Las relaciones estables y duraderas son escasas por esta época, sin embargo, todavía quedan matrimonios felices, cargados de romanticismo y fidelidad que dan ejemplo a las generaciones futuras.
El barrio Kennedy, al centro de Valledupar, fue el principal testigo de esta historia que se gestó por allá en 1965, cuando Modesta González tenía tan solo 13 años de edad. Su vecino, Elier Méndez Ahumada era un joven de 23; pero esto no fue impedimento para el amor.
Hoy, tomados de la mano y con ese brillo intacto en sus miradas, revelaron a EL PILÓN cómo fue que cupido los flechó directo al corazón.
“Fue un amor a primera vista. Elier era diez años mayor que yo. Por eso el romance era un secreto, los besos y encontradas eran a escondidas; por mi edad era poco posible que mis padres lo aceptaran. Tiempo después se enteraron y oficializaron nuestra relación”, confesó Modesta.
Ese amor tan pronto se consolidó, empezó a crecer cada vez más y más. Esperaron cinco años para poder casarse, su unión fue presentada ante Dios en 1970; fruto de esa relación nacieron cuatro hijos: Elier Yovanis, Eliana, Edilene y Elieth; tiempo después llegaron ocho nietos, la continuación de la familia Gonzáles Mendez que tiene como pilares a una santandereana y un cesarense.
La tolerancia, el amor hacia Dios y a su esposo, ha sido el secreto para mantener la estabilidad de su relación, según cuenta Modesta. “Hemos convivido tanto tiempo que me es imposible cambiarle algo. Lo he amado y lo tolero tal y como es; lo he comprendido siempre”, dijo.
Por su parte, Elier, un romántico empedernido asegura que junto a su compañera ha visto cumplidos todos sus anhelos: “Desde el primer día que la conocí la elegí para que fuera mi esposa y se me hizo realidad el sueño. La quiero tanto que le pido a Dios que me permita soñarla como cuando tenía quince años y me lo ha concedido. Mi clave ha sido quererla mucho, sin maltratarla ni con el pétalo de una rosa. No le cambiaría nada porque con el mismo amor que me quiso el primer día, me quiere todavía”.
Para nadie es un secreto que la pandemia llegó inesperadamente y cambió en muchos aspectos la vida y la perspectiva de todos, para algunos ha sido fácil, para otros no tanto. Conservar un matrimonio en la actualidad, con la nueva realidad del mundo, se ha convertido en todo un desafío. “Hemos compartido tanto. He disfrutado muchos momentos, viajamos mucho y donde estemos juntos somos felices”, aseguró Elier.
La pareja coincide en que lo más difícil ha sido sentirse invadidos por el miedo a que alguno de los dos le pase algo: “No queremos separarnos y le pedimos mucho a Dios que le ponga freno a esta pandemia lo más pronto. Sentimos temor por los dos y por la familia. La convivencia es compleja por todos los cuidados que nos ha tocado tener”, indicaron.
Con las innumerables experiencias que han vivido en los 50 años de matrimonio, hicieron una invitación a las parejas de esta generación, al considerar que la poca tolerancia es el principal factor que afecta la estabilidad de una unión amorosa.
“Para soportar una responsabilidad como lo es un matrimonio es necesario concentrarse más en el futuro y menos en el presente. Cuando vienen los hijos, vienen las responsabilidades y los jóvenes muchas veces no piensan en eso”, expresaron.
Además afirmaron que para tener un matrimonio feliz, la clave es confiar y tener mucha fe en Dios y pedirle la sabiduría para luchar contra todos los desafíos que trae un compromiso. De otra parte, exhortaron a deshacerse del machismo y cero maltratos.
Elier pidió la mano de Modesta por segunda vez el pasado mes de junio, ella lo aceptó encantada y este sábado esperan celebrar sus ‘Bodas de Oro’, en compañía de sus hijos, nietos y demás seres queridos.
Por: Andreina Galvez/ EL PILÓN.
