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Comunidad - 3 agosto, 2020

La necesidad del abasto y el riesgo en el Mercado Público de Valledupar

La principal plaza de mercado en Valledupar está integrada por 800 locales en un espacio de por lo menos 100 metros cuadrados, que en la actualidad recibe a más de 1.000 personas de diferentes sectores de la ciudad, corregimientos y municipios aledaños.

Los vendedores que se apostan a las afueras de la plaza de mercado también atraviesan un momento álgido, pero se niegan a dejar sus lugares de trabajo.

FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
Los vendedores que se apostan a las afueras de la plaza de mercado también atraviesan un momento álgido, pero se niegan a dejar sus lugares de trabajo. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
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En el Mercado Público de Valledupar, 2.000 familias dependen directamente de lo que puedan producen con las ventas que realizan en sus locales, pero también están los vendedores informales ubicados en los alrededores de la central de abastos, lo que genera una lucha entre la formalidad e informalidad y más en esta época donde el coronavirus ha cambiado las reglas del juego.

Lee también: Mercado Público de Valledupar en riesgo de cierre por indisciplina social

La puja entre el comercio legal y el informal sigue avanzando y al interior de la plaza de mercado el movimiento del comercio se vive por oleadas, un día puede que los almacenes y colmenas se llenen de compradores y al día siguiente el miedo se apodera de los clientes  haciendo que la soledad reine.

Mientras hay personas que rehúsan volver debido a la situación actual generada por la covid-19, la cual tiene a gran parte de los vallenatos escépticos, pues no saben lo que pueda pasar y el miedo a un posible contagio los alejó de la zona de mercadería, los vendedores señalan: “pueden venir a comprar sin ningún problema”.

Por más de 40 años, los trabajadores formales e informales del Mercado Público de Valledupar llegan hasta dichas instalaciones incluso antes de que el sol asome sus primeros rayos.

Siendo aproximadamente las 3 y 30 de la madrugada comienzan a arribar los primeros trabajadores, quienes esperan los camiones para descargar el abasto y distribuirlo a las diferentes colmenas; entre tanto, quienes se dedican a la venta de otro tipo de artículos llegan un poco más tarde, pero con las mismas ganas que han tenido desde que comenzaron  a vender en el mercado por primera vez.

Te puede interesar: El caos de comprar en supermercados y el mercado público de Valledupar

Una de esas trabajadoras es Luz Marina Rodríguez, quien hace 25 años Llegó por primera vez al mercado para expender sus productos derivados de la leche y verduras. Ella ha sido una de las personas que le pide a la comunidad vallenata no dejarse llevar por la desinformación, pues si bien el mercado es un sitio concurrido, los trabajadores sostienen que siempre toman las medidas necesarias.

“Toda mi vida he sido una mujer luchadora, llevo 25 años de estar en el mercado y nunca había vivido una situación de tal magnitud, pero también es cierto que esto nos ha perjudicado a todos, es por esa razón que los trabajadores nos hemos unido para vigilarnos; es decir, si llega a registrarse un caso de coronavirus seremos los primeros en dar aviso a las autoridades para que se aislada esa persona hasta que se recupere, sería por su bien y el de todos nosotros”, señaló la trabajadora.

Esta comerciante ha levantado su familia con lo que gana en el mercado y su trabajo ha pasado de generación en generación, pues con ella se encuentra laborando uno de sus hijos y un sobrino, personas que como Luz Marina Rodríguez no pierden la fe en que las cosas volverán a ser como antes cuando los compradores se ‘tropezaban’ por  la alta circulación de personas que preferían comprar en el mercado.

Pero si de voces experimentadas para hablar sobre el Mercado Público de Valledupar se trata, desde 1973 César Ortiz Anaya llega a la plaza de mercado para vender sus productos. Son ya 47 años en los que este comerciante ha recorrido y visitado las diferentes colmenas distribuyendo sus productos.

