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Columnista - 11 agosto, 2018

El Gobierno del presidente, Iván Duque

Alberto Lleras, el primer presidente del Frente Nacional, en 1958 invistió a Darío Echandía como gobernador del Tolima, con el propósito de debilitar el fenómeno de violencia en ese departamento, uno de los más afectados por este conflicto. El expresidente (primer designado) Darío Echandía, uno de los miembros egregios del otrora glorioso partido liberal, representó […]

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Alberto Lleras, el primer presidente del Frente Nacional, en 1958 invistió a Darío Echandía como gobernador del Tolima, con el propósito de debilitar el fenómeno de violencia en ese departamento, uno de los más afectados por este conflicto. El expresidente (primer designado) Darío Echandía, uno de los miembros egregios del otrora glorioso partido liberal, representó la filosofía magistral resumida en el acervo de las frases más célebres de nuestra historia. El presidente Iván Duque, el pasado 7 de agosto durante el inicio del discurso de su posesión, invocó su nombre y quizá su frase más acreditada: ¿El poder para qué?

El maestro Echandía, varias veces explicó que su frase generalmente se interpretaba como displicente, de desprecio por el poder o carencia de ambiciones personales, sin embargo, con su humildad característica manifestaba que, de no hacerse la pregunta, simplemente el poder es para poder, y en Colombia es para eso.

Por esa ejemplarizante lección, recibo con beneficio el esbozo del presidente Iván Duque.

Especialmente, por la ponderación de que, a la presidencia de la república, ha llegado una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas en prejuicios del pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos. Prosiguió nuestro nuevo mandatario en su discurso, que esa generación está llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades y con el mandato de millones de compatriotas de hacer de nuestro país una tierra grande donde los símbolos de nuestro tricolor retomen su significado.
Las avalanchas de elocuencia en los momentos memorables conciben sensibilidad y nos pone en el plano que nos permite soñar. Salir de ese estado en nuestro país es cuestión de tiempo, por ello, es menester estar pendientes del rumbo que tomará nuestro joven presidente, en la esfera de las promesas y cambios estructurales que prometió para los colombianos.

Equidad, emprendimiento y legalidad, los pilares estratégicos que serán lineamientos del nuevo gobierno. Estos pilares deben estar sostenidos por el espíritu de construir y no destruir, en aras de recorrer los cambios que requiere el país. Por eso vale la pena preguntarse: ¿el poder para qué? Dedicarle tiempo para el revanchismo y la concentración del poder, conduce a la incapacidad de establecer acuerdos, ampara la corrupción, debilita la institucionalidad, los valores humanistas, el respeto por los principios, y por la vanidad personalista destruye la democracia.

La historia de Colombia deja en evidencia que somos una nación valiente, laboriosa, que no se amaina al primer ruido. Y por grande que sean las adversidades es aún más grande nuestro deseo de progresar. No me canso de decir que Colombia es resiliencia. Este rimbombante pasaje de su discurso, presidente Iván Duque, es la impronta de lo que somos: una raza de luchadores.

Educación, paz, economía, justicia, medio ambiente, lucha contra la corrupción y relaciones exteriores, convidan cambios estructurales. Napoleón creía que las cuatro aspiraciones que mueven al hombre a la acción son: interés, amor, miedo y fe. Siempre he pensado que nos asiste el deber de construir nación y sociedad, no importa el ámbito. El poder político es para eso, y nos debe conducir a la construcción de país, en esa convocatoria hay mucha ilusión.

Por Luis Elquis Díaz-@LuchoDiaz12

Columnista
11 agosto, 2018

El Gobierno del presidente, Iván Duque

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Alberto Lleras, el primer presidente del Frente Nacional, en 1958 invistió a Darío Echandía como gobernador del Tolima, con el propósito de debilitar el fenómeno de violencia en ese departamento, uno de los más afectados por este conflicto. El expresidente (primer designado) Darío Echandía, uno de los miembros egregios del otrora glorioso partido liberal, representó […]


Alberto Lleras, el primer presidente del Frente Nacional, en 1958 invistió a Darío Echandía como gobernador del Tolima, con el propósito de debilitar el fenómeno de violencia en ese departamento, uno de los más afectados por este conflicto. El expresidente (primer designado) Darío Echandía, uno de los miembros egregios del otrora glorioso partido liberal, representó la filosofía magistral resumida en el acervo de las frases más célebres de nuestra historia. El presidente Iván Duque, el pasado 7 de agosto durante el inicio del discurso de su posesión, invocó su nombre y quizá su frase más acreditada: ¿El poder para qué?

El maestro Echandía, varias veces explicó que su frase generalmente se interpretaba como displicente, de desprecio por el poder o carencia de ambiciones personales, sin embargo, con su humildad característica manifestaba que, de no hacerse la pregunta, simplemente el poder es para poder, y en Colombia es para eso.

Por esa ejemplarizante lección, recibo con beneficio el esbozo del presidente Iván Duque.

Especialmente, por la ponderación de que, a la presidencia de la república, ha llegado una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas en prejuicios del pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos. Prosiguió nuestro nuevo mandatario en su discurso, que esa generación está llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades y con el mandato de millones de compatriotas de hacer de nuestro país una tierra grande donde los símbolos de nuestro tricolor retomen su significado.
Las avalanchas de elocuencia en los momentos memorables conciben sensibilidad y nos pone en el plano que nos permite soñar. Salir de ese estado en nuestro país es cuestión de tiempo, por ello, es menester estar pendientes del rumbo que tomará nuestro joven presidente, en la esfera de las promesas y cambios estructurales que prometió para los colombianos.

Equidad, emprendimiento y legalidad, los pilares estratégicos que serán lineamientos del nuevo gobierno. Estos pilares deben estar sostenidos por el espíritu de construir y no destruir, en aras de recorrer los cambios que requiere el país. Por eso vale la pena preguntarse: ¿el poder para qué? Dedicarle tiempo para el revanchismo y la concentración del poder, conduce a la incapacidad de establecer acuerdos, ampara la corrupción, debilita la institucionalidad, los valores humanistas, el respeto por los principios, y por la vanidad personalista destruye la democracia.

La historia de Colombia deja en evidencia que somos una nación valiente, laboriosa, que no se amaina al primer ruido. Y por grande que sean las adversidades es aún más grande nuestro deseo de progresar. No me canso de decir que Colombia es resiliencia. Este rimbombante pasaje de su discurso, presidente Iván Duque, es la impronta de lo que somos: una raza de luchadores.

Educación, paz, economía, justicia, medio ambiente, lucha contra la corrupción y relaciones exteriores, convidan cambios estructurales. Napoleón creía que las cuatro aspiraciones que mueven al hombre a la acción son: interés, amor, miedo y fe. Siempre he pensado que nos asiste el deber de construir nación y sociedad, no importa el ámbito. El poder político es para eso, y nos debe conducir a la construcción de país, en esa convocatoria hay mucha ilusión.

Por Luis Elquis Díaz-@LuchoDiaz12