“Yo soy… la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis: 22,16. Nuestras almas están tristes por la partida a la eternidad del pastor Ángel Flores León. El pastor Ángel ejerció una influencia tan positiva en la Iglesia de Cristo y en toda la ciudad, que solo la eternidad podrá dimensionar y justipreciar. Son muchísimas las personas […]
“Yo soy… la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis: 22,16.
Nuestras almas están tristes por la partida a la eternidad del pastor Ángel Flores León. El pastor Ángel ejerció una influencia tan positiva en la Iglesia de Cristo y en toda la ciudad, que solo la eternidad podrá dimensionar y justipreciar. Son muchísimas las personas y familias que bajo su liderazgo recuperaron su identidad y aprendieron a vivir la vida de “otra manera”.
En el texto del epígrafe, Jesús nuevamente se afirma como el Yo soy… la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana que promete un nuevo día. Es la estrella que aparece y brilla con fulgor antes del amanecer. Esto es Cristo para nosotros en medio de nuestra consternación.
En las noches tenebrosas de nuestras tristezas, Dios se acerca a nosotros con la promesa de un nuevo comienzo. Podemos soportar la oscura y sombría hora porque la estrella resplandeciente de la mañana, que brilla con esperanza, saldrá en nuestros corazones.
Iglesia de Cristo: hay un lema triunfante cuando el pesar ronda a través de nuestras emociones y nuestros corazones revientan de dolor: ¡manténgase firmes! La estrella de la mañana saldrá en el oscuro firmamento de nuestro sufrimiento. El apóstol Pedro nos dice que la estrella de la mañana no solo sale en el firmamento de la historia, sino también en los rincones de nuestro corazón: “Hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”. Así que, la lucha contra el pesar podemos convertirla en un escalón de grandeza.
El tiempo de dolor puede ser una de las ocasiones más creadoras de nuestras vidas. Puesto que el dolor es tan profundo, puede ayudarnos a experimentar el amor de Dios a un nivel también profundo.
Pérdidas dolorosas como esta nos preparan para proyectarnos con valor hacia el futuro. Si nos hemos sentido defraudados y confundidos, pero lo hemos aceptado con humildad; y si hemos sentido las mismas emociones humanas sin negarlas y hemos crecido para confiar por completo en Dios con nuestros sentimientos, entonces vendrá aquel maravilloso momento en que brille la estrella resplandeciente de la mañana.
La realidad de despedirnos algún día está siempre presente. Cuando las cosas no salen como habíamos esperado, cuando las puertas se cierran para siempre, cuando hemos hecho lo mejor que hemos podido y la situación no ha cambiado, cuando parten nuestros seres amados; el proceso del duelo tiene su plena fructificación, nos ayuda a aceptar la realidad y a proseguir hacia el futuro.
El proceso saludable del pesar después de las pérdidas y desilusiones de la vida neutraliza la amargura. Jesús dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Es decir, les trae una bienaventuranza inspirada por Dios, una gozosa cercanía a él. ¡Los que lloran las pérdidas de la vida son los que abren su corazón para ser consolados!
Rogamos para que el consuelo de Dios nos ayude a abrirnos paso a través de nuestros sentimientos y nos indique el tiempo en que termina la noche. Jesús no negó que exista la noche del pesar, pero también prometió la estrella de la mañana. Él tiene poder para sanarnos, restaurarnos y darnos un nuevo comienzo. Cuando se nos ha concedido el valor para despedirnos de lo más amado, estamos listos para experimentar lo que nunca nos atrevimos a soñar que sería posible en el futuro.
Auguro un avivamiento espiritual nunca visto. La semilla caída en tierra no dejará de dar fruto. Ha dejado de brillar una estrella en el firmamento celestial, pero una multitud de luceros alumbrarán, de parte de Dios, el camino del amor y la reconciliación.
