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Columnista - 30 agosto, 2011

El hombre público o político

Y ADEMAS Por: ALBERTO HERAZO PALMERA El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos. Mientras unos los ensalzan, otros […]

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Y ADEMAS

Por: ALBERTO HERAZO PALMERA

El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos.
Mientras unos los ensalzan, otros lo denigran, otros cosechan más amarguras que satisfacciones. Viven entre aplausos y la diatriba. Entre el elogio y el escarnio. Ese es el signo del hombre público. El verdadero político visita a diario los barrios, asiste a los entierros. Esa presencia cercana con el mundo le da presencia inconmovible en ese medio ambiental. Mientras que los políticos “señoritongos” que los hay en nuestra tierra visitan como salvadores los barrios y los mercados, en vísperas electorales.
El político debe aceptar después de haberse metido al fragor político, que su vida, entre a las zarandas de las controversias. Así de sencillo. Mucho de ellos manejan mucha vitrina, viven bajo los reflectores de las cámaras de televisión y organizan un frenesí publicitario en torno a su nombre. A cada minuto las emisoras locales nos informan a que hora se levantan, a que hora orinan, el color de la camisa, el beso de la esposa, a que hora visitan a la que quieren. Los periodistas los asedian para preguntarles sobre el sexo de los ángeles. Y obviamente se sienten el ombligo del mundo. Los envanecen. Los fuelles de la publicidad los convierten en narcisos. Se dejan embriagar de algunos lambones  al decirle  que  son los salvadores   del Cesar y Valledupar  (en el caso nuestro),  los anestesia  con salemas   hipócritas  hasta   convertirlos  en unos  vanidosos, leviatán.
Mucho de ellos, al despertar  se  acomodan frente al espejo de su alcoba para regodearse  con su perfil, con sus  ojos de reina asustada, con algunas  cirugías  en su cuerpo.  Pero   además, allá   en la intimidad de  su hogar  se  miden  el  tricolor de nuestra bandera,  coman  el molinillo  de  la  cocina  en sus manos derecha  como si fuera  un set  y  todo erguido  haciendo  autovenias,  se  saluda  así mismo   como gobernador  del Cesar o  alcalde  de  Valledupar.
A muchos de  ellos, los lagartos  le transforman  su perfil  de personas  buenas  y modesta, por  una estampa  relambida  y postiza, que los  convierten en seres  envanecidos  salido del sobaco de Dios.  Le dañan la vida, les enferman su alma, lo sacan de  su hábitat  sencillo  para  colocarlo en la vitrina mentirosa  de una fama  pasajera.
Pero muchos de esos políticos  tienen sus  “peros”, por  ejemplo:  Algunos  no escriben, no hablan, no tienen votos  sino comprados, son indecisos, no proyectan, no  se  saben  si son liberales  o conservadores, o de la  U   o del partido  verde, finalmente,  algunos  tienen  una imagen domestica,  camina  como apenados, son tímidos, no tienen brillo mental, sus declaraciones   algunas veces lamentables  y peor  mucho  de ellos  no tienen ni programa  de gobierno.
Me  pregunto finalmente, ¿le  conviene  al Cesar  un gobernador  o alcalde   con alguna de  éstas características?.   Creo  que no.  Por eso  los  invito a  que analicen bien a los candidatos  antes  de  votar.  Y finalmente cualquier parecido  con  alguno de nuestro candidatos es pura  coincidencia.

SE  COMENTA  EN LAS TERTULIAS

Importante  será   el próximo  “Coloquio  de  El Pilón”   sobre  el espacio público, tema interesante al que  hay  que obrar  con cautela y buscar la  soluciones  que  de mejor  manera   consulten  el bienestar   colectivo.  Que por desgracia   sigue  la irresponsabilidad de los mototaxistas, ni las  muertes   diarias  los  asustan  y  en esto no tienen  la  culpa  las  autoridades, frente  a  éstos  bellacos  no hay autoridad  que valga.  Déjenlos   que se  sigan matando. Que  por ahí hay un concejal  que  quiere   repetir  y se ha invitado un afiche  pequeño  para  pegarlos   en los  contadores  de  la luz,  que irrespeto  y   así  quiere   repetir  concejo.    Que la verdad sea  dicha  sólo hay  dos  candidatos  a  la gobernación y dos para  la  alcaldía.  Los nombres, no sean pendejos,  ustedes lo saben y no nos echemos mentiras.  Sería bueno   investigar las finanzas  de las  actuales campañas.  Dicen  que  aquí hay  algunos   candidatos   que carecen  de  abolengo, pero no se les  arruga  a nada.  Que hay candidatos  que  atacan la corrupción   pero han terminado en concubinato con ello. Blanco es…y gallina  lo pone.
Ah,  se  me  olvidaba!.  Quiero hacer una aclaración  en mi columna pasada  apareció  “Fanny  Zuleta  de   Oñate, candidata  para la  alcaldía de  La  Paz”, debió aparecer   Nancy  Zuleta  de   Oñate.  Señor   Alcalde  le recuerdo mi consejo:  Corte  el muro  que  sobresale  de  la  base  de  la tarima  de la  Plaza   Alfonso López   y verá  que le dará una  transparencia total  a  la  plaza. Inténtelo.  Cuando  quiera   le  explico la idea, lo hago por  su bien  y verá  que  se inmortaliza.   Su costo, NADA.

