiones. No podemos seguir siendo vistos como figuras decorativas para los eventos gubernamentales. Somos individuos con ideas, propuestas y, sobre todo, con una visión fresca y urgente para el futuro del país.

Es hora de que los líderes políticos abandonen la condescendencia y empiecen a valorar nuestra participación juvenil como lo que es: una fuerza vital para el cambio y la mejora de nuestra sociedad. Necesitamos políticas reales que aborden nuestras necesidades, desde la educación y el empleo hasta la participación política y los derechos humanos.

Estamos irrumpiendo en estos espacios no solo por nosotros mismos, sino por el bien de toda la sociedad. Es nuestra responsabilidad colectiva asegurarnos de que seamos escuchados y respetados. Solo así podremos construir un futuro en el que todos, sin importar su edad, tengan una voz significativa y una participación real en la construcción de nuestro país.

Los líderes actuales deben dejar de vernos como un mero complemento para sus discursos y empezar a tratarnos como lo que somos: agentes de cambio con la capacidad y el derecho de influir en el rumbo de nuestra nación. William Molina y otros jóvenes valientes están marcando el camino. Es hora de que les sigamos y les demos el respeto y la atención que merecen.

Columnista
19 mayo, 2024

La voz de los jóvenes: en función de romper el silencio 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Tatiana Barros

Los líderes actuales deben dejar de vernos como un mero complemento para sus discursos y empezar a tratarnos como lo que somos: agentes de cambio con la capacidad y el derecho de influir en el rumbo de nuestra nación.


El reciente enfrentamiento de William Molina con el presidente Gustavo Petro durante la Sesión Conjunta con Consejeros de Juventud en Bogotá es una muestra clara de la frustración que sentimos muchos de nosotros, los jóvenes comprometidos con la participación política. Hemos asistido a innumerables eventos, viajado largas horas desde nuestros territorios, llenos de esperanza y expectativas, solo para ser recibidos con promesas vacías y discursos sin sustancia.

William expresó lo que muchos pensamos: estamos cansados de la retórica sin soluciones concretas. Su valentía al decirle al presidente que dejara de hacer discursos “populistas” resuena profundamente con mi experiencia y la de muchos otros jóvenes.

Nos enfrentamos a una desconexión preocupante entre los líderes políticos y las realidades que vivimos todos los días. No estamos equivocados; estamos cansados de ser tratados como accesorios para fotos y eventos, y de ser silenciados cuando levantamos la voz para expresar nuestras necesidades y preocupaciones.

La respuesta del presidente Petro, tratando de desestimar la crítica de William al decir que estaba equivocado con el término “populismo”, es reveladora. ¿Qué mensaje envía a la juventud del país cuando sus líderes descartan nuestras críticas como malentendidos? ¿Cómo esperan que participemos activamente en la construcción del país si cada intento de ser escuchados es minimizado?

La defensa de la vicepresidenta Francia Márquez, aunque bien intencionada, también refleja una falta de comprensión. Nos dijo que no se trata de quién grite más fuerte, pero es fundamental entender que nuestra frustración no es un mero alboroto sin fundamento; es el resultado de años de sentir que nuestras voces son ignoradas y nuestras necesidades pasadas por alto.

No buscamos gritar más fuerte; buscamos ser escuchados y, más importante, ser considerados en la toma de decisiones. Este incidente debe servir como un llamado de atención para toda la clase política: la juventud está despertando y exige un lugar legítimo en la mesa de decisiones. No podemos seguir siendo vistos como figuras decorativas para los eventos gubernamentales. Somos individuos con ideas, propuestas y, sobre todo, con una visión fresca y urgente para el futuro del país.

Es hora de que los líderes políticos abandonen la condescendencia y empiecen a valorar nuestra participación juvenil como lo que es: una fuerza vital para el cambio y la mejora de nuestra sociedad. Necesitamos políticas reales que aborden nuestras necesidades, desde la educación y el empleo hasta la participación política y los derechos humanos.

Estamos irrumpiendo en estos espacios no solo por nosotros mismos, sino por el bien de toda la sociedad. Es nuestra responsabilidad colectiva asegurarnos de que seamos escuchados y respetados. Solo así podremos construir un futuro en el que todos, sin importar su edad, tengan una voz significativa y una participación real en la construcción de nuestro país.

Los líderes actuales deben dejar de vernos como un mero complemento para sus discursos y empezar a tratarnos como lo que somos: agentes de cambio con la capacidad y el derecho de influir en el rumbo de nuestra nación. William Molina y otros jóvenes valientes están marcando el camino. Es hora de que les sigamos y les demos el respeto y la atención que merecen.