El concejal de Bogotá y exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, estuvo de visita en Valledupar para dar una charla en la fundación Universitaria del Área Andina.
El concejal de Bogotá y exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, estuvo de visita en Valledupar para dar una charla en la fundación Universitaria del Área Andina. EL PILÓN dialogó con el concejal de Bogotá sobre la transición energética, el Gobierno nacional y las marchas de este domingo.
Queremos proyectar nuestras capacidades, no solo desde la perspectiva política, sino pensar y proponer soluciones a los problemas de todo el país. En el marco de esa proyección, la Universidad del Área Andina nos invitó a dar una charla para compartir mis apreciaciones sobre las condiciones sociales y económicas del departamento del Cesar. Con un énfasis muy importante: cómo nos vamos a preparar en el Cesar para la transición energética.
El carbón es lo primero que van a dejar de comprar los países y las sociedades avanzadas por sus compromisos de disminución de emisiones de gases efecto invernadero.
El departamento del Cesar tenía una vocación agropecuaria maravillosa en la década de los 80. Tenía un peso importante dentro de la producción agropecuaria del país. Pero con el desarrollo del carbón se quedó mirando hacia el norte.
El desarrollo del carbón, que es rentable, generó unas oportunidades económicas también muy rentables, pero altamente expuestas a la informalidad, como las señoras que preparan comida, que lavan la ropa, que arriendan habitaciones y el mototaxismo.
Se generó un empleo que no tiene una vocación de largo plazo. Necesitábamos prepararnos con algo de antelación. Vamos tarde.
El departamento del Cesar tiene una tasa de desempleo del 12 %. Necesitamos entender mejor cómo reactivar la maquinaria de generación de empleo.
Hay un elemento preocupante: la cantidad de gente que está por fuera de la fuerza de trabajo, es decir, mujeres dedicadas a oficios del hogar, jóvenes que no estudian y tampoco trabajan y pensionados. Esa población es del 40.2 %, es un porcentaje muy alto en comparación con otros departamentos y ciudades capitales.
El Cesar depende fundamentalmente del empleo que genera el comercio, las actividades agropecuarias y el sector público. Pero es un comercio que no está estructurado e incluye el almacén y al vendedor de la calle. Está altamente expuesto a la informalidad y la pobreza.
Los últimos datos del Dane muestran una informalidad del 62.8%, casi el doble que la de Bogotá.
Ese es el otro desafío: la reducción de la pobreza en el departamento. Los datos muestran que el 52% de las personas se encuentran en situación de pobreza monetaria, pero la percepción es más alta. El 70% de los cesarenses se considera pobre.
Mucha de esas personas dicen: ‘Ya no me puedo quedar en la casa porque estamos pasando hambre. Tengo que salir a buscar un trabajo’. Cuando la gente sale a buscar un trabajo se enfrenta con el desempleo. No es que las empresas estén quebradas, sino que está llegando más gente a pedir trabajo y no hay suficientes empresas.
En primer lugar, mirar al sector agropecuario, clave a la hora de generar empleo. La mano de obra del sector agropecuario del Cesar no está tan envejecida, como sucede en otros departamentos.
Es una oportunidad para ser más productivos, pero necesitamos tecnología. Se ha hablado de que la dependencia del maíz al mercado internacional fue causante de la inflación de alimentos porque los cerdos en Colombia comen maíz importado, porque no tenemos suficiente producción nacional.
Entonces, podríamos pensar en una tecnificación del cultivo de maíz de forma extensiva en el departamento. Insistir en la productividad de la caña panelera, en el plátano y sobre todo en el inventario bovino que tiene el departamento, no sólo para hacer lo mismo que hacíamos en los ochenta, sino para agregar valor y transformaciones, por ejemplo, producir concentrados de alimentos o productos alimenticios para animales.
Ese encadenamiento del agro con el sector manufacturero permitiría que haya innovación alrededor de esos procesos y le da oportunidades a trabajadores jóvenes que tienen interés en participar en servicios tecnológicos o en el desarrollo de tecnología.