Al ser una persona de la tercera edad la gente me dice que me quede en casa, pero si lo hago, ¿quién me va a dar la alimentación? por eso yo sigo viniendo a vender mis verduras porque de quedarme en mi casa sentado sin hacer nada no voy a vivir, tengo que pagar arriendo, comida y otros menesteres”, señaló Ortiz Anaya.

DESORDEN EN LAS AFUERAS

La lucha por la supervivencia no solo acontece al interior del mercado donde los comerciantes y compradores ‘regatean’ en la compra y venta. En la parte externa vendedores de tinto, minutos, verduras, tubérculos y todo tipo de elementos y hasta tapa bocas libran una ‘batalla’ para poder tener ingresos y no irse a sus casas con las manos vacías.

En esta ley del rebusque, María Fernanda Catalán sale desde muy temprano de su vivienda para vender café no solo a los trabajadores, sino a las personas que llegan a hacer sus comprar para la canasta familiar. Esta joven recorre la parte interna y externa de la plaza de mercado y ha visto como la bioseguridad ha sido reforzada para prevenir los contagios por coronavirus.

Trabajo acá desde hace tres meses y he visto como los vigilantes no dejan entrar a quienes no cumplen con los protocolos de bioseguridad. Lo primero que piden es el tapa bocas y recomiendan que en lo posible usen guantes, además hacen el control de la temperatura”, señaló la mujer.

Lee también: Pandemia, desempleo y propuestas para la reactivación económica de Valledupar

Sin embargo, el gerente del Mercado Público de Valledupar, Geovanny Santana, expresó que sigue siendo preocupante el panorama en la parte externa teniendo en cuenta que la mayoría de los carretilleros y vendedores de otros productos no acatan las medidas de bioseguridad.

Al interior del mercado se cumplen con las medidas sanitarias, contamos con un equipo que está atento a la entrada y salida de las personas y vigilando permanentemente los centros de atención, pero afuera es donde está el problema; los vendedores ambulantes se estacionan sin ningún tipo de protección y esa fue una de las recriminaciones que nos hizo la Secretaría de Salud. El mercado debe estar presentable tanto en su parte interna como externa”, puntualizó Santana.

Con la llegada de la covid-19 el este es el panorama en el Mercado Público de Valledupar, antes la plaza era más concurrida. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ

VIGILANCIA Y EL CONTROL

En cada una de las seis entradas que tiene el Mercado Público de Valledupar se ubica un  vigilante, que se encarga de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad a clientes y trabajadores que ingresan a la central de abastos y así prevenir posibles contagios por coronavirus.

Pese a que siempre han estado dichos celadores en las porterías, desde que se encendieron las alarmas por cuenta de la pandemia, este trabajo se ha vuelto más riguroso por lo que se deben realizar los controles de manera estricta y revisar a todas las personas que ingresen.

Uno de los encargados de esa tarea es Alexander Trillos, vigilante que desde tempranas horas de la mañana alista sus elementos de bioseguridad para iniciar la jornada de control a las más de 1.000 personas que a diario ingresan y que eleva los fines de semana.

Lo primordial es el uso del tapa bocas, también realizamos controles por medio del pico y cédula y así evitamos que se infrinjan las normas; persona que no esté habilitada con su último digito de cédula no ingresará al mercado. También nos acercamos a los puestos de servicios para inspeccionar que los compradores y trabajadores tengan sus tapa bocas y que realicen los controles como toma de temperatura y desinfección de manos”, aseguró Trillos.

Te puede interesar: ¿Quiénes recibirán primero la vacuna contra covid-19 en Colombia?

FLUJO DE ENTRADA Y SALIDA

Según el gerente del Mercado Público de Valledupar, Geovanny Santana, en la actualidad el flujo de personas que ingresan a la lonja ha bajado en un 70 %, pero también se debe tener en cuenta que del 30 % que hoy sigue visitando la plaza mercantil, un alto porcentaje lo  conforman vendedores que realizan comprar para luego revender esos productos en los barrios de la ciudad, otro de los puntos que genera preocupación debido a que estos podrían estar circulando el virus a otros sectores o por el contrario estarían ingresándolo.

