Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 9 junio, 2023

Energía solar para todos

Valledupar, la ciudad de los vientos, la cuna del vallenato, la tierra de los acordeones, tiene en su horizonte una melodía nueva, una canción que se canta al sol. Y es que, en esta urbe, el astro rey no solo debe ser un espectador de sus días, sino un actor principal en su desarrollo. Este […]

Boton Wpp

Valledupar, la ciudad de los vientos, la cuna del vallenato, la tierra de los acordeones, tiene en su horizonte una melodía nueva, una canción que se canta al sol. Y es que, en esta urbe, el astro rey no solo debe ser un espectador de sus días, sino un actor principal en su desarrollo. Este sol, que ha sido testigo de su historia y ha iluminado sus días, se presenta ahora como el faro que puede guiar nuestro futuro. Un futuro brillante, lleno de luz y de energía, un futuro promisorio capaz de hacer de Valledupar la gran capital de la energía solar. 

El sol, esa estrella que nos visita cada día, es una fortaleza endógena de este territorio. No es un recurso que se agota, no es un bien que se desgasta, es una dádiva que se renueva. Y en Valledupar, abunda. No es una exageración decir que esta ciudad es un sol que nunca se pone, una fuente inagotable de energía que espera ser aprovechada. 

Valledupar, con sus 5 kilovatios hora por metro cuadrado, es una sinfonía de luz. Dame un techo de 7 metros cuadrados y te daré la felicidad para un hogar vallenato. Sí, le daré la energía de la que puede vivir su hogar.  

¿Qué significa aprovechar el sol? No es solo cuestión de paneles y turbinas. Es una transformación profunda, es un cambio de paradigma. Es entender que la energía no tiene por qué ser un lastre, un gasto, una preocupación. O una mortificación. Puede ser una oportunidad, un ahorro, una liberación. Y en este sentido, reitero, Valledupar tiene todas las cartas para ser la gran capital de la energía solar en Colombia. 

La energía solar es amiga del ecosistema, es una aliada de la naturaleza. No contamina, no destruye, no agota. Al contrario, se alimenta de lo que ya está ahí, de lo que siempre ha estado ahí. Y de lo que siempre va a estar ahí. Y que, además, permite su utilización para múltiples usos. Valledupar puede ser un ejemplo a seguir. Puede ser una ciudad que entiende que el desarrollo no tiene por qué ser a costa de la naturaleza, que la prosperidad no tiene por qué ser a costa del planeta y, menos aún, a costa de la gente.

La instalación de paneles solares representa una inversión en el futuro de Valledupar, una inversión que trae beneficios tanto para el medio ambiente como para la economía local. Al reducir el costo de la energía, o al evitarlo en su totalidad, se libera capital que puede ser reinvertido en la ciudad, dinamizando el comercio y generando empleos. Este capital, en lugar de desvanecerse en las arcas de empresas foráneas, se queda en Valledupar, beneficiando directamente a sus habitantes y fortaleciendo su economía.

Las empresas locales también se benefician de esta transición hacia la energía solar. Al reducir sus costos fijos, tienen la oportunidad de reinvertir en su personal, mejorar sus productos y fomentar su crecimiento. Esta eficiencia energética les permite ser más competitivas, más sostenibles y, en última instancia, más resilientes.

Y es que, al final del día, la energía solar es una cuestión de justicia, de aliviar la presión del costo de la energía. Es una forma de aumentar el poder adquisitivo, de permitir que el dinero se gaste en lo que realmente importa: en comida, en ropa, en educación, en recreación. En Valledupar, la energía solar puede ser la diferencia entre vivir al debe o vivir con dignidad.

Si es posible la energía solar para todos los vallenatos. Se necesita, con creces, voluntad política para lograr que el gobierno nacional, por vía compensación, y los gobiernos territoriales, inclusive el sector privado, hagan confluir subsidios en cada emprendimiento solar, de suerte que cada hogar solo aporte lo mínimo necesario. Sería una política pública, que necesariamente involucre al sector financiero, y que concite la participación activa de toda la comunidad.

Valledupar, la ciudad de los vientos y los acordeones, tiene todas las posibilidades para convertirse en la gran capital de la energía solar en Colombia. Para que esto suceda, necesita más que sol. Necesita visión, necesita valor, necesita determinación. Necesita líderes dispuestos a mirar hacia el futuro, a tomar decisiones audaces, a desafiar el status quo. Necesita ciudadanos dispuestos a soñar, a creer, a luchar por un futuro mejor. La luz está ahí, brillando en el cielo, esperando ser transformada en energía, en vida, en progreso. Solo necesitamos abrir los ojos y valorarla. Y entonces, Valledupar no solo será la ciudad de los vientos y los acordeones, sino también la ciudad del sol, la ciudad de la energía, la ciudad del futuro.

