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Columnista - 18 octubre, 2022

La ‘Ford Modelo’, de Leandro Díaz

Una de las cosas que los jóvenes compositores de hoy en día deberían tener muy en cuenta, y corregir, al componer sus canciones es la manera como injurian a las mujeres; esa forma desobligante como se refieren a ellas es injusta.  No me voy a referir a esos insultos porque sería hacerle apología a la […]

Una de las cosas que los jóvenes compositores de hoy en día deberían tener muy en cuenta, y corregir, al componer sus canciones es la manera como injurian a las mujeres; esa forma desobligante como se refieren a ellas es injusta. 

No me voy a referir a esos insultos porque sería hacerle apología a la manera como maltratan a las damas. Hay suficiente ilustración al respecto.

Otra cosa, recomendado, es disponerse a aprender de una manera elegante a reprochar ciertas actitudes de estas bellas damiselas, que en ocasiones suelen portarse mal.

Y el mejor maestro para ello, es nuestro insigne Leandro Díaz, quien con su canción ‘La Ford Modelo’ le dijo a una niña, eso que su rabia y dolor por un desengaño le dictaba el corazón.

“La Ford Modelo de buenas llantas, máquina suave y de buenos focos, se baja el uno y se monta el otro, como es de gratis se va sin plata; es la Ford Modelo a la orden, para que se embarquen los hombres, la maquina Ford no rechaza, que todo el que quiera se embarca”

Leandro Díaz recurre al símil, esa maravillosa figura literaria, para explicar que esa niña era de fácil entrega y que cualquiera del pueblo podía usarla, que, siendo joven, la maquina le servía para tal fin.

Nunca dijo que era una mujer, pero era fácil entender que por su desliz él le tenía su recado cargado de ironía.

‘La Lechuza’ es otra canción de Leandro en la que recurre a este tipo de argumentos para darle rienda suelta a su desconsuelo por la mujer. 

Y recurría al arte, de manera sensible, para decirles que el desengaño en él, lo traducía en canciones, reproches de altura sin caer en la grosería. 

“Yo conozco una muchacha en mi tierra/ que le gusta disfrutar del placer/ Hoy le dicen la lechuza casera/ porque no hace nido para poner.

Los muchachos del poblado la ven/ cuando sale por las tardes a pasear/ en el día canta de felicidad/ por las noches va pa´el suelo otra vez”.

‘La gordita’ otra canción que devela su martirio por el desconsuelo de ser engañado; pero ahí lo más enérgico es decirle ‘gordita’ en el entendido que esto para una mujer es cosa fuerte.

“La mujer que me desprecia, yo la castigo cantando/ porque creo que maldecirla es algo de cobardía/ sé que el día menos pensado yo me salgo con la mía/ y la he de encontrar ‘arrepentía’/ sufriendo el haberme engañado

¿Ahora qué pensará la morena cuando escuche mi canto? / le quisiera gritar: ¡mala hembra! / pero mejor me aguanto. 

Mejor me alejo cantando por un sendero guajiro/ esos que en noches de luna el alma canta y se inspira/ al despertar la mañana, cojo de nuevo el camino/ que me ha de marcar el destino, ¿cuál será el final de mi vida?

Quiero matar la pena cantando con otra muchachita/ pero primero pongo la mano, no vaya a ser gordita”.

Inusual forma de reprochar un mal proceder, recurriendo a su portento musical y de poeta; cojan gárgaras señores ‘compositores’ modernos. 

No necesitó vulgaridad para expresar su inconformidad, una enseñanza especial; aprendamos todos.

Y se requeriría en tal caso, hacer un acto de autovaloración ética de principios y valores, a ver si somos los hombres los indicados para ultrajar a una mujer. Ni con el pétalo de una rosa, no señor.   Sólo Eso.

Columnista
18 octubre, 2022

La ‘Ford Modelo’, de Leandro Díaz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Una de las cosas que los jóvenes compositores de hoy en día deberían tener muy en cuenta, y corregir, al componer sus canciones es la manera como injurian a las mujeres; esa forma desobligante como se refieren a ellas es injusta.  No me voy a referir a esos insultos porque sería hacerle apología a la […]


Una de las cosas que los jóvenes compositores de hoy en día deberían tener muy en cuenta, y corregir, al componer sus canciones es la manera como injurian a las mujeres; esa forma desobligante como se refieren a ellas es injusta. 

No me voy a referir a esos insultos porque sería hacerle apología a la manera como maltratan a las damas. Hay suficiente ilustración al respecto.

Otra cosa, recomendado, es disponerse a aprender de una manera elegante a reprochar ciertas actitudes de estas bellas damiselas, que en ocasiones suelen portarse mal.

Y el mejor maestro para ello, es nuestro insigne Leandro Díaz, quien con su canción ‘La Ford Modelo’ le dijo a una niña, eso que su rabia y dolor por un desengaño le dictaba el corazón.

“La Ford Modelo de buenas llantas, máquina suave y de buenos focos, se baja el uno y se monta el otro, como es de gratis se va sin plata; es la Ford Modelo a la orden, para que se embarquen los hombres, la maquina Ford no rechaza, que todo el que quiera se embarca”

Leandro Díaz recurre al símil, esa maravillosa figura literaria, para explicar que esa niña era de fácil entrega y que cualquiera del pueblo podía usarla, que, siendo joven, la maquina le servía para tal fin.

Nunca dijo que era una mujer, pero era fácil entender que por su desliz él le tenía su recado cargado de ironía.

‘La Lechuza’ es otra canción de Leandro en la que recurre a este tipo de argumentos para darle rienda suelta a su desconsuelo por la mujer. 

Y recurría al arte, de manera sensible, para decirles que el desengaño en él, lo traducía en canciones, reproches de altura sin caer en la grosería. 

“Yo conozco una muchacha en mi tierra/ que le gusta disfrutar del placer/ Hoy le dicen la lechuza casera/ porque no hace nido para poner.

Los muchachos del poblado la ven/ cuando sale por las tardes a pasear/ en el día canta de felicidad/ por las noches va pa´el suelo otra vez”.

‘La gordita’ otra canción que devela su martirio por el desconsuelo de ser engañado; pero ahí lo más enérgico es decirle ‘gordita’ en el entendido que esto para una mujer es cosa fuerte.

“La mujer que me desprecia, yo la castigo cantando/ porque creo que maldecirla es algo de cobardía/ sé que el día menos pensado yo me salgo con la mía/ y la he de encontrar ‘arrepentía’/ sufriendo el haberme engañado

¿Ahora qué pensará la morena cuando escuche mi canto? / le quisiera gritar: ¡mala hembra! / pero mejor me aguanto. 

Mejor me alejo cantando por un sendero guajiro/ esos que en noches de luna el alma canta y se inspira/ al despertar la mañana, cojo de nuevo el camino/ que me ha de marcar el destino, ¿cuál será el final de mi vida?

Quiero matar la pena cantando con otra muchachita/ pero primero pongo la mano, no vaya a ser gordita”.

Inusual forma de reprochar un mal proceder, recurriendo a su portento musical y de poeta; cojan gárgaras señores ‘compositores’ modernos. 

No necesitó vulgaridad para expresar su inconformidad, una enseñanza especial; aprendamos todos.

Y se requeriría en tal caso, hacer un acto de autovaloración ética de principios y valores, a ver si somos los hombres los indicados para ultrajar a una mujer. Ni con el pétalo de una rosa, no señor.   Sólo Eso.