Cuando el mundo aún navega en medio de la tormenta generada por la crisis sanitaria del coronavirus, la profundidad de la debacle económica es aún incierta, y las consecuencias sociales y humanitarias, difíciles de calcular.
Cuando el mundo aún navega en medio de la tormenta generada por la crisis sanitaria del coronavirus, la profundidad de la debacle económica es aún incierta, y las consecuencias sociales y humanitarias, difíciles de calcular. Lo cierto es que al lado de las cifras dramáticas de contagiados y muertos, en todo el mundo, también crece el número de sectores económicos en crisis y empresas al borde de la quiebra. Pánico…
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La dimensión de ese derrumbe de la economía va a depender de lo que dure la emergencia sanitaria y de su manejo, es decir las formas y periodos de las medidas de aislamiento. En el caso de EE.UU., por ejemplo, se habla ya de más de 20 millones de empleo; esto, en parte por la flexibilidad del mercado laboral de ese país. En Europa, guardadas las proporciones, el drama es similar: cientos de negocios quebrados y millones de desempleados.
La incertidumbre es grande en cuanto a la duración de esta primera fase de la pandemia, aún no hay claridad en el mundo médico científico. Algunos hablan de meses, pero otros de un año o año y medio para encontrar una vacuna, única solución preventiva posible.
No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entre otras instituciones, estiman que la magnitud de la caída puede ser del orden del 4 o 6 por ciento del valor del PIB mundial, esto significa, en otras palabras, aumento del desempleo y la pobreza, en todo el mundo, incluyendo los países industrializados, pero mucho más grave, claro, en los países en vía de desarrollo, como son los de América Latina.
En América Latina, la pandemia ha sido más agresiva y dañina, por la crisis social y económica, que por las mismas consecuencias del problema sanitario. El número de contagiados es grande en Brasil y México, los países más grandes de la región. Sin duda, la crisis sanitaria puso a pruebas los sistemas de salud de la región, y de allí que, en cada país, los resultados de contagiados y muertes son distintos en proporción a su población.
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Chile, por ejemplo, ha reiterado que tiene un sistema de salud bien organizado y que ha respondido a la crisis. Caso distinto, en contraste, al de Ecuador, país que ha sido bien errático en el manejo del coronavirus y ni que decir de Venezuela, donde ha optado por la estrategia del avestruz de meter la cabeza en la tierra y ocultar la información. Increíble, ¿qué puede estar ocurriendo en realidad?
En el caso de Colombia, el sistema de salud demostró sus debilidades conocidas: limitación de camas y unidades de cuidados intensivos, retrasos en los pagos a los médicos y demás profesionales de la salud, problemas financieros y de corrupción. Ya ganamos un poco de tiempo, pero cuando los contagiados superan los 13 mil, ahora es cuando se van a reflejar sus debilidades más profundas. Viene la congestión por contagiados y afectados por otras enfermedades respiratorias propias de esta temporada. ¡Qué Dios nos coja confesados!
En la parte económica, la debilidad de nuestro país ha estado en la alta informalidad; cerca del cuarenta por ciento de los colombianos viven del rebusque, y ese es un problema estructural. En el caso del Cesar, por ejemplo, esa informalidad es de más del 60 por ciento. De allí nuestro alto desempleo y las altas cifras de pobreza. La respuesta en materia de política monetaria parece ser la indicada: el Banco de la República ha inyectado más liquidez al sistema y dice estar dispuesto a hacerlo aún más. Estas son cifras superiores a los veinte billones de pesos. Además, si es del caso, y por primera vez en décadas, el banco podría prestarle al Gobierno nacional si la emergencia lo amerita.
En la parte fiscal, también, se han anunciado aplazamiento para el pago de impuestos, devolución del IVA a las familias más pobres, y subsidios a la nómina de las medianas y pequeñas empresas, hasta por dos billones de pesos mensuales, por tres meses o más, según la evolución de la pandemia, como lo ha explicado el Director del Departamento Nacional de Planeación, el vallenato Luis Alberto Rodríguez Ospino. Esas medidas son alivios, sin duda…
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Y desde estas páginas, esperamos que esas ayudas del Gobierno nacional lleguen a los empresarios, a los empleados y a las familias más pobres. Pero, quisiéramos, por ser zona fronteriza y receptora de la migración venezolana, medidas específicas para regiones como la nuestra que registran tasas de desempleo, cercanas al 19 por ciento, y también tasas de pobreza superiores al promedio del país. La radiografía de los informes del Cesore, que publicamos la semana pasada, muestran muy bien que el drama económico de Valledupar y el Cesar, son peores a los del promedio nacional y de allí este clamor que hacemos al Gobierno nacional.
Y a los gobiernos territoriales, Gobernación y alcaldías, que alistan sus correspondientes planes de desarrollo, les toca asignar unas partidas importantes para atender la crisis del coronavirus, como las consecuencias sociales y económicas del aislamiento obligatorio. En el caso del departamento están los recursos de regalías, en el caso de Valledupar el panorama fiscal es más complicado, pero, de todas formas, es necesaria la ayuda oficial a los más pobres y a varios sectores económicos. Lo que todos esperamos es que esto se haga con la mayor transparencia, agilidad y eficiencia posible. Lo indudable es que el virus de la covid-19 vino a agravar una situación económica y social que de por sí ya era insostenible.
Por Carlos Alberto Maestre M.
