El hombre es un ser social. Es lo mismo que decir que es un ser político por tener la necesidad derivada de su propia naturaleza: construir instituciones políticas en el marco del derecho, de un ordenamiento jurídico que establezca las reglas de convivencia de la sociedad para la garantía de la vida pacífica de los hombres.
El hombre es un ser social. Es lo mismo que decir que es un ser político por tener la necesidad derivada de su propia naturaleza: construir instituciones políticas en el marco del derecho, de un ordenamiento jurídico que establezca las reglas de convivencia de la sociedad para la garantía de la vida pacífica de los hombres.
El hombre vive en colectivo y al civilizarse lo hace mediante un orden estatal y jurídico. Hombre, sociedad y Estado es el trípode sobre el que descansa la sociedad civilizada.
Hombre, sociedad y Estado son creaciones humanas y obras de la imaginación fecunda del ser humano. No podemos vivir por fuera de la sociedad, solamente desde ese concepto de colectividad hemos conservado y multiplicado la especie humana, tampoco por fuera de la política, que es lo mismo que decir que no podemos vivir aislados del Estado y el derecho.
En ese gran tratado de filosofía política, ciencia política y derecho público, que es ‘Política’, de Aristóteles, existe la fundamentación de la importancia del Estado para el hombre y la sociedad, y la destaca así: “De donde se concluye evidentemente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente sociable y que el que vive por fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie humana; y a él pueden aplicarse aquellas palabras de Homero: Sin familia, sin leyes, sin hogar”.
Un antisocial o un dios son los únicos que pueden vivir por fuera de la sociedad o por fuera del Estado, un hombre civilizado no puede hacerlo.
En consecuencia, es absolutamente relevante defender las instituciones estatales. Todo ciudadano tiene el deber ético y jurídico de respetar y obedecer el derecho y sus normas jurídicas. Sin esto es imposible vivir en paz y con garantía del disfrute de los derechos humanos.
Que las instituciones políticas son defectuosas y muchas leyes también lo son, cierto es, de todas formas hay que respetarlas y obedecerlas, en tanto no sean reemplazadas. El camino: convencer al parlamento de cambiarlas y respetar su independencia y autonomía en ese proceso.
Estas reflexiones las escribo luego de participar y escuchar las intervenciones de las exposiciones de versados docentes universitarios en el auditorio Benjamín Herrera, de la Universidad Libre de Barranquilla, el lunes 28 de agosto pasado, en el ‘Conversatorio Hombre, sociedad y Estado’ en el que se examinaron las reformas del Gobierno nacional y las reglas que en su trámite y control deben respetarse.
Asimismo, se concluyó que el presidente de Colombia tiene legitimidad y, en consecuencia, los gobernadores y alcaldes deben trabajar en coordinación con el Gobierno nacional.
Finalmente destaco que ‘Hombre, sociedad y Estado’ es el nombre de un conversatorio de alto nivel académico fundado por el profesor español Alfredo Ramírez Nárdiz y el profesor caribeño Juan Antonio Pabón Arrieta y funciona en la ciudad de Barranquilla con la coordinación del profesor Alexander González García y el respaldo institucional de la Facultad de Derecho y el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociojurídicas de la Universidad Libre. Este tanque de pensamiento tiene reconocimiento en el medio académico nacional e internacional y ha organizado eventos con connotados invitados.
Por: Eduardo Verano de la Rosa.
El hombre es un ser social. Es lo mismo que decir que es un ser político por tener la necesidad derivada de su propia naturaleza: construir instituciones políticas en el marco del derecho, de un ordenamiento jurídico que establezca las reglas de convivencia de la sociedad para la garantía de la vida pacífica de los hombres.
El hombre es un ser social. Es lo mismo que decir que es un ser político por tener la necesidad derivada de su propia naturaleza: construir instituciones políticas en el marco del derecho, de un ordenamiento jurídico que establezca las reglas de convivencia de la sociedad para la garantía de la vida pacífica de los hombres.
El hombre vive en colectivo y al civilizarse lo hace mediante un orden estatal y jurídico. Hombre, sociedad y Estado es el trípode sobre el que descansa la sociedad civilizada.
Hombre, sociedad y Estado son creaciones humanas y obras de la imaginación fecunda del ser humano. No podemos vivir por fuera de la sociedad, solamente desde ese concepto de colectividad hemos conservado y multiplicado la especie humana, tampoco por fuera de la política, que es lo mismo que decir que no podemos vivir aislados del Estado y el derecho.
En ese gran tratado de filosofía política, ciencia política y derecho público, que es ‘Política’, de Aristóteles, existe la fundamentación de la importancia del Estado para el hombre y la sociedad, y la destaca así: “De donde se concluye evidentemente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente sociable y que el que vive por fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie humana; y a él pueden aplicarse aquellas palabras de Homero: Sin familia, sin leyes, sin hogar”.
Un antisocial o un dios son los únicos que pueden vivir por fuera de la sociedad o por fuera del Estado, un hombre civilizado no puede hacerlo.
En consecuencia, es absolutamente relevante defender las instituciones estatales. Todo ciudadano tiene el deber ético y jurídico de respetar y obedecer el derecho y sus normas jurídicas. Sin esto es imposible vivir en paz y con garantía del disfrute de los derechos humanos.
Que las instituciones políticas son defectuosas y muchas leyes también lo son, cierto es, de todas formas hay que respetarlas y obedecerlas, en tanto no sean reemplazadas. El camino: convencer al parlamento de cambiarlas y respetar su independencia y autonomía en ese proceso.
Estas reflexiones las escribo luego de participar y escuchar las intervenciones de las exposiciones de versados docentes universitarios en el auditorio Benjamín Herrera, de la Universidad Libre de Barranquilla, el lunes 28 de agosto pasado, en el ‘Conversatorio Hombre, sociedad y Estado’ en el que se examinaron las reformas del Gobierno nacional y las reglas que en su trámite y control deben respetarse.
Asimismo, se concluyó que el presidente de Colombia tiene legitimidad y, en consecuencia, los gobernadores y alcaldes deben trabajar en coordinación con el Gobierno nacional.
Finalmente destaco que ‘Hombre, sociedad y Estado’ es el nombre de un conversatorio de alto nivel académico fundado por el profesor español Alfredo Ramírez Nárdiz y el profesor caribeño Juan Antonio Pabón Arrieta y funciona en la ciudad de Barranquilla con la coordinación del profesor Alexander González García y el respaldo institucional de la Facultad de Derecho y el Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociojurídicas de la Universidad Libre. Este tanque de pensamiento tiene reconocimiento en el medio académico nacional e internacional y ha organizado eventos con connotados invitados.
Por: Eduardo Verano de la Rosa.