Las relaciones estables y duraderas son escasas por esta época, sin embargo, todavía quedan matrimonios felices, cargados de romanticismo y fidelidad que dan ejemplo a las generaciones futuras.
El barrio Kennedy, al centro de Valledupar, fue el principal testigo de esta historia que se gestó por allá en 1965, cuando Modesta González tenía tan solo 13 años de edad. Su vecino, Elier Méndez Ahumada era un joven de 23; pero esto no fue impedimento para el amor.
Hoy, tomados de la mano y con ese brillo intacto en sus miradas, revelaron a EL PILÓN cómo fue que cupido los flechó directo al corazón.
“Fue un amor a primera vista. Elier era diez años mayor que yo. Por eso el romance era un secreto, los besos y encontradas eran a escondidas; por mi edad era poco posible que mis padres lo aceptaran. Tiempo después se enteraron y oficializaron nuestra relación”, confesó Modesta.
Ese amor tan pronto se consolidó, empezó a crecer cada vez más y más. Esperaron cinco años para poder casarse, su unión fue presentada ante Dios en 1970; fruto de esa relación nacieron cuatro hijos: Elier Yovanis, Eliana, Edilene y Elieth; tiempo después llegaron ocho nietos, la continuación de la familia Gonzáles Mendez que tiene como pilares a una santandereana y un cesarense.
La tolerancia, el amor hacia Dios y a su esposo, ha sido el secreto para mantener la estabilidad de su relación, según cuenta Modesta. “Hemos convivido tanto tiempo que me es imposible cambiarle algo. Lo he amado y lo tolero tal y como es; lo he comprendido siempre”, dijo.
Por su parte, Elier, un romántico empedernido asegura que junto a su compañera ha visto cumplidos todos sus anhelos: “Desde el primer día que la conocí la elegí para que fuera mi esposa y se me hizo realidad el sueño. La quiero tanto que le pido a Dios que me permita soñarla como cuando tenía quince años y me lo ha concedido. Mi clave ha sido quererla mucho, sin maltratarla ni con el pétalo de una rosa. No le cambiaría nada porque con el mismo amor que me quiso el primer día, me quiere todavía”.
Para nadie es un secreto que la pandemia llegó inesperadamente y cambió en muchos aspectos la vida y la perspectiva de todos, para algunos ha sido fácil, para otros no tanto. Conservar un matrimonio en la actualidad, con la nueva realidad del mundo, se ha convertido en todo un desafío. “Hemos compartido tanto. He disfrutado muchos momentos, viajamos mucho y donde estemos juntos somos felices”, aseguró Elier.
La pareja coincide en que lo más difícil ha sido sentirse invadidos por el miedo a que alguno de los dos le pase algo: “No queremos separarnos y le pedimos mucho a Dios que le ponga freno a esta pandemia lo más pronto. Sentimos temor por los dos y por la familia. La convivencia es compleja por todos los cuidados que nos ha tocado tener”, indicaron.
Con las innumerables experiencias que han vivido en los 50 años de matrimonio, hicieron una invitación a las parejas de esta generación, al considerar que la poca tolerancia es el principal factor que afecta la estabilidad de una unión amorosa.
“Para soportar una responsabilidad como lo es un matrimonio es necesario concentrarse más en el futuro y menos en el presente. Cuando vienen los hijos, vienen las responsabilidades y los jóvenes muchas veces no piensan en eso”, expresaron.
Además afirmaron que para tener un matrimonio feliz, la clave es confiar y tener mucha fe en Dios y pedirle la sabiduría para luchar contra todos los desafíos que trae un compromiso. De otra parte, exhortaron a deshacerse del machismo y cero maltratos.
Elier pidió la mano de Modesta por segunda vez el pasado mes de junio, ella lo aceptó encantada y este sábado esperan celebrar sus ‘Bodas de Oro’, en compañía de sus hijos, nietos y demás seres queridos.
Por: Andreina Galvez/ EL PILÓN.