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Columnista - 7 septiembre, 2021

El destino del hipócrita

Vale la pena el análisis de este personaje ya que su campo de acción más frecuente es el de la política, pero maneja cualquier otro con destrezas impresionantes; parece que allí, en el tinglado del engaño, se ensañara, ya que encuentra las situaciones ideales para dar rienda suelta a sus farsas, casi siempre empañadas por […]

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Vale la pena el análisis de este personaje ya que su campo de acción más frecuente es el de la política, pero maneja cualquier otro con destrezas impresionantes; parece que allí, en el tinglado del engaño, se ensañara, ya que encuentra las situaciones ideales para dar rienda suelta a sus farsas, casi siempre empañadas por la mala fe, la envidia y la incompetencia.

Nunca produce nada, pero las críticas destructivas salen por todas partes y como por arte de magia las distribuye con una rapidez única y con una facilidad impresionante entre sus adeptos, que normalmente están conformados por los amos de la doble personalidad.

Hace daño por todas partes, destruye al que se les atraviese a sus fines, y en el medio de la política de turno, cuando no es complacido en sus pretensiones, se desgaja en la oscuridad, con toda clase de improperios y calumnias en contra de los gobernantes y dirigentes de turno, y que, acolitado por los medios amarillos, se ayuda para regar sus males, desprestigiar y acabar con el que sea, en el momento propicio.

Conmino a los políticos y dirigentes nuestros, quienes crean que las intenciones y las prácticas de sus funciones han sido bien dirigidas, a que no se dejen maniatar de este tipo de personajes, ni permitirles instancias en el poder, ya que todo lo que tocan lo convierten en discordias, pero al fin y al cabo terminan en donde siempre han debido estar: en el banco del desprestigio público en manos de la soledad y el frío; recuerden que cuando vean a este tipo de personas buscar el lado de Dios, algo raro está pasando en su destino, pero tengan en cuenta que no hay cosa más incendiaria que el enemigo con máscaras.

Donde existe la hipocresía se maneja la burla y en donde se maneja la burla siempre hay un estúpido. Del hipócrita nunca esperes que diga la verdad, pero sí que destruya con la mentira.

Siempre he sentido miedo a que mis conocimientos empiecen a perder fuerza y que mis opiniones no sean tenidas en cuenta y miedo a que mis expresiones de tristezas se confundan con compasión; miedo a ser tratado con indiferencia y miedo a caer en las trampas del desprecio y del desamor. A los años no les temo porque envejecer es un proceso natural pero mis conocimientos, mis opiniones, la indiferencia, el desprecio, el desamor y mis tristezas mencionados son estados del alma; a estos les tengo temor pues el alma nunca envejece y siempre estará sometida a los ataques del diablo, que ha establecido su blanco de manera especial en los corazones que obran con la bondad por encima, pero a la hipocresía y al hipócrita les tengo pánico.

En el campo social y religioso también hay que tener especial cuidado, ya que sus servicios como sus oraciones tienen el límite de la mala fe y cuando rezan tres “Ave María”, fusilan al mismo tiempo a media comunidad.

Al hipócrita compáralo con un gran futbolista: “Hace jugadas hermosas y mete goles fantásticos”, con la diferencia que mientras este permanece en la gloria, en aquel todo se le acaba en el momento preciso en que alguien logre levantarle la impunidad.

Columnista
7 septiembre, 2021

El destino del hipócrita

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Fausto Cotes

Vale la pena el análisis de este personaje ya que su campo de acción más frecuente es el de la política, pero maneja cualquier otro con destrezas impresionantes; parece que allí, en el tinglado del engaño, se ensañara, ya que encuentra las situaciones ideales para dar rienda suelta a sus farsas, casi siempre empañadas por […]


Vale la pena el análisis de este personaje ya que su campo de acción más frecuente es el de la política, pero maneja cualquier otro con destrezas impresionantes; parece que allí, en el tinglado del engaño, se ensañara, ya que encuentra las situaciones ideales para dar rienda suelta a sus farsas, casi siempre empañadas por la mala fe, la envidia y la incompetencia.

Nunca produce nada, pero las críticas destructivas salen por todas partes y como por arte de magia las distribuye con una rapidez única y con una facilidad impresionante entre sus adeptos, que normalmente están conformados por los amos de la doble personalidad.

Hace daño por todas partes, destruye al que se les atraviese a sus fines, y en el medio de la política de turno, cuando no es complacido en sus pretensiones, se desgaja en la oscuridad, con toda clase de improperios y calumnias en contra de los gobernantes y dirigentes de turno, y que, acolitado por los medios amarillos, se ayuda para regar sus males, desprestigiar y acabar con el que sea, en el momento propicio.

Conmino a los políticos y dirigentes nuestros, quienes crean que las intenciones y las prácticas de sus funciones han sido bien dirigidas, a que no se dejen maniatar de este tipo de personajes, ni permitirles instancias en el poder, ya que todo lo que tocan lo convierten en discordias, pero al fin y al cabo terminan en donde siempre han debido estar: en el banco del desprestigio público en manos de la soledad y el frío; recuerden que cuando vean a este tipo de personas buscar el lado de Dios, algo raro está pasando en su destino, pero tengan en cuenta que no hay cosa más incendiaria que el enemigo con máscaras.

Donde existe la hipocresía se maneja la burla y en donde se maneja la burla siempre hay un estúpido. Del hipócrita nunca esperes que diga la verdad, pero sí que destruya con la mentira.

Siempre he sentido miedo a que mis conocimientos empiecen a perder fuerza y que mis opiniones no sean tenidas en cuenta y miedo a que mis expresiones de tristezas se confundan con compasión; miedo a ser tratado con indiferencia y miedo a caer en las trampas del desprecio y del desamor. A los años no les temo porque envejecer es un proceso natural pero mis conocimientos, mis opiniones, la indiferencia, el desprecio, el desamor y mis tristezas mencionados son estados del alma; a estos les tengo temor pues el alma nunca envejece y siempre estará sometida a los ataques del diablo, que ha establecido su blanco de manera especial en los corazones que obran con la bondad por encima, pero a la hipocresía y al hipócrita les tengo pánico.

En el campo social y religioso también hay que tener especial cuidado, ya que sus servicios como sus oraciones tienen el límite de la mala fe y cuando rezan tres “Ave María”, fusilan al mismo tiempo a media comunidad.

Al hipócrita compáralo con un gran futbolista: “Hace jugadas hermosas y mete goles fantásticos”, con la diferencia que mientras este permanece en la gloria, en aquel todo se le acaba en el momento preciso en que alguien logre levantarle la impunidad.