Nadie quiere ganarse la rifa del tigre. En cualquier parte del universo el servicio de distribución y comercialización de energía eléctrica para un mercado integrado por más de diez millones de habitantes debiera parecer y ser una verdadera mina de oro y eso fue lo que debieron pensar en su momento las firmas Electricidad de […]
Nadie quiere ganarse la rifa del tigre. En cualquier parte del universo el servicio de distribución y comercialización de energía eléctrica para un mercado integrado por más de diez millones de habitantes debiera parecer y ser una verdadera mina de oro y eso fue lo que debieron pensar en su momento las firmas Electricidad de Caracas y una sociedad norteamericana , que rápidamente y al percatarse, lo que debieron hacer antes de, se salieron del negocio cediéndole a la española Unión Fenosa, la que cómo parte de la “nueva conquista” no midió, es difícil hacerlo, que en una parte del mundo había un pedazo de tierra en los que la gente pedía servicios y no tenía como o no quería pagarlos.
Estamos a un paso de repetir uno de nuestros errores históricos y es aquel que consiste que cambiándole el nombre a las cosas desaparece el problema y nunca eso ha sido así y menos ahora porque lo que terminó siendo Electricaribe fue el basurero en donde depositaron los despojos perfumados de las Electrificadoras de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, Cesar, La Guajira y Magangué. Ocho focos de la más descarada corrupción y peor manejo administrativo. Esos fueron sus insumos. Se hablaba en su momento del intercambio de votos por kilovatios y más de una elección se ganó de esa manera, lo que produjo no solo delitos electorales sino que sembró la pésima costumbre de esperar que el recibo por el servicio de energía lo pagara otro, algunos a cambio del voto , necesitados, producto de los altos índices de pobreza y desempleo y también al robo descarado de energía en todos los estratos sociales. Era la cultura del no pago.
Y ahora sin que las condiciones objetivas hayan variado, llaman para escoger a un nuevo o nuevos operadores. Es decir el capítulo se llamará Electricaribe II.
Entonces pienso cuál ha de ser la solución y se me viene a la cabeza lo del método cartesiano y es que ese todo hay que desagregarlo y entregar, en la medida de lo posible, esa responsabilidad a los entes municipales que en su momento histórico fueron exitosos.
Recuerdo que en mi infancia en Sincelejo, por allá en los años 50 y 60 del siglo pasado, ese servicio era prestado eficientemente por la Empresa de Energía Eléctrica de Sincelejo S.A , hasta tal punto que municipios cercanos como Corozal, Sincé y Sampués eran sus clientes. Generaba aproximadamente 8000 kilovatios con maquinaria inglesa y alemana, marcas Crosley y MAN, que se habían importado en la gerencia de Don Rafael Hernández Martínez, para no citar el rumbo y alturas que tomaron las E.P.M de Medellín o la EEB, de Bogotá.
Cada municipio debe hacer frente a esa responsabilidad… Se nos hizo un gran daño sustituyendo a los deudores en esa obligación. Con la energía eléctrica sucedió lo contrario que con el agua. Hoy el servicio de acueducto y alcantarillado es municipal, por qué no la electricidad?
Allí los nuevos alcaldes tienen un gran reto y una excelente oportunidad para demostrar capacidad de gestión, pues no solo sería el negocio de la distribución y comercialización sino que pueden ir abriéndole paso a la generación y especialmente a la fotovoltaica. Me parece un reto interesante.
Nadie quiere ganarse la rifa del tigre. En cualquier parte del universo el servicio de distribución y comercialización de energía eléctrica para un mercado integrado por más de diez millones de habitantes debiera parecer y ser una verdadera mina de oro y eso fue lo que debieron pensar en su momento las firmas Electricidad de […]
Nadie quiere ganarse la rifa del tigre. En cualquier parte del universo el servicio de distribución y comercialización de energía eléctrica para un mercado integrado por más de diez millones de habitantes debiera parecer y ser una verdadera mina de oro y eso fue lo que debieron pensar en su momento las firmas Electricidad de Caracas y una sociedad norteamericana , que rápidamente y al percatarse, lo que debieron hacer antes de, se salieron del negocio cediéndole a la española Unión Fenosa, la que cómo parte de la “nueva conquista” no midió, es difícil hacerlo, que en una parte del mundo había un pedazo de tierra en los que la gente pedía servicios y no tenía como o no quería pagarlos.
Estamos a un paso de repetir uno de nuestros errores históricos y es aquel que consiste que cambiándole el nombre a las cosas desaparece el problema y nunca eso ha sido así y menos ahora porque lo que terminó siendo Electricaribe fue el basurero en donde depositaron los despojos perfumados de las Electrificadoras de Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, Cesar, La Guajira y Magangué. Ocho focos de la más descarada corrupción y peor manejo administrativo. Esos fueron sus insumos. Se hablaba en su momento del intercambio de votos por kilovatios y más de una elección se ganó de esa manera, lo que produjo no solo delitos electorales sino que sembró la pésima costumbre de esperar que el recibo por el servicio de energía lo pagara otro, algunos a cambio del voto , necesitados, producto de los altos índices de pobreza y desempleo y también al robo descarado de energía en todos los estratos sociales. Era la cultura del no pago.
Y ahora sin que las condiciones objetivas hayan variado, llaman para escoger a un nuevo o nuevos operadores. Es decir el capítulo se llamará Electricaribe II.
Entonces pienso cuál ha de ser la solución y se me viene a la cabeza lo del método cartesiano y es que ese todo hay que desagregarlo y entregar, en la medida de lo posible, esa responsabilidad a los entes municipales que en su momento histórico fueron exitosos.
Recuerdo que en mi infancia en Sincelejo, por allá en los años 50 y 60 del siglo pasado, ese servicio era prestado eficientemente por la Empresa de Energía Eléctrica de Sincelejo S.A , hasta tal punto que municipios cercanos como Corozal, Sincé y Sampués eran sus clientes. Generaba aproximadamente 8000 kilovatios con maquinaria inglesa y alemana, marcas Crosley y MAN, que se habían importado en la gerencia de Don Rafael Hernández Martínez, para no citar el rumbo y alturas que tomaron las E.P.M de Medellín o la EEB, de Bogotá.
Cada municipio debe hacer frente a esa responsabilidad… Se nos hizo un gran daño sustituyendo a los deudores en esa obligación. Con la energía eléctrica sucedió lo contrario que con el agua. Hoy el servicio de acueducto y alcantarillado es municipal, por qué no la electricidad?
Allí los nuevos alcaldes tienen un gran reto y una excelente oportunidad para demostrar capacidad de gestión, pues no solo sería el negocio de la distribución y comercialización sino que pueden ir abriéndole paso a la generación y especialmente a la fotovoltaica. Me parece un reto interesante.