Para la pastora Mami, sus hijos, el cuerpo pastoral y el liderazgo de Jesús en el Señor, un abrazo solidario y la seguridad de nuestras oraciones…
“Yo soy… la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis: 22,16. Nuestras almas están tristes por la partida a la eternidad del pastor Ángel Flores León. El pastor Ángel ejerció una influencia tan positiva en la Iglesia de Cristo y en toda la ciudad, que solo la eternidad podrá dimensionar y justipreciar. Son muchísimas las personas […]
“Yo soy… la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis: 22,16.
Nuestras almas están tristes por la partida a la eternidad del pastor Ángel Flores León. El pastor Ángel ejerció una influencia tan positiva en la Iglesia de Cristo y en toda la ciudad, que solo la eternidad podrá dimensionar y justipreciar. Son muchísimas las personas y familias que bajo su liderazgo recuperaron su identidad y aprendieron a vivir la vida de “otra manera”.
En el texto del epígrafe, Jesús nuevamente se afirma como el Yo soy… la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana que promete un nuevo día. Es la estrella que aparece y brilla con fulgor antes del amanecer. Esto es Cristo para nosotros en medio de nuestra consternación.
En las noches tenebrosas de nuestras tristezas, Dios se acerca a nosotros con la promesa de un nuevo comienzo. Podemos soportar la oscura y sombría hora porque la estrella resplandeciente de la mañana, que brilla con esperanza, saldrá en nuestros corazones.
Iglesia de Cristo: hay un lema triunfante cuando el pesar ronda a través de nuestras emociones y nuestros corazones revientan de dolor: ¡manténgase firmes! La estrella de la mañana saldrá en el oscuro firmamento de nuestro sufrimiento. El apóstol Pedro nos dice que la estrella de la mañana no solo sale en el firmamento de la historia, sino también en los rincones de nuestro corazón: “Hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”. Así que, la lucha contra el pesar podemos convertirla en un escalón de grandeza.
El tiempo de dolor puede ser una de las ocasiones más creadoras de nuestras vidas. Puesto que el dolor es tan profundo, puede ayudarnos a experimentar el amor de Dios a un nivel también profundo.
Pérdidas dolorosas como esta nos preparan para proyectarnos con valor hacia el futuro. Si nos hemos sentido defraudados y confundidos, pero lo hemos aceptado con humildad; y si hemos sentido las mismas emociones humanas sin negarlas y hemos crecido para confiar por completo en Dios con nuestros sentimientos, entonces vendrá aquel maravilloso momento en que brille la estrella resplandeciente de la mañana.
La realidad de despedirnos algún día está siempre presente. Cuando las cosas no salen como habíamos esperado, cuando las puertas se cierran para siempre, cuando hemos hecho lo mejor que hemos podido y la situación no ha cambiado, cuando parten nuestros seres amados; el proceso del duelo tiene su plena fructificación, nos ayuda a aceptar la realidad y a proseguir hacia el futuro.
El proceso saludable del pesar después de las pérdidas y desilusiones de la vida neutraliza la amargura. Jesús dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Es decir, les trae una bienaventuranza inspirada por Dios, una gozosa cercanía a él. ¡Los que lloran las pérdidas de la vida son los que abren su corazón para ser consolados!
Rogamos para que el consuelo de Dios nos ayude a abrirnos paso a través de nuestros sentimientos y nos indique el tiempo en que termina la noche. Jesús no negó que exista la noche del pesar, pero también prometió la estrella de la mañana. Él tiene poder para sanarnos, restaurarnos y darnos un nuevo comienzo. Cuando se nos ha concedido el valor para despedirnos de lo más amado, estamos listos para experimentar lo que nunca nos atrevimos a soñar que sería posible en el futuro.
Auguro un avivamiento espiritual nunca visto. La semilla caída en tierra no dejará de dar fruto. Ha dejado de brillar una estrella en el firmamento celestial, pero una multitud de luceros alumbrarán, de parte de Dios, el camino del amor y la reconciliación.
Para la pastora Mami, sus hijos, el cuerpo pastoral y el liderazgo de Jesús en el Señor, un abrazo solidario y la seguridad de nuestras oraciones…