Así es que podemos evitar que los jóvenes piensen que la madurez es comprar una moto y salir a hacer carreras en la ciudad.
Solamente 9 de cada 100 pesos que produce el departamento vienen del agro. El principal productor de recursos es la minería. De cada 100 pesos del PIB, produce 26. El comercio pone 14 y 19 en el sector público. La minería y el sector público generan casi el 50 % del PIB en el departamento. Estamos en una zona de comodidad.
Un carro no anda con tres llantas. Se queda varado. Es lo mismo que Bogotá para Colombia. La capital es una de las cuatro ruedas de Colombia.
Aquí lo preocupante es que le vamos a quitar una llanta a la generación de riqueza del departamento, que no sólo genera empleo en esa actividad, sino en el enclave de comercio.
Necesitamos repensar los temas de competencias. Las universidades públicas y privadas, además de las carreras tradicionales, deben ofrecer cursos cortos certificados de 40 a 96 horas que den un atributo específico alrededor de una competencia. Y esa competencia permite a los empresarios encontrar atributos específicos en las personas y no una visión general mixta.
En la década de los 80 y los 90 el departamento del Cesar pesaba el 5 % en actividades agropecuarias del país. Eso se redujo a un 2 %. Ahí es donde hay un potencial clave. Tenemos que ser innovadores. No le podemos decir a los jóvenes que se queden en el campo a sembrar plátano y caña. La única forma es que esas actividades estén tecnificadas, que tengamos unos preceptos de economía circular, encadenamientos.
La Transición Energética justa y ordenada que está en el Plan de Desarrollo todavía es un discurso poético, de ser potencia mundial de vida. El presidente solo está pensando en la transición energética para el departamento de La Guajira, que es necesario y urgente porque es uno de los departamentos más pobres, pero se olvidó del Cesar.
Creo en una manifestación pacífica, respetuosa de la institucionalidad. Nosotros no marchamos por el “fuera Petro”. Nosotros marchamos porque nos gusta hablar con la verdad, tomar decisiones basados en la evidencia, y eso no se está haciendo.
Por Deivis Caro
El concejal de Bogotá y exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, estuvo de visita en Valledupar para dar una charla en la fundación Universitaria del Área Andina.
El concejal de Bogotá y exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, estuvo de visita en Valledupar para dar una charla en la fundación Universitaria del Área Andina. EL PILÓN dialogó con el concejal de Bogotá sobre la transición energética, el Gobierno nacional y las marchas de este domingo.
Queremos proyectar nuestras capacidades, no solo desde la perspectiva política, sino pensar y proponer soluciones a los problemas de todo el país. En el marco de esa proyección, la Universidad del Área Andina nos invitó a dar una charla para compartir mis apreciaciones sobre las condiciones sociales y económicas del departamento del Cesar. Con un énfasis muy importante: cómo nos vamos a preparar en el Cesar para la transición energética.
El carbón es lo primero que van a dejar de comprar los países y las sociedades avanzadas por sus compromisos de disminución de emisiones de gases efecto invernadero.
El departamento del Cesar tenía una vocación agropecuaria maravillosa en la década de los 80. Tenía un peso importante dentro de la producción agropecuaria del país. Pero con el desarrollo del carbón se quedó mirando hacia el norte.
El desarrollo del carbón, que es rentable, generó unas oportunidades económicas también muy rentables, pero altamente expuestas a la informalidad, como las señoras que preparan comida, que lavan la ropa, que arriendan habitaciones y el mototaxismo.
Se generó un empleo que no tiene una vocación de largo plazo. Necesitábamos prepararnos con algo de antelación. Vamos tarde.
El departamento del Cesar tiene una tasa de desempleo del 12 %. Necesitamos entender mejor cómo reactivar la maquinaria de generación de empleo.
Hay un elemento preocupante: la cantidad de gente que está por fuera de la fuerza de trabajo, es decir, mujeres dedicadas a oficios del hogar, jóvenes que no estudian y tampoco trabajan y pensionados. Esa población es del 40.2 %, es un porcentaje muy alto en comparación con otros departamentos y ciudades capitales.
