Y ADEMAS Por: ALBERTO HERAZO PALMERA El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos. Mientras unos los ensalzan, otros […]
Y ADEMAS
Por: ALBERTO HERAZO PALMERA
El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos.
Mientras unos los ensalzan, otros lo denigran, otros cosechan más amarguras que satisfacciones. Viven entre aplausos y la diatriba. Entre el elogio y el escarnio. Ese es el signo del hombre público. El verdadero político visita a diario los barrios, asiste a los entierros. Esa presencia cercana con el mundo le da presencia inconmovible en ese medio ambiental. Mientras que los políticos “señoritongos” que los hay en nuestra tierra visitan como salvadores los barrios y los mercados, en vísperas electorales.
El político debe aceptar después de haberse metido al fragor político, que su vida, entre a las zarandas de las controversias. Así de sencillo. Mucho de ellos manejan mucha vitrina, viven bajo los reflectores de las cámaras de televisión y organizan un frenesí publicitario en torno a su nombre. A cada minuto las emisoras locales nos informan a que hora se levantan, a que hora orinan, el color de la camisa, el beso de la esposa, a que hora visitan a la que quieren. Los periodistas los asedian para preguntarles sobre el sexo de los ángeles. Y obviamente se sienten el ombligo del mundo. Los envanecen. Los fuelles de la publicidad los convierten en narcisos. Se dejan embriagar de algunos lambones al decirle que son los salvadores del Cesar y Valledupar (en el caso nuestro), los anestesia con salemas hipócritas hasta convertirlos en unos vanidosos, leviatán.
Mucho de ellos, al despertar se acomodan frente al espejo de su alcoba para regodearse con su perfil, con sus ojos de reina asustada, con algunas cirugías en su cuerpo. Pero además, allá en la intimidad de su hogar se miden el tricolor de nuestra bandera, coman el molinillo de la cocina en sus manos derecha como si fuera un set y todo erguido haciendo autovenias, se saluda así mismo como gobernador del Cesar o alcalde de Valledupar.
A muchos de ellos, los lagartos le transforman su perfil de personas buenas y modesta, por una estampa relambida y postiza, que los convierten en seres envanecidos salido del sobaco de Dios. Le dañan la vida, les enferman su alma, lo sacan de su hábitat sencillo para colocarlo en la vitrina mentirosa de una fama pasajera.
Pero muchos de esos políticos tienen sus “peros”, por ejemplo: Algunos no escriben, no hablan, no tienen votos sino comprados, son indecisos, no proyectan, no se saben si son liberales o conservadores, o de la U o del partido verde, finalmente, algunos tienen una imagen domestica, camina como apenados, son tímidos, no tienen brillo mental, sus declaraciones algunas veces lamentables y peor mucho de ellos no tienen ni programa de gobierno.
Me pregunto finalmente, ¿le conviene al Cesar un gobernador o alcalde con alguna de éstas características?. Creo que no. Por eso los invito a que analicen bien a los candidatos antes de votar. Y finalmente cualquier parecido con alguno de nuestro candidatos es pura coincidencia.
SE COMENTA EN LAS TERTULIAS
Importante será el próximo “Coloquio de El Pilón” sobre el espacio público, tema interesante al que hay que obrar con cautela y buscar la soluciones que de mejor manera consulten el bienestar colectivo. Que por desgracia sigue la irresponsabilidad de los mototaxistas, ni las muertes diarias los asustan y en esto no tienen la culpa las autoridades, frente a éstos bellacos no hay autoridad que valga. Déjenlos que se sigan matando. Que por ahí hay un concejal que quiere repetir y se ha invitado un afiche pequeño para pegarlos en los contadores de la luz, que irrespeto y así quiere repetir concejo. Que la verdad sea dicha sólo hay dos candidatos a la gobernación y dos para la alcaldía. Los nombres, no sean pendejos, ustedes lo saben y no nos echemos mentiras. Sería bueno investigar las finanzas de las actuales campañas. Dicen que aquí hay algunos candidatos que carecen de abolengo, pero no se les arruga a nada. Que hay candidatos que atacan la corrupción pero han terminado en concubinato con ello. Blanco es…y gallina lo pone.
Ah, se me olvidaba!. Quiero hacer una aclaración en mi columna pasada apareció “Fanny Zuleta de Oñate, candidata para la alcaldía de La Paz”, debió aparecer Nancy Zuleta de Oñate. Señor Alcalde le recuerdo mi consejo: Corte el muro que sobresale de la base de la tarima de la Plaza Alfonso López y verá que le dará una transparencia total a la plaza. Inténtelo. Cuando quiera le explico la idea, lo hago por su bien y verá que se inmortaliza. Su costo, NADA.
