Agosto será un mes que quedará marcado en la vida del Presidente Juan Manuel Santos. Las desacertadas decisiones de su administración frente a las políticas de los sectores del agro y comercio exterior tienen al país en una crisis agroindustrial de enormes proporciones.
Por Indalecio Dangond Baquero
Agosto será un mes que quedará marcado en la vida del presidente Juan Manuel Santos. Las desacertadas decisiones de su administración frente a las políticas de los sectores del agro y comercio exterior tienen al país en una crisis agroindustrial de enormes proporciones.
Esta situación que se veía venir es el resultado de haber puesto frente a la cartera del agro unas personas con escasos conocimientos del sector y con prejuicios sobre los empresarios del campo.
Hoy la economía campesina está totalmente desprotegida frente a los TLC y no vemos el impacto de los miles de millones de pesos que el Gobierno dice haber invertido en transferencia de tecnología, asistencia técnica, distritos de riego y subsidios a la comercialización. Alguien tendrá que responder.
Lo más sorprendente de este gobierno, es que sus tecnócratas no hayan aprendido de los errores del pasado. Con las propuestas presentadas esta semana para detener el paro agrario, lo único que van a conseguir es aplazar los problemas.
Esto no se resuelve restructurando créditos, permitiendo la importación directa de insumos agrícolas, estableciendo salvaguardias, nombrando más policías en las fronteras o comprándole la leche a los campesinos de Ubaté en Cundinamarca.
Esto es como recetar aspirina para el cáncer.
La propuesta de reestructuración de los créditos a los campesinos quebrados, debería cambiarse por una compra de cartera, tal como se hizo en el pasado a través del Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria –PRAN-. Ningún productor del campo va a perder tiempo en trámites de importación de insumos ante la Dian.
¿No es suficiente con los seis meses que duran tramitando un crédito ante el Banco Agrario? Deberían pensar en la expedición de una norma que establezca unos techos a los precios de los insumos al productor y así evitar que los intermediarios les arrebaten una parte de la rentabilidad del negocio agropecuario.
Pago por ver una salvaguardia a los productos subsidiados que entran de los Estados Unidos o la Unión Europea. Lo que deberían hacer es exigirles a los burócratas de Corpoica que trabajen en la implementación de pilotos de reconversión agropecuaria y transferencia de tecnología en los subsectores más críticos.
Respecto al contrabando de alimentos, en vez de enviar más policías a vigilar las trochas de nuestras fronteras y exponerlos a que se los coman los mosquitos y los sobornos millonarios de los contrabandistas, deberían construir más puestos de control fronterizos e incrementar los sueldos a la policía fiscal aduanera.
El problema de los bajos precios de la leche por la importación de lactosueros y leche en polvo, no se va a solucionar obligando a Bienestar Familiar a comprar un volumen determinado de leche nacional todos los meses. Lo que se debe acordar con las pasteurizadoras son unos cupos de importación condicionados a la oferta nacional.
Otra gran falla del Gobierno Santos, es que el ministerio de Agricultura no está aplicando la Ley 811 de 2003, respecto a los compromisos de las cadenas productivas para articular técnica y económicamente a los productores con los transformadores, comercializadores y proveedores de servicios.
Este es el sentido común de las cosas, Señor Presidente.
Nota: En Colombia debería implantarse la figura de Senador Vitalicio para que los expresidentes de la república, sigan prestando un servicio a la patria, si así lo desean.
Agosto será un mes que quedará marcado en la vida del Presidente Juan Manuel Santos. Las desacertadas decisiones de su administración frente a las políticas de los sectores del agro y comercio exterior tienen al país en una crisis agroindustrial de enormes proporciones.
Por Indalecio Dangond Baquero
Agosto será un mes que quedará marcado en la vida del presidente Juan Manuel Santos. Las desacertadas decisiones de su administración frente a las políticas de los sectores del agro y comercio exterior tienen al país en una crisis agroindustrial de enormes proporciones.
Esta situación que se veía venir es el resultado de haber puesto frente a la cartera del agro unas personas con escasos conocimientos del sector y con prejuicios sobre los empresarios del campo.
Hoy la economía campesina está totalmente desprotegida frente a los TLC y no vemos el impacto de los miles de millones de pesos que el Gobierno dice haber invertido en transferencia de tecnología, asistencia técnica, distritos de riego y subsidios a la comercialización. Alguien tendrá que responder.
Lo más sorprendente de este gobierno, es que sus tecnócratas no hayan aprendido de los errores del pasado. Con las propuestas presentadas esta semana para detener el paro agrario, lo único que van a conseguir es aplazar los problemas.
Esto no se resuelve restructurando créditos, permitiendo la importación directa de insumos agrícolas, estableciendo salvaguardias, nombrando más policías en las fronteras o comprándole la leche a los campesinos de Ubaté en Cundinamarca.
Esto es como recetar aspirina para el cáncer.
La propuesta de reestructuración de los créditos a los campesinos quebrados, debería cambiarse por una compra de cartera, tal como se hizo en el pasado a través del Programa Nacional de Reactivación Agropecuaria –PRAN-. Ningún productor del campo va a perder tiempo en trámites de importación de insumos ante la Dian.
¿No es suficiente con los seis meses que duran tramitando un crédito ante el Banco Agrario? Deberían pensar en la expedición de una norma que establezca unos techos a los precios de los insumos al productor y así evitar que los intermediarios les arrebaten una parte de la rentabilidad del negocio agropecuario.
Pago por ver una salvaguardia a los productos subsidiados que entran de los Estados Unidos o la Unión Europea. Lo que deberían hacer es exigirles a los burócratas de Corpoica que trabajen en la implementación de pilotos de reconversión agropecuaria y transferencia de tecnología en los subsectores más críticos.
Respecto al contrabando de alimentos, en vez de enviar más policías a vigilar las trochas de nuestras fronteras y exponerlos a que se los coman los mosquitos y los sobornos millonarios de los contrabandistas, deberían construir más puestos de control fronterizos e incrementar los sueldos a la policía fiscal aduanera.
El problema de los bajos precios de la leche por la importación de lactosueros y leche en polvo, no se va a solucionar obligando a Bienestar Familiar a comprar un volumen determinado de leche nacional todos los meses. Lo que se debe acordar con las pasteurizadoras son unos cupos de importación condicionados a la oferta nacional.
Otra gran falla del Gobierno Santos, es que el ministerio de Agricultura no está aplicando la Ley 811 de 2003, respecto a los compromisos de las cadenas productivas para articular técnica y económicamente a los productores con los transformadores, comercializadores y proveedores de servicios.
Este es el sentido común de las cosas, Señor Presidente.
Nota: En Colombia debería implantarse la figura de Senador Vitalicio para que los expresidentes de la república, sigan prestando un servicio a la patria, si así lo desean.