El Cesar depende fundamentalmente del empleo que genera el comercio, las actividades agropecuarias y el sector público. Pero es un comercio que no está estructurado e incluye el almacén y al vendedor de la calle. Está altamente expuesto a la informalidad y la pobreza.
Los últimos datos del Dane muestran una informalidad del 62.8%, casi el doble que la de Bogotá.
Ese es el otro desafío: la reducción de la pobreza en el departamento. Los datos muestran que el 52% de las personas se encuentran en situación de pobreza monetaria, pero la percepción es más alta. El 70% de los cesarenses se considera pobre.
Mucha de esas personas dicen: ‘Ya no me puedo quedar en la casa porque estamos pasando hambre. Tengo que salir a buscar un trabajo’. Cuando la gente sale a buscar un trabajo se enfrenta con el desempleo. No es que las empresas estén quebradas, sino que está llegando más gente a pedir trabajo y no hay suficientes empresas.
En primer lugar, mirar al sector agropecuario, clave a la hora de generar empleo. La mano de obra del sector agropecuario del Cesar no está tan envejecida, como sucede en otros departamentos.
Es una oportunidad para ser más productivos, pero necesitamos tecnología. Se ha hablado de que la dependencia del maíz al mercado internacional fue causante de la inflación de alimentos porque los cerdos en Colombia comen maíz importado, porque no tenemos suficiente producción nacional.
Entonces, podríamos pensar en una tecnificación del cultivo de maíz de forma extensiva en el departamento. Insistir en la productividad de la caña panelera, en el plátano y sobre todo en el inventario bovino que tiene el departamento, no sólo para hacer lo mismo que hacíamos en los ochenta, sino para agregar valor y transformaciones, por ejemplo, producir concentrados de alimentos o productos alimenticios para animales.
Ese encadenamiento del agro con el sector manufacturero permitiría que haya innovación alrededor de esos procesos y le da oportunidades a trabajadores jóvenes que tienen interés en participar en servicios tecnológicos o en el desarrollo de tecnología.
Así es que podemos evitar que los jóvenes piensen que la madurez es comprar una moto y salir a hacer carreras en la ciudad.
Solamente 9 de cada 100 pesos que produce el departamento vienen del agro. El principal productor de recursos es la minería. De cada 100 pesos del PIB, produce 26. El comercio pone 14 y 19 en el sector público. La minería y el sector público generan casi el 50 % del PIB en el departamento. Estamos en una zona de comodidad.
Un carro no anda con tres llantas. Se queda varado. Es lo mismo que Bogotá para Colombia. La capital es una de las cuatro ruedas de Colombia.
Aquí lo preocupante es que le vamos a quitar una llanta a la generación de riqueza del departamento, que no sólo genera empleo en esa actividad, sino en el enclave de comercio.
Necesitamos repensar los temas de competencias. Las universidades públicas y privadas, además de las carreras tradicionales, deben ofrecer cursos cortos certificados de 40 a 96 horas que den un atributo específico alrededor de una competencia. Y esa competencia permite a los empresarios encontrar atributos específicos en las personas y no una visión general mixta.
En la década de los 80 y los 90 el departamento del Cesar pesaba el 5 % en actividades agropecuarias del país. Eso se redujo a un 2 %. Ahí es donde hay un potencial clave. Tenemos que ser innovadores. No le podemos decir a los jóvenes que se queden en el campo a sembrar plátano y caña. La única forma es que esas actividades estén tecnificadas, que tengamos unos preceptos de economía circular, encadenamientos.
La Transición Energética justa y ordenada que está en el Plan de Desarrollo todavía es un discurso poético, de ser potencia mundial de vida. El presidente solo está pensando en la transición energética para el departamento de La Guajira, que es necesario y urgente porque es uno de los departamentos más pobres, pero se olvidó del Cesar.
Creo en una manifestación pacífica, respetuosa de la institucionalidad. Nosotros no marchamos por el “fuera Petro”. Nosotros marchamos porque nos gusta hablar con la verdad, tomar decisiones basados en la evidencia, y eso no se está haciendo.
Por Deivis Caro