Columnista
9 junio, 2023

Energía solar para todos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Camilo Quiróz

Valledupar, la ciudad de los vientos, la cuna del vallenato, la tierra de los acordeones, tiene en su horizonte una melodía nueva, una canción que se canta al sol. Y es que, en esta urbe, el astro rey no solo debe ser un espectador de sus días, sino un actor principal en su desarrollo. Este […]


Valledupar, la ciudad de los vientos, la cuna del vallenato, la tierra de los acordeones, tiene en su horizonte una melodía nueva, una canción que se canta al sol. Y es que, en esta urbe, el astro rey no solo debe ser un espectador de sus días, sino un actor principal en su desarrollo. Este sol, que ha sido testigo de su historia y ha iluminado sus días, se presenta ahora como el faro que puede guiar nuestro futuro. Un futuro brillante, lleno de luz y de energía, un futuro promisorio capaz de hacer de Valledupar la gran capital de la energía solar. 

El sol, esa estrella que nos visita cada día, es una fortaleza endógena de este territorio. No es un recurso que se agota, no es un bien que se desgasta, es una dádiva que se renueva. Y en Valledupar, abunda. No es una exageración decir que esta ciudad es un sol que nunca se pone, una fuente inagotable de energía que espera ser aprovechada. 

Valledupar, con sus 5 kilovatios hora por metro cuadrado, es una sinfonía de luz. Dame un techo de 7 metros cuadrados y te daré la felicidad para un hogar vallenato. Sí, le daré la energía de la que puede vivir su hogar.  

¿Qué significa aprovechar el sol? No es solo cuestión de paneles y turbinas. Es una transformación profunda, es un cambio de paradigma. Es entender que la energía no tiene por qué ser un lastre, un gasto, una preocupación. O una mortificación. Puede ser una oportunidad, un ahorro, una liberación. Y en este sentido, reitero, Valledupar tiene todas las cartas para ser la gran capital de la energía solar en Colombia. 

La energía solar es amiga del ecosistema, es una aliada de la naturaleza. No contamina, no destruye, no agota. Al contrario, se alimenta de lo que ya está ahí, de lo que siempre ha estado ahí. Y de lo que siempre va a estar ahí. Y que, además, permite su utilización para múltiples usos. Valledupar puede ser un ejemplo a seguir. Puede ser una ciudad que entiende que el desarrollo no tiene por qué ser a costa de la naturaleza, que la prosperidad no tiene por qué ser a costa del planeta y, menos aún, a costa de la gente.

La instalación de paneles solares representa una inversión en el futuro de Valledupar, una inversión que trae beneficios tanto para el medio ambiente como para la economía local. Al reducir el costo de la energía, o al evitarlo en su totalidad, se libera capital que puede ser reinvertido en la ciudad, dinamizando el comercio y generando empleos. Este capital, en lugar de desvanecerse en las arcas de empresas foráneas, se queda en Valledupar, beneficiando directamente a sus habitantes y fortaleciendo su economía.

Las empresas locales también se benefician de esta transición hacia la energía solar. Al reducir sus costos fijos, tienen la oportunidad de reinvertir en su personal, mejorar sus productos y fomentar su crecimiento. Esta eficiencia energética les permite ser más competitivas, más sostenibles y, en última instancia, más resilientes.

Y es que, al final del día, la energía solar es una cuestión de justicia, de aliviar la presión del costo de la energía. Es una forma de aumentar el poder adquisitivo, de permitir que el dinero se gaste en lo que realmente importa: en comida, en ropa, en educación, en recreación. En Valledupar, la energía solar puede ser la diferencia entre vivir al debe o vivir con dignidad.

Si es posible la energía solar para todos los vallenatos. Se necesita, con creces, voluntad política para lograr que el gobierno nacional, por vía compensación, y los gobiernos territoriales, inclusive el sector privado, hagan confluir subsidios en cada emprendimiento solar, de suerte que cada hogar solo aporte lo mínimo necesario. Sería una política pública, que necesariamente involucre al sector financiero, y que concite la participación activa de toda la comunidad.

Valledupar, la ciudad de los vientos y los acordeones, tiene todas las posibilidades para convertirse en la gran capital de la energía solar en Colombia. Para que esto suceda, necesita más que sol. Necesita visión, necesita valor, necesita determinación. Necesita líderes dispuestos a mirar hacia el futuro, a tomar decisiones audaces, a desafiar el status quo. Necesita ciudadanos dispuestos a soñar, a creer, a luchar por un futuro mejor. La luz está ahí, brillando en el cielo, esperando ser transformada en energía, en vida, en progreso. Solo necesitamos abrir los ojos y valorarla. Y entonces, Valledupar no solo será la ciudad de los vientos y los acordeones, sino también la ciudad del sol, la ciudad de la energía, la ciudad del futuro.