Laura Gámez y Alfonso Cabanzo lanzan la Red de Filosofía Cesarense: un colectivo que examina interrogantes desde Rafael Carrillo Lúquez hasta Diomedes Díaz.
“Creo que este tipo de entornos geográficos influyen mucho en esa reflexión filosófica pura”, explica Alfonso Cabanzo, un filósofo del interior que llegó a trabajar a Valledupar como funcionario público y hoy junto a otros filósofos vallenatos están en búsqueda de más pensadores e interesados en abordar las preguntas de nuestra sociedad.
Cabanzo describe a Valledupar como “una ciudad pequeña que propicia la reflexión”, destacando cómo el contacto con la naturaleza y la diversidad cultural influyen en el pensamiento filosófico. Por su trabajo se ha permitido conocer todo el departamento: “Estoy en contacto con comunidades indígenas y afro, lo cual es bastante diferente a lo que estoy acostumbrado”, señala.
“Me sorprendió mucho saber que el fundador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional era de aquí, de Valledupar”, reflexiona Cabanzo sobre el legado de Rafael Carrillo Lúquez. Este descubrimiento lo llevó a investigar más sobre la historia filosófica de la región y a darse cuenta de que, a pesar de la importancia de Carrillo Lúquez, “en la cuna de uno de los fundadores de esta facultad no existía una sola Facultad de Filosofía en las universidades de acá”.
La Iniciativa de la Red de Filosofía Cesarense
Actualmente, el colectivo de la Red de Filosofía Cesarense reúne a siete pensadores con el objetivo de promover el diálogo filosófico en Valledupar. Cabanzo explica: “la idea es unir los nodos sueltos del trabajo filosófico en Valledupar y darles visibilidad”. Además, busca establecer contactos con filósofos externos para enriquecer las discusiones y ampliar el alcance del grupo.
La Red tiene como objetivo fomentar el diálogo en el que miembros e interesados puedan discutir temas de la sociedad vallenata, plantear interrogantes sobre nuestra propia cultura para que se pueda avanzar en temas que nos enriquezcan como sociedad, además de dar a conocer el trabajo filosófico realizado en la región y conectar a filósofos locales con otros pensadores externos, de esa manera organizarán foros y actividades que acerquen la filosofía a la comunidad.
Cabanzo actualmente trabaja en la Secretaría de Educación, lo que le permite interactuar con instituciones educativas que representan a comunidades indígenas y afrodescendientes. En su experiencia, este lugar es un verdadero “punto de encuentro de diferentes culturas”. Aunque reconoce que la idea del “encuentro de las Tres Culturas” —la indígena, la africana y la europea— es un cliché común en Colombia, él sostiene que “aquí se vive muchísimo más” esa diversidad cultural.
Para ilustrar esta idea, Cabanzo comparte una experiencia personal: “Llegué a un resguardo donde no hay luz después de cierta hora; se apaga la luz eléctrica. Puedo ver las estrellas directamente y lo primero que veo en una noche despejada es la Vía Láctea”. Este fenómeno astronómico para los griegos tenía una explicación mitológica como “la leche de una diosa”. Este encuentro revela cómo dos culturas: griegos y yukpas, separadas por miles de kilómetros y dos mil años de historia, pueden observar el mismo fragmento del cielo y ofrecer significados completamente diferentes. “Lo que me sorprende es que tenemos dos culturas separadas por 2.000 años de distancia y miles de kilómetros, y sin embargo localizaron la misma porción de cielo”, reflexiona Cabanzo.
Laura Gómez, filósofa en Valledupar, explora también su saber en la ciudad: “Aprovecho este espacio para hacer charlas filosóficas también con mujeres”, menciona al referirse a una red dedicada a discutir la maternidad desde una perspectiva filosófica. Esta red surge como respuesta a un ensayo de una escritora mexicana que plantea cuántas preguntas han quedado sin formular por el hecho de que históricamente los filósofos han sido hombres. “Decidí crear la filosofía de la maternidad para abordar esas preguntas”, comenta.