Cuando el mundo aún navega en medio de la tormenta generada por la crisis sanitaria del coronavirus, la profundidad de la debacle económica es aún incierta, y las consecuencias sociales y humanitarias, difíciles de calcular.
Cuando el mundo aún navega en medio de la tormenta generada por la crisis sanitaria del coronavirus, la profundidad de la debacle económica es aún incierta, y las consecuencias sociales y humanitarias, difíciles de calcular. Lo cierto es que al lado de las cifras dramáticas de contagiados y muertos, en todo el mundo, también crece el número de sectores económicos en crisis y empresas al borde de la quiebra. Pánico…
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La dimensión de ese derrumbe de la economía va a depender de lo que dure la emergencia sanitaria y de su manejo, es decir las formas y periodos de las medidas de aislamiento. En el caso de EE.UU., por ejemplo, se habla ya de más de 20 millones de empleo; esto, en parte por la flexibilidad del mercado laboral de ese país. En Europa, guardadas las proporciones, el drama es similar: cientos de negocios quebrados y millones de desempleados.
La incertidumbre es grande en cuanto a la duración de esta primera fase de la pandemia, aún no hay claridad en el mundo médico científico. Algunos hablan de meses, pero otros de un año o año y medio para encontrar una vacuna, única solución preventiva posible.
No obstante, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entre otras instituciones, estiman que la magnitud de la caída puede ser del orden del 4 o 6 por ciento del valor del PIB mundial, esto significa, en otras palabras, aumento del desempleo y la pobreza, en todo el mundo, incluyendo los países industrializados, pero mucho más grave, claro, en los países en vía de desarrollo, como son los de América Latina.
En América Latina, la pandemia ha sido más agresiva y dañina, por la crisis social y económica, que por las mismas consecuencias del problema sanitario. El número de contagiados es grande en Brasil y México, los países más grandes de la región. Sin duda, la crisis sanitaria puso a pruebas los sistemas de salud de la región, y de allí que, en cada país, los resultados de contagiados y muertes son distintos en proporción a su población.
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Chile, por ejemplo, ha reiterado que tiene un sistema de salud bien organizado y que ha respondido a la crisis. Caso distinto, en contraste, al de Ecuador, país que ha sido bien errático en el manejo del coronavirus y ni que decir de Venezuela, donde ha optado por la estrategia del avestruz de meter la cabeza en la tierra y ocultar la información. Increíble, ¿qué puede estar ocurriendo en realidad?
En el caso de Colombia, el sistema de salud demostró sus debilidades conocidas: limitación de camas y unidades de cuidados intensivos, retrasos en los pagos a los médicos y demás profesionales de la salud, problemas financieros y de corrupción. Ya ganamos un poco de tiempo, pero cuando los contagiados superan los 13 mil, ahora es cuando se van a reflejar sus debilidades más profundas. Viene la congestión por contagiados y afectados por otras enfermedades respiratorias propias de esta temporada. ¡Qué Dios nos coja confesados!
En la parte económica, la debilidad de nuestro país ha estado en la alta informalidad; cerca del cuarenta por ciento de los colombianos viven del rebusque, y ese es un problema estructural. En el caso del Cesar, por ejemplo, esa informalidad es de más del 60 por ciento. De allí nuestro alto desempleo y las altas cifras de pobreza. La respuesta en materia de política monetaria parece ser la indicada: el Banco de la República ha inyectado más liquidez al sistema y dice estar dispuesto a hacerlo aún más. Estas son cifras superiores a los veinte billones de pesos. Además, si es del caso, y por primera vez en décadas, el banco podría prestarle al Gobierno nacional si la emergencia lo amerita.
En la parte fiscal, también, se han anunciado aplazamiento para el pago de impuestos, devolución del IVA a las familias más pobres, y subsidios a la nómina de las medianas y pequeñas empresas, hasta por dos billones de pesos mensuales, por tres meses o más, según la evolución de la pandemia, como lo ha explicado el Director del Departamento Nacional de Planeación, el vallenato Luis Alberto Rodríguez Ospino. Esas medidas son alivios, sin duda…
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Y desde estas páginas, esperamos que esas ayudas del Gobierno nacional lleguen a los empresarios, a los empleados y a las familias más pobres. Pero, quisiéramos, por ser zona fronteriza y receptora de la migración venezolana, medidas específicas para regiones como la nuestra que registran tasas de desempleo, cercanas al 19 por ciento, y también tasas de pobreza superiores al promedio del país. La radiografía de los informes del Cesore, que publicamos la semana pasada, muestran muy bien que el drama económico de Valledupar y el Cesar, son peores a los del promedio nacional y de allí este clamor que hacemos al Gobierno nacional.
Y a los gobiernos territoriales, Gobernación y alcaldías, que alistan sus correspondientes planes de desarrollo, les toca asignar unas partidas importantes para atender la crisis del coronavirus, como las consecuencias sociales y económicas del aislamiento obligatorio. En el caso del departamento están los recursos de regalías, en el caso de Valledupar el panorama fiscal es más complicado, pero, de todas formas, es necesaria la ayuda oficial a los más pobres y a varios sectores económicos. Lo que todos esperamos es que esto se haga con la mayor transparencia, agilidad y eficiencia posible. Lo indudable es que el virus de la covid-19 vino a agravar una situación económica y social que de por sí ya era insostenible.
Por Carlos Alberto Maestre M.