Estaba la época del contrabando en su apogeo, el negocio del mundo era tener un camión para atiborrarlo de mercancía procedente de Venezuela o de algunas islas cercanas como Aruba o Curazao y meterlo hasta Valledupar. El epicentro era Maicao.
Por José Gregorio Guerrero
Estaba la época del contrabando en su apogeo, el negocio del mundo era tener un camión para atiborrarlo de mercancía procedente de Venezuela o de algunas islas cercanas como Aruba o Curazao y meterlo hasta Valledupar. El epicentro era Maicao.
Esa mañana precisamente en esa población se encontró José Bernier con “Guarapo” Baute. Jose, que entraría a Valledupar con el camión atestado de telas de todos los tipos, convidó a Guarapo para traerlo como acompañante, y de paso se economizara el valor del pasaje.
Guarapo ni corto ni perezoso aceptó la invitación. Cuando salieron de Maicao después de medio día, Guarapo le comenta a José que le preocupa la bulla que se siente atrás en el camión a lo que José responde: “tranquilo “Guara” es que las platinas del muelle se soltaron y vienen agarradas con unos alambre”; a Guarapo se le hizo un nudo en la garganta, pero lo disimuló muy bien.
Un poco más adelante le dijo que parece que llevaran un viaje de ganado abajo del camión a lo que José le respondió: si Guara los piñones de la caja están malos, vamos sin rever, y lo de las vacas que braman abajo son los satélites de la trasmisión que vienen zumbando y tengo que cambiarlos.
Antes de llegar a Cuestecita un indio desprevenido se atravesó en la carretera, José lo vio y ni se inmutó, Guarapo alcanzo a ponerse las manos en la cabeza; pero Dios es grande, a pocos metros el indio dio un salto como los de Caterine Ibarguen (casi 15 mts).
Guarapo le pregunta exaltado: José ¿no vite al indio? José da una respuesta fría y cortante: si lo vi compadre pero vamos con los frenos cortos; el nudo de la garganta se le triplicó a guarapo. A esa altura del viaje hubiese preferido pagar cinco veces el pasaje y no ir montado de pasajero de la muerte.
Al llegar a Cuestecita el camión se les apaga, José saca un limón partido por la mitad y se lo restriega a los bornes de la batería, antes que guarapo le preguntara le contesta arbitrariamente “la batería y el arranque están malos, así que te toca empujar el carro; así lo hizo en compañía de unos transeúntes.
Después de ese último episodio la velocidad del camión se aumentó, a lo que Guarapo exclama: “José, vamos con los muelles sueltos, con los terminales que se salen, sin frenos, sin rever, con la batería y el arranque malo, los piñones de la caja y con la trasmisión averiada y nos vamos matando” José lo mira a los ojos y le responde después de un largo silencio: Guara, tenemos que llegar antes que anochezca, por que vamos sin luces.
Estaba la época del contrabando en su apogeo, el negocio del mundo era tener un camión para atiborrarlo de mercancía procedente de Venezuela o de algunas islas cercanas como Aruba o Curazao y meterlo hasta Valledupar. El epicentro era Maicao.
Por José Gregorio Guerrero
Estaba la época del contrabando en su apogeo, el negocio del mundo era tener un camión para atiborrarlo de mercancía procedente de Venezuela o de algunas islas cercanas como Aruba o Curazao y meterlo hasta Valledupar. El epicentro era Maicao.
Esa mañana precisamente en esa población se encontró José Bernier con “Guarapo” Baute. Jose, que entraría a Valledupar con el camión atestado de telas de todos los tipos, convidó a Guarapo para traerlo como acompañante, y de paso se economizara el valor del pasaje.
Guarapo ni corto ni perezoso aceptó la invitación. Cuando salieron de Maicao después de medio día, Guarapo le comenta a José que le preocupa la bulla que se siente atrás en el camión a lo que José responde: “tranquilo “Guara” es que las platinas del muelle se soltaron y vienen agarradas con unos alambre”; a Guarapo se le hizo un nudo en la garganta, pero lo disimuló muy bien.
Un poco más adelante le dijo que parece que llevaran un viaje de ganado abajo del camión a lo que José le respondió: si Guara los piñones de la caja están malos, vamos sin rever, y lo de las vacas que braman abajo son los satélites de la trasmisión que vienen zumbando y tengo que cambiarlos.
Antes de llegar a Cuestecita un indio desprevenido se atravesó en la carretera, José lo vio y ni se inmutó, Guarapo alcanzo a ponerse las manos en la cabeza; pero Dios es grande, a pocos metros el indio dio un salto como los de Caterine Ibarguen (casi 15 mts).
Guarapo le pregunta exaltado: José ¿no vite al indio? José da una respuesta fría y cortante: si lo vi compadre pero vamos con los frenos cortos; el nudo de la garganta se le triplicó a guarapo. A esa altura del viaje hubiese preferido pagar cinco veces el pasaje y no ir montado de pasajero de la muerte.
Al llegar a Cuestecita el camión se les apaga, José saca un limón partido por la mitad y se lo restriega a los bornes de la batería, antes que guarapo le preguntara le contesta arbitrariamente “la batería y el arranque están malos, así que te toca empujar el carro; así lo hizo en compañía de unos transeúntes.
Después de ese último episodio la velocidad del camión se aumentó, a lo que Guarapo exclama: “José, vamos con los muelles sueltos, con los terminales que se salen, sin frenos, sin rever, con la batería y el arranque malo, los piñones de la caja y con la trasmisión averiada y nos vamos matando” José lo mira a los ojos y le responde después de un largo silencio: Guara, tenemos que llegar antes que anochezca, por que vamos sin luces.