Columnista
30 agosto, 2011

El hombre público o político

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Y ADEMAS Por: ALBERTO HERAZO PALMERA El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos. Mientras unos los ensalzan, otros […]


Y ADEMAS

Por: ALBERTO HERAZO PALMERA

El hombre público o político no tiene verdaderamente vida privada. Siempre esta en la vitrina. Los ojos fiscalizadores los flechan en sus movimientos. Sus gestos, sus amistades, sus horas de descanso, sus rabietas temperamentales, todo, absolutamente todo, entra en la contabilidad de sus críticos.
Mientras unos los ensalzan, otros lo denigran, otros cosechan más amarguras que satisfacciones. Viven entre aplausos y la diatriba. Entre el elogio y el escarnio. Ese es el signo del hombre público. El verdadero político visita a diario los barrios, asiste a los entierros. Esa presencia cercana con el mundo le da presencia inconmovible en ese medio ambiental. Mientras que los políticos “señoritongos” que los hay en nuestra tierra visitan como salvadores los barrios y los mercados, en vísperas electorales.
El político debe aceptar después de haberse metido al fragor político, que su vida, entre a las zarandas de las controversias. Así de sencillo. Mucho de ellos manejan mucha vitrina, viven bajo los reflectores de las cámaras de televisión y organizan un frenesí publicitario en torno a su nombre. A cada minuto las emisoras locales nos informan a que hora se levantan, a que hora orinan, el color de la camisa, el beso de la esposa, a que hora visitan a la que quieren. Los periodistas los asedian para preguntarles sobre el sexo de los ángeles. Y obviamente se sienten el ombligo del mundo. Los envanecen. Los fuelles de la publicidad los convierten en narcisos. Se dejan embriagar de algunos lambones  al decirle  que  son los salvadores   del Cesar y Valledupar  (en el caso nuestro),  los anestesia  con salemas   hipócritas  hasta   convertirlos  en unos  vanidosos, leviatán.
Mucho de ellos, al despertar  se  acomodan frente al espejo de su alcoba para regodearse  con su perfil, con sus  ojos de reina asustada, con algunas  cirugías  en su cuerpo.  Pero   además, allá   en la intimidad de  su hogar  se  miden  el  tricolor de nuestra bandera,  coman  el molinillo  de  la  cocina  en sus manos derecha  como si fuera  un set  y  todo erguido  haciendo  autovenias,  se  saluda  así mismo   como gobernador  del Cesar o  alcalde  de  Valledupar.
A muchos de  ellos, los lagartos  le transforman  su perfil  de personas  buenas  y modesta, por  una estampa  relambida  y postiza, que los  convierten en seres  envanecidos  salido del sobaco de Dios.  Le dañan la vida, les enferman su alma, lo sacan de  su hábitat  sencillo  para  colocarlo en la vitrina mentirosa  de una fama  pasajera.
Pero muchos de esos políticos  tienen sus  “peros”, por  ejemplo:  Algunos  no escriben, no hablan, no tienen votos  sino comprados, son indecisos, no proyectan, no  se  saben  si son liberales  o conservadores, o de la  U   o del partido  verde, finalmente,  algunos  tienen  una imagen domestica,  camina  como apenados, son tímidos, no tienen brillo mental, sus declaraciones   algunas veces lamentables  y peor  mucho  de ellos  no tienen ni programa  de gobierno.
Me  pregunto finalmente, ¿le  conviene  al Cesar  un gobernador  o alcalde   con alguna de  éstas características?.   Creo  que no.  Por eso  los  invito a  que analicen bien a los candidatos  antes  de  votar.  Y finalmente cualquier parecido  con  alguno de nuestro candidatos es pura  coincidencia.

SE  COMENTA  EN LAS TERTULIAS

Importante  será   el próximo  “Coloquio  de  El Pilón”   sobre  el espacio público, tema interesante al que  hay  que obrar  con cautela y buscar la  soluciones  que  de mejor  manera   consulten  el bienestar   colectivo.  Que por desgracia   sigue  la irresponsabilidad de los mototaxistas, ni las  muertes   diarias  los  asustan  y  en esto no tienen  la  culpa  las  autoridades, frente  a  éstos  bellacos  no hay autoridad  que valga.  Déjenlos   que se  sigan matando. Que  por ahí hay un concejal  que  quiere   repetir  y se ha invitado un afiche  pequeño  para  pegarlos   en los  contadores  de  la luz,  que irrespeto  y   así  quiere   repetir  concejo.    Que la verdad sea  dicha  sólo hay  dos  candidatos  a  la gobernación y dos para  la  alcaldía.  Los nombres, no sean pendejos,  ustedes lo saben y no nos echemos mentiras.  Sería bueno   investigar las finanzas  de las  actuales campañas.  Dicen  que  aquí hay  algunos   candidatos   que carecen  de  abolengo, pero no se les  arruga  a nada.  Que hay candidatos  que  atacan la corrupción   pero han terminado en concubinato con ello. Blanco es…y gallina  lo pone.
Ah,  se  me  olvidaba!.  Quiero hacer una aclaración  en mi columna pasada  apareció  “Fanny  Zuleta  de   Oñate, candidata  para la  alcaldía de  La  Paz”, debió aparecer   Nancy  Zuleta  de   Oñate.  Señor   Alcalde  le recuerdo mi consejo:  Corte  el muro  que  sobresale  de  la  base  de  la tarima  de la  Plaza   Alfonso López   y verá  que le dará una  transparencia total  a  la  plaza. Inténtelo.  Cuando  quiera   le  explico la idea, lo hago por  su bien  y verá  que  se inmortaliza.   Su costo, NADA.