Y ADEMAS Por: ALBERTO HERAZO PALMERA El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos. Mientras unos los ensalzan, otros […]
Y ADEMAS
Por: ALBERTO HERAZO PALMERA
El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos.
Mientras unos los ensalzan, otros lo denigran, otros cosechan más amarguras que satisfacciones. Viven entre aplausos y la diatriba. Entre el elogio y el escarnio. Ese es el signo del hombre público. El verdadero político visita a diario los barrios, asiste a los entierros. Esa presencia cercana con el mundo le da presencia inconmovible en ese medio ambiental. Mientras que los políticos “señoritongos” que los hay en nuestra tierra visitan como salvadores los barrios y los mercados, en vísperas electorales.
El político debe aceptar después de haberse metido al fragor político, que su vida, entre a las zarandas de las controversias. Así de sencillo. Mucho de ellos manejan mucha vitrina, viven bajo los reflectores de las cámaras de televisión y organizan un frenesí publicitario en torno a su nombre. A cada minuto las emisoras locales nos informan a que hora se levantan, a que hora orinan, el color de la camisa, el beso de la esposa, a que hora visitan a la que quieren. Los periodistas los asedian para preguntarles sobre el sexo de los ángeles. Y obviamente se sienten el ombligo del mundo. Los envanecen. Los fuelles de la publicidad los convierten en narcisos. Se dejan embriagar de algunos lambones al decirle que son los salvadores del Cesar y Valledupar (en el caso nuestro), los anestesia con salemas hipócritas hasta convertirlos en unos vanidosos, leviatán.
Mucho de ellos, al despertar se acomodan frente al espejo de su alcoba para regodearse con su perfil, con sus ojos de reina asustada, con algunas cirugías en su cuerpo. Pero además, allá en la intimidad de su hogar se miden el tricolor de nuestra bandera, coman el molinillo de la cocina en sus manos derecha como si fuera un set y todo erguido haciendo autovenias, se saluda así mismo como gobernador del Cesar o alcalde de Valledupar.
A muchos de ellos, los lagartos le transforman su perfil de personas buenas y modesta, por una estampa relambida y postiza, que los convierten en seres envanecidos salido del sobaco de Dios. Le dañan la vida, les enferman su alma, lo sacan de su hábitat sencillo para colocarlo en la vitrina mentirosa de una fama pasajera.
Pero muchos de esos políticos tienen sus “peros”, por ejemplo: Algunos no escriben, no hablan, no tienen votos sino comprados, son indecisos, no proyectan, no se saben si son liberales o conservadores, o de la U o del partido verde, finalmente, algunos tienen una imagen domestica, camina como apenados, son tímidos, no tienen brillo mental, sus declaraciones algunas veces lamentables y peor mucho de ellos no tienen ni programa de gobierno.
Me pregunto finalmente, ¿le conviene al Cesar un gobernador o alcalde con alguna de éstas características?. Creo que no. Por eso los invito a que analicen bien a los candidatos antes de votar. Y finalmente cualquier parecido con alguno de nuestro candidatos es pura coincidencia.
SE COMENTA EN LAS TERTULIAS
Importante será el próximo “Coloquio de El Pilón” sobre el espacio público, tema interesante al que hay que obrar con cautela y buscar la soluciones que de mejor manera consulten el bienestar colectivo. Que por desgracia sigue la irresponsabilidad de los mototaxistas, ni las muertes diarias los asustan y en esto no tienen la culpa las autoridades, frente a éstos bellacos no hay autoridad que valga. Déjenlos que se sigan matando. Que por ahí hay un concejal que quiere repetir y se ha invitado un afiche pequeño para pegarlos en los contadores de la luz, que irrespeto y así quiere repetir concejo. Que la verdad sea dicha sólo hay dos candidatos a la gobernación y dos para la alcaldía. Los nombres, no sean pendejos, ustedes lo saben y no nos echemos mentiras. Sería bueno investigar las finanzas de las actuales campañas. Dicen que aquí hay algunos candidatos que carecen de abolengo, pero no se les arruga a nada. Que hay candidatos que atacan la corrupción pero han terminado en concubinato con ello. Blanco es…y gallina lo pone.
Ah, se me olvidaba!. Quiero hacer una aclaración en mi columna pasada apareció “Fanny Zuleta de Oñate, candidata para la alcaldía de La Paz”, debió aparecer Nancy Zuleta de Oñate. Señor Alcalde le recuerdo mi consejo: Corte el muro que sobresale de la base de la tarima de la Plaza Alfonso López y verá que le dará una transparencia total a la plaza. Inténtelo. Cuando quiera le explico la idea, lo hago por su bien y verá que se inmortaliza. Su costo, NADA.