Gómez enfatiza la importancia de llevar la filosofía más allá del ámbito académico. “Siento que hay que sacar la filosofía de la academia y traerla a las conversaciones cotidianas”, sostiene. Su objetivo es acercar a las personas a esta disciplina mediante discusiones interactivas y eventos filosóficos accesibles. “Las conversaciones filosóficas también se dan entre amigos y familiares”, explica.
“Es perfectamente entendible que haya salido un filósofo de acá; lo sorprendente es que no hayan salido más”, enfatiza Alfonso al mencionar las diferencias entre Carrillo Lúquez y Diomedes Díaz como representantes de la filosofía en la cultura de diferente naturaleza.
Aborda cómo las tradiciones culturales pueden ser objeto de análisis filosófico. Por ejemplo, reflexiona sobre cómo las canciones vallenatas pueden ofrecer perspectivas sobre cuestiones éticas. “Uno puede hacer un análisis filosófico sobre cómo estas tradiciones reflejan dudas filosóficas cotidianas”, afirma. “Esto se evidencia en su análisis del hedonismo presente en las letras de Diomedes Díaz, donde se plantea que “todo lo demás carece de sentido” y se busca la “satisfacción de los placeres” al referirse Cabanzo a la letra de ‘La plata’ del cantautor.
La Red de Filosofía Cesarense representa un esfuerzo para revitalizar el pensamiento crítico en Valledupar. A través de esta iniciativa, Alfonso Cabanzo y sus colegas buscan no solo promover el estudio de la filosofía, sino también enriquecer el tejido cultural y académico de su comunidad. En un mundo donde las preguntas existenciales son cada vez más relevantes, este colectivo se erige como un faro para aquellos que buscan entender mejor su lugar en el universo y encontrar al próximo Carrillo Luquez de la región.
Por: Katlin Navarro/EL PILÓN
Laura Gámez y Alfonso Cabanzo lanzan la Red de Filosofía Cesarense: un colectivo que examina interrogantes desde Rafael Carrillo Lúquez hasta Diomedes Díaz.
“Creo que este tipo de entornos geográficos influyen mucho en esa reflexión filosófica pura”, explica Alfonso Cabanzo, un filósofo del interior que llegó a trabajar a Valledupar como funcionario público y hoy junto a otros filósofos vallenatos están en búsqueda de más pensadores e interesados en abordar las preguntas de nuestra sociedad.
Cabanzo describe a Valledupar como “una ciudad pequeña que propicia la reflexión”, destacando cómo el contacto con la naturaleza y la diversidad cultural influyen en el pensamiento filosófico. Por su trabajo se ha permitido conocer todo el departamento: “Estoy en contacto con comunidades indígenas y afro, lo cual es bastante diferente a lo que estoy acostumbrado”, señala.
“Me sorprendió mucho saber que el fundador de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional era de aquí, de Valledupar”, reflexiona Cabanzo sobre el legado de Rafael Carrillo Lúquez. Este descubrimiento lo llevó a investigar más sobre la historia filosófica de la región y a darse cuenta de que, a pesar de la importancia de Carrillo Lúquez, “en la cuna de uno de los fundadores de esta facultad no existía una sola Facultad de Filosofía en las universidades de acá”.
La Iniciativa de la Red de Filosofía Cesarense
Actualmente, el colectivo de la Red de Filosofía Cesarense reúne a siete pensadores con el objetivo de promover el diálogo filosófico en Valledupar. Cabanzo explica: “la idea es unir los nodos sueltos del trabajo filosófico en Valledupar y darles visibilidad”. Además, busca establecer contactos con filósofos externos para enriquecer las discusiones y ampliar el alcance del grupo.