La entrada y salida de personas en la plaza de mercado  por el momento es bajo, aun así la vigilancia es estricta; pero, ¿cómo saber de dónde vienen los clientes?

Joaquín Mora es un vendedor ambulante del barrio Futuro de los Niños, y como muchos su día comienza antes de las cinco de la mañana, pues debe ir al mercado a comprar los productos que posteriormente serán comercializados por barrios como La Nevada, Villa Yaneth, Las Rocas, entre otros sectores que hacen parte de su ruta diaria.

Para este vendedor de 62 años, un cierre del mercado significaría el fin de su trabajo, pues perdería conexión con distribuidores que conoce desde hace más de 30 años.

Es cierto que la situación del mercado no es la mejor actualmente, pero si lo cierran sería algo lamentable y de paso afectaría a los pequeños vendedores como yo, quienes vamos todos los días a comprar allá debido al bajo costo de los alimentos, aunque últimamente los precios han subido, aun así la amistad que en mi caso he cosechado con muchos distribuidores ha hecho que ellos confíen en mí y me fíen algunos productos, pero si se da el cierre del mercado, ¿a quién voy a acudir?”, manifestó el vendedor ambulante.

Lo que pueda o no suceder en torno al Mercado Público de Valledupar depende de los propios comerciantes, a quienes las autoridades siguen insistiéndoles en que deben mantener los controles de salubridad, de no hacerlo estarían en problemas debido a que  para esta semana se tiene proyectado realizar una jornada de tamizaje a los trabajadores de la popular plaza. Frente a esto, Lina de Armas, secretaria de Salud municipal, fue clara y señaló: “Si en nuestra próxima visita la gente no permite la realización de las pruebas para covid-19 nos veremos en la obligación de cerrar el Mercado Público de Valledupar”.

POR: ROBERT CADAVID / EL PILÓN

Comunidad
3 agosto, 2020

La necesidad del abasto y el riesgo en el Mercado Público de Valledupar

La principal plaza de mercado en Valledupar está integrada por 800 locales en un espacio de por lo menos 100 metros cuadrados, que en la actualidad recibe a más de 1.000 personas de diferentes sectores de la ciudad, corregimientos y municipios aledaños.


Los vendedores que se apostan a las afueras de la plaza de mercado también atraviesan un momento álgido, pero se niegan a dejar sus lugares de trabajo.

FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
Los vendedores que se apostan a las afueras de la plaza de mercado también atraviesan un momento álgido, pero se niegan a dejar sus lugares de trabajo. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.
Boton Wpp

En el Mercado Público de Valledupar, 2.000 familias dependen directamente de lo que puedan producen con las ventas que realizan en sus locales, pero también están los vendedores informales ubicados en los alrededores de la central de abastos, lo que genera una lucha entre la formalidad e informalidad y más en esta época donde el coronavirus ha cambiado las reglas del juego.

Lee también: Mercado Público de Valledupar en riesgo de cierre por indisciplina social

La puja entre el comercio legal y el informal sigue avanzando y al interior de la plaza de mercado el movimiento del comercio se vive por oleadas, un día puede que los almacenes y colmenas se llenen de compradores y al día siguiente el miedo se apodera de los clientes  haciendo que la soledad reine.

Mientras hay personas que rehúsan volver debido a la situación actual generada por la covid-19, la cual tiene a gran parte de los vallenatos escépticos, pues no saben lo que pueda pasar y el miedo a un posible contagio los alejó de la zona de mercadería, los vendedores señalan: “pueden venir a comprar sin ningún problema”.

Por más de 40 años, los trabajadores formales e informales del Mercado Público de Valledupar llegan hasta dichas instalaciones incluso antes de que el sol asome sus primeros rayos.

