Hace millones de años ocurrió el prodigio del primer beso. En un lugar incierto de este planeta trágico, un cavernícola, espantado por su figura de animal extraño reflejada en las aguas de un manantial corrió a buscar amparo, en su camino se encontró con una mujer despavorida, que venía huyéndole al espanto de su propia […]
Hace millones de años ocurrió el prodigio del primer beso. En un lugar incierto de este planeta trágico, un cavernícola, espantado por su figura de animal extraño reflejada en las aguas de un manantial corrió a buscar amparo, en su camino se encontró con una mujer despavorida, que venía huyéndole al espanto de su propia imagen reflejada en las mansas aguas de un lago cercano, se abrazaron para consolarse y en ese instante de terror encontraron consuelo por primera vez cuando se vieron reflejados cada uno en los ojos del otro, la imagen les pareció tan hermosa que se acercaron más para verse mejor y en ese intento sus labios se unieron dando origen a ese gran beso primigenio que acabó en un instante con todos los miedos del hombre.
Habían descubierto el amor, quizás en el más pavoroso momento de sus vidas. Así fue aquella vez y así ha sido durante millones de años.
El hombre comenzó a tener sentido de la belleza cuando la vio en los ojos de una mujer y entonces intentó perpetuarla con versos y canciones. Así comienza la historia del amor que es también la de los sueños.
Hace muchísimos años inventamos el arte, la música y la literatura solo para ellas y en ese camino aprendimos el milagro de atrevernos a cantar mejor que los pájaros.
El amor nos hace soñar y luego perseguir esos sueños que inventamos, porque es un hacedor de milagros. Es nuestro único recurso contra la desolación y nos ha enseñado desde siempre que caminamos más lejos cuando amamos pero volamos más alto cuando soñamos.
Pero debo confesar ahora que tengo el temor de que el amor se acabe. Este mundo de inmediatez, que ya no nos permite ni imaginar siquiera, esta cibertecnología expedita que acabó con la espera y estas canciones ramplonas y sin mensajes nos están sacando de curso como satélite que se desvía de su órbita y quizás estemos en rumbo de coalición contra la desesperanza, ante esa desolación que nos amenaza presiento que nuestro único recurso es iniciar el camino de regreso, retroceder millones de años y encontrarnos con que era cierto lo que un par de cavernícolas descubrieron aterrados una mañana cualquiera.
Ojalá tengamos la valentía de volver a aquella magia de la cual no debimos apartarnos nunca, ojala tengamos el coraje de aceptar los errores para que aprendamos de nuevo y para siempre, antes de que nuestra memoria se pierda en los confines de los tiempos, algo que en un tiempo supimos y jamás debimos olvidar y es que el amor ha sido la mejor y más gratificante aventura humana desde aquel instante maravilloso en que un hombre y una mujer tuvieron la extraordinaria coincidencia de mirarse a los ojos por primera vez.
POSTDATA: a todos, feliz día del amor y la amistad, los dos sentimientos más puros y gratificantes que pueda tener un ser humano.
Hace millones de años ocurrió el prodigio del primer beso. En un lugar incierto de este planeta trágico, un cavernícola, espantado por su figura de animal extraño reflejada en las aguas de un manantial corrió a buscar amparo, en su camino se encontró con una mujer despavorida, que venía huyéndole al espanto de su propia […]
Hace millones de años ocurrió el prodigio del primer beso. En un lugar incierto de este planeta trágico, un cavernícola, espantado por su figura de animal extraño reflejada en las aguas de un manantial corrió a buscar amparo, en su camino se encontró con una mujer despavorida, que venía huyéndole al espanto de su propia imagen reflejada en las mansas aguas de un lago cercano, se abrazaron para consolarse y en ese instante de terror encontraron consuelo por primera vez cuando se vieron reflejados cada uno en los ojos del otro, la imagen les pareció tan hermosa que se acercaron más para verse mejor y en ese intento sus labios se unieron dando origen a ese gran beso primigenio que acabó en un instante con todos los miedos del hombre.
Habían descubierto el amor, quizás en el más pavoroso momento de sus vidas. Así fue aquella vez y así ha sido durante millones de años.
El hombre comenzó a tener sentido de la belleza cuando la vio en los ojos de una mujer y entonces intentó perpetuarla con versos y canciones. Así comienza la historia del amor que es también la de los sueños.
Hace muchísimos años inventamos el arte, la música y la literatura solo para ellas y en ese camino aprendimos el milagro de atrevernos a cantar mejor que los pájaros.
El amor nos hace soñar y luego perseguir esos sueños que inventamos, porque es un hacedor de milagros. Es nuestro único recurso contra la desolación y nos ha enseñado desde siempre que caminamos más lejos cuando amamos pero volamos más alto cuando soñamos.
Pero debo confesar ahora que tengo el temor de que el amor se acabe. Este mundo de inmediatez, que ya no nos permite ni imaginar siquiera, esta cibertecnología expedita que acabó con la espera y estas canciones ramplonas y sin mensajes nos están sacando de curso como satélite que se desvía de su órbita y quizás estemos en rumbo de coalición contra la desesperanza, ante esa desolación que nos amenaza presiento que nuestro único recurso es iniciar el camino de regreso, retroceder millones de años y encontrarnos con que era cierto lo que un par de cavernícolas descubrieron aterrados una mañana cualquiera.
Ojalá tengamos la valentía de volver a aquella magia de la cual no debimos apartarnos nunca, ojala tengamos el coraje de aceptar los errores para que aprendamos de nuevo y para siempre, antes de que nuestra memoria se pierda en los confines de los tiempos, algo que en un tiempo supimos y jamás debimos olvidar y es que el amor ha sido la mejor y más gratificante aventura humana desde aquel instante maravilloso en que un hombre y una mujer tuvieron la extraordinaria coincidencia de mirarse a los ojos por primera vez.
POSTDATA: a todos, feliz día del amor y la amistad, los dos sentimientos más puros y gratificantes que pueda tener un ser humano.