La Red tiene como objetivo fomentar el diálogo en el que miembros e interesados puedan discutir temas de la sociedad vallenata, plantear interrogantes sobre nuestra propia cultura para que se pueda avanzar en temas que nos enriquezcan como sociedad, además de dar a conocer el trabajo filosófico realizado en la región y conectar a filósofos locales con otros pensadores externos, de esa manera organizarán foros y actividades que acerquen la filosofía a la comunidad.
Cabanzo actualmente trabaja en la Secretaría de Educación, lo que le permite interactuar con instituciones educativas que representan a comunidades indígenas y afrodescendientes. En su experiencia, este lugar es un verdadero “punto de encuentro de diferentes culturas”. Aunque reconoce que la idea del “encuentro de las Tres Culturas” —la indígena, la africana y la europea— es un cliché común en Colombia, él sostiene que “aquí se vive muchísimo más” esa diversidad cultural.
Para ilustrar esta idea, Cabanzo comparte una experiencia personal: “Llegué a un resguardo donde no hay luz después de cierta hora; se apaga la luz eléctrica. Puedo ver las estrellas directamente y lo primero que veo en una noche despejada es la Vía Láctea”. Este fenómeno astronómico para los griegos tenía una explicación mitológica como “la leche de una diosa”. Este encuentro revela cómo dos culturas: griegos y yukpas, separadas por miles de kilómetros y dos mil años de historia, pueden observar el mismo fragmento del cielo y ofrecer significados completamente diferentes. “Lo que me sorprende es que tenemos dos culturas separadas por 2.000 años de distancia y miles de kilómetros, y sin embargo localizaron la misma porción de cielo”, reflexiona Cabanzo.
Laura Gómez, filósofa en Valledupar, explora también su saber en la ciudad: “Aprovecho este espacio para hacer charlas filosóficas también con mujeres”, menciona al referirse a una red dedicada a discutir la maternidad desde una perspectiva filosófica. Esta red surge como respuesta a un ensayo de una escritora mexicana que plantea cuántas preguntas han quedado sin formular por el hecho de que históricamente los filósofos han sido hombres. “Decidí crear la filosofía de la maternidad para abordar esas preguntas”, comenta.
Gómez enfatiza la importancia de llevar la filosofía más allá del ámbito académico. “Siento que hay que sacar la filosofía de la academia y traerla a las conversaciones cotidianas”, sostiene. Su objetivo es acercar a las personas a esta disciplina mediante discusiones interactivas y eventos filosóficos accesibles. “Las conversaciones filosóficas también se dan entre amigos y familiares”, explica.
“Es perfectamente entendible que haya salido un filósofo de acá; lo sorprendente es que no hayan salido más”, enfatiza Alfonso al mencionar las diferencias entre Carrillo Lúquez y Diomedes Díaz como representantes de la filosofía en la cultura de diferente naturaleza.
Aborda cómo las tradiciones culturales pueden ser objeto de análisis filosófico. Por ejemplo, reflexiona sobre cómo las canciones vallenatas pueden ofrecer perspectivas sobre cuestiones éticas. “Uno puede hacer un análisis filosófico sobre cómo estas tradiciones reflejan dudas filosóficas cotidianas”, afirma. “Esto se evidencia en su análisis del hedonismo presente en las letras de Diomedes Díaz, donde se plantea que “todo lo demás carece de sentido” y se busca la “satisfacción de los placeres” al referirse Cabanzo a la letra de ‘La plata’ del cantautor.
La Red de Filosofía Cesarense representa un esfuerzo para revitalizar el pensamiento crítico en Valledupar. A través de esta iniciativa, Alfonso Cabanzo y sus colegas buscan no solo promover el estudio de la filosofía, sino también enriquecer el tejido cultural y académico de su comunidad. En un mundo donde las preguntas existenciales son cada vez más relevantes, este colectivo se erige como un faro para aquellos que buscan entender mejor su lugar en el universo y encontrar al próximo Carrillo Luquez de la región.
Por: Katlin Navarro/EL PILÓN