Siendo aproximadamente las 3 y 30 de la madrugada comienzan a arribar los primeros trabajadores, quienes esperan los camiones para descargar el abasto y distribuirlo a las diferentes colmenas; entre tanto, quienes se dedican a la venta de otro tipo de artículos llegan un poco más tarde, pero con las mismas ganas que han tenido desde que comenzaron  a vender en el mercado por primera vez.

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Una de esas trabajadoras es Luz Marina Rodríguez, quien hace 25 años Llegó por primera vez al mercado para expender sus productos derivados de la leche y verduras. Ella ha sido una de las personas que le pide a la comunidad vallenata no dejarse llevar por la desinformación, pues si bien el mercado es un sitio concurrido, los trabajadores sostienen que siempre toman las medidas necesarias.

“Toda mi vida he sido una mujer luchadora, llevo 25 años de estar en el mercado y nunca había vivido una situación de tal magnitud, pero también es cierto que esto nos ha perjudicado a todos, es por esa razón que los trabajadores nos hemos unido para vigilarnos; es decir, si llega a registrarse un caso de coronavirus seremos los primeros en dar aviso a las autoridades para que se aislada esa persona hasta que se recupere, sería por su bien y el de todos nosotros”, señaló la trabajadora.

Esta comerciante ha levantado su familia con lo que gana en el mercado y su trabajo ha pasado de generación en generación, pues con ella se encuentra laborando uno de sus hijos y un sobrino, personas que como Luz Marina Rodríguez no pierden la fe en que las cosas volverán a ser como antes cuando los compradores se ‘tropezaban’ por  la alta circulación de personas que preferían comprar en el mercado.

Pero si de voces experimentadas para hablar sobre el Mercado Público de Valledupar se trata, desde 1973 César Ortiz Anaya llega a la plaza de mercado para vender sus productos. Son ya 47 años en los que este comerciante ha recorrido y visitado las diferentes colmenas distribuyendo sus productos.

Al ser una persona de la tercera edad la gente me dice que me quede en casa, pero si lo hago, ¿quién me va a dar la alimentación? por eso yo sigo viniendo a vender mis verduras porque de quedarme en mi casa sentado sin hacer nada no voy a vivir, tengo que pagar arriendo, comida y otros menesteres”, señaló Ortiz Anaya.

DESORDEN EN LAS AFUERAS

La lucha por la supervivencia no solo acontece al interior del mercado donde los comerciantes y compradores ‘regatean’ en la compra y venta. En la parte externa vendedores de tinto, minutos, verduras, tubérculos y todo tipo de elementos y hasta tapa bocas libran una ‘batalla’ para poder tener ingresos y no irse a sus casas con las manos vacías.

En esta ley del rebusque, María Fernanda Catalán sale desde muy temprano de su vivienda para vender café no solo a los trabajadores, sino a las personas que llegan a hacer sus comprar para la canasta familiar. Esta joven recorre la parte interna y externa de la plaza de mercado y ha visto como la bioseguridad ha sido reforzada para prevenir los contagios por coronavirus.

Trabajo acá desde hace tres meses y he visto como los vigilantes no dejan entrar a quienes no cumplen con los protocolos de bioseguridad. Lo primero que piden es el tapa bocas y recomiendan que en lo posible usen guantes, además hacen el control de la temperatura”, señaló la mujer.

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Sin embargo, el gerente del Mercado Público de Valledupar, Geovanny Santana, expresó que sigue siendo preocupante el panorama en la parte externa teniendo en cuenta que la mayoría de los carretilleros y vendedores de otros productos no acatan las medidas de bioseguridad.

Al interior del mercado se cumplen con las medidas sanitarias, contamos con un equipo que está atento a la entrada y salida de las personas y vigilando permanentemente los centros de atención, pero afuera es donde está el problema; los vendedores ambulantes se estacionan sin ningún tipo de protección y esa fue una de las recriminaciones que nos hizo la Secretaría de Salud. El mercado debe estar presentable tanto en su parte interna como externa”, puntualizó Santana.

Con la llegada de la covid-19 el este es el panorama en el Mercado Público de Valledupar, antes la plaza era más concurrida. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ

VIGILANCIA Y EL CONTROL

En cada una de las seis entradas que tiene el Mercado Público de Valledupar se ubica un  vigilante, que se encarga de hacer cumplir los protocolos de bioseguridad a clientes y trabajadores que ingresan a la central de abastos y así prevenir posibles contagios por coronavirus.

Pese a que siempre han estado dichos celadores en las porterías, desde que se encendieron las alarmas por cuenta de la pandemia, este trabajo se ha vuelto más riguroso por lo que se deben realizar los controles de manera estricta y revisar a todas las personas que ingresen.

Uno de los encargados de esa tarea es Alexander Trillos, vigilante que desde tempranas horas de la mañana alista sus elementos de bioseguridad para iniciar la jornada de control a las más de 1.000 personas que a diario ingresan y que eleva los fines de semana.

Lo primordial es el uso del tapa bocas, también realizamos controles por medio del pico y cédula y así evitamos que se infrinjan las normas; persona que no esté habilitada con su último digito de cédula no ingresará al mercado. También nos acercamos a los puestos de servicios para inspeccionar que los compradores y trabajadores tengan sus tapa bocas y que realicen los controles como toma de temperatura y desinfección de manos”, aseguró Trillos.

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FLUJO DE ENTRADA Y SALIDA

Según el gerente del Mercado Público de Valledupar, Geovanny Santana, en la actualidad el flujo de personas que ingresan a la lonja ha bajado en un 70 %, pero también se debe tener en cuenta que del 30 % que hoy sigue visitando la plaza mercantil, un alto porcentaje lo  conforman vendedores que realizan comprar para luego revender esos productos en los barrios de la ciudad, otro de los puntos que genera preocupación debido a que estos podrían estar circulando el virus a otros sectores o por el contrario estarían ingresándolo.

La entrada y salida de personas en la plaza de mercado  por el momento es bajo, aun así la vigilancia es estricta; pero, ¿cómo saber de dónde vienen los clientes?

Joaquín Mora es un vendedor ambulante del barrio Futuro de los Niños, y como muchos su día comienza antes de las cinco de la mañana, pues debe ir al mercado a comprar los productos que posteriormente serán comercializados por barrios como La Nevada, Villa Yaneth, Las Rocas, entre otros sectores que hacen parte de su ruta diaria.

Para este vendedor de 62 años, un cierre del mercado significaría el fin de su trabajo, pues perdería conexión con distribuidores que conoce desde hace más de 30 años.

Es cierto que la situación del mercado no es la mejor actualmente, pero si lo cierran sería algo lamentable y de paso afectaría a los pequeños vendedores como yo, quienes vamos todos los días a comprar allá debido al bajo costo de los alimentos, aunque últimamente los precios han subido, aun así la amistad que en mi caso he cosechado con muchos distribuidores ha hecho que ellos confíen en mí y me fíen algunos productos, pero si se da el cierre del mercado, ¿a quién voy a acudir?”, manifestó el vendedor ambulante.

Lo que pueda o no suceder en torno al Mercado Público de Valledupar depende de los propios comerciantes, a quienes las autoridades siguen insistiéndoles en que deben mantener los controles de salubridad, de no hacerlo estarían en problemas debido a que  para esta semana se tiene proyectado realizar una jornada de tamizaje a los trabajadores de la popular plaza. Frente a esto, Lina de Armas, secretaria de Salud municipal, fue clara y señaló: “Si en nuestra próxima visita la gente no permite la realización de las pruebas para covid-19 nos veremos en la obligación de cerrar el Mercado Público de Valledupar”.

POR: ROBERT CADAVID / EL PILÓN