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Editorial - 4 noviembre, 2021

El aire importa

Linsey Marr escribió el pasado 20 de octubre en el diario New York Times sobre la importancia del aire que nos envuelve. Pero ya no desde la perspectiva de la tradicional contaminación, generada por emisiones de gases de carros o fábricas, que han sido monitoreadas, y que alteran la salud y el aspecto del cielo […]

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Linsey Marr escribió el pasado 20 de octubre en el diario New York Times sobre la importancia del aire que nos envuelve. Pero ya no desde la perspectiva de la tradicional contaminación, generada por emisiones de gases de carros o fábricas, que han sido monitoreadas, y que alteran la salud y el aspecto del cielo de las ciudades. El covid-19 y su transmision aérea cambió el tipo de contaminación.

Ella,  ingeniera experta en transmisión aérea de virus, nos  dice que “hay algunas maneras sencillas de mejorar la ventilación, como abrir ventanas y puertas. Otras opciones eficaces pueden requerir un mayor esfuerzo. El tratamiento de rayos ultravioleta es otro método que se utiliza en hospitales para matar virus que están en el aire. Esta técnica podría aplicarse a mayor escala en áreas públicas donde se aglomera mucha gente, aunque debe instalarse de manera adecuada para que funcione bien y se evite cualquier daño potencial. El costo inicial es más elevado que el de otros métodos, pero vale la pena considerarlo como parte de un análisis de costo-beneficio de distintas tecnologías”.

“Aumentar la humedad también podría ayudar a reducir la transmisión. La evidencia no es tan contundente como la de las otras herramientas, pero hay datos que muestran que podría ser útil humedecer el aire en un rango del 40 al 60 por ciento, pero no más, ya que se fomentaría el crecimiento de moho. En este rango ciertos virus de la gripe, el nuevo coronavirus y otros tipos de virus no sobreviven con tanta facilidad, y nuestra respuesta inmunitaria es mas fuerte que cuando el aire está más seco. Este efecto todavía no se comprende del todo y debe estudiarse más a fondo”.

Linsey se pregunta: “No beberías un vaso de agua llena de gérmenes, químicos y suciedad. ¿Por qué deberíamos tolerar el hecho de respirar aire contaminado? Aún se desconocen varios aspectos: todavía no está claro qué proporción de la transmisión de un virus respiratorio se atribuye a la inhalación de aerosoles, qué proporción al rocío de gotículas grandes o qué proporción al contacto con superficies contaminadas. ¿Cómo desarrollamos esos conocimientos y diseñamos edificios para minimizar la transmisión de enfermedades? Esa es una pregunta que los gobiernos y los científicos deberían abordar”.

Señala la necesidad de rediseñar la nueva ciudad: “Será un desafío replantear el diseño y el funcionamiento de los edificios a fin de asegurar la calidad del aire, pero no es imposible. A principios del siglo XX, la proliferación y modernización de los sistemas de alcantarillado y tratamiento de aguas residuales contribuyó a que las enfermedades transmitidas por agua, como la tifoidea y el cólera, se volvieran muy poco comunes en Estados Unidos y Europa. Los resultados de las inversiones en infraestructura hidráulica se consideran uno de los mayores logros del siglo XX para la salud pública. Mejorar la calidad del aire como una manera de disminuir las enfermedades debería ser una prioridad de salud pública en este siglo”.

Valledupar aún puede gozar de un aire poco contaminado, a pesar de la explosiva motorización de los últimos 20 años. Pero debe tomar nota.

Editorial
4 noviembre, 2021

El aire importa

Linsey Marr escribió el pasado 20 de octubre en el diario New York Times sobre la importancia del aire que nos envuelve. Pero ya no desde la perspectiva de la tradicional contaminación, generada por emisiones de gases de carros o fábricas, que han sido monitoreadas, y que alteran la salud y el aspecto del cielo […]


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Linsey Marr escribió el pasado 20 de octubre en el diario New York Times sobre la importancia del aire que nos envuelve. Pero ya no desde la perspectiva de la tradicional contaminación, generada por emisiones de gases de carros o fábricas, que han sido monitoreadas, y que alteran la salud y el aspecto del cielo de las ciudades. El covid-19 y su transmision aérea cambió el tipo de contaminación.

Ella,  ingeniera experta en transmisión aérea de virus, nos  dice que “hay algunas maneras sencillas de mejorar la ventilación, como abrir ventanas y puertas. Otras opciones eficaces pueden requerir un mayor esfuerzo. El tratamiento de rayos ultravioleta es otro método que se utiliza en hospitales para matar virus que están en el aire. Esta técnica podría aplicarse a mayor escala en áreas públicas donde se aglomera mucha gente, aunque debe instalarse de manera adecuada para que funcione bien y se evite cualquier daño potencial. El costo inicial es más elevado que el de otros métodos, pero vale la pena considerarlo como parte de un análisis de costo-beneficio de distintas tecnologías”.

“Aumentar la humedad también podría ayudar a reducir la transmisión. La evidencia no es tan contundente como la de las otras herramientas, pero hay datos que muestran que podría ser útil humedecer el aire en un rango del 40 al 60 por ciento, pero no más, ya que se fomentaría el crecimiento de moho. En este rango ciertos virus de la gripe, el nuevo coronavirus y otros tipos de virus no sobreviven con tanta facilidad, y nuestra respuesta inmunitaria es mas fuerte que cuando el aire está más seco. Este efecto todavía no se comprende del todo y debe estudiarse más a fondo”.

Linsey se pregunta: “No beberías un vaso de agua llena de gérmenes, químicos y suciedad. ¿Por qué deberíamos tolerar el hecho de respirar aire contaminado? Aún se desconocen varios aspectos: todavía no está claro qué proporción de la transmisión de un virus respiratorio se atribuye a la inhalación de aerosoles, qué proporción al rocío de gotículas grandes o qué proporción al contacto con superficies contaminadas. ¿Cómo desarrollamos esos conocimientos y diseñamos edificios para minimizar la transmisión de enfermedades? Esa es una pregunta que los gobiernos y los científicos deberían abordar”.

Señala la necesidad de rediseñar la nueva ciudad: “Será un desafío replantear el diseño y el funcionamiento de los edificios a fin de asegurar la calidad del aire, pero no es imposible. A principios del siglo XX, la proliferación y modernización de los sistemas de alcantarillado y tratamiento de aguas residuales contribuyó a que las enfermedades transmitidas por agua, como la tifoidea y el cólera, se volvieran muy poco comunes en Estados Unidos y Europa. Los resultados de las inversiones en infraestructura hidráulica se consideran uno de los mayores logros del siglo XX para la salud pública. Mejorar la calidad del aire como una manera de disminuir las enfermedades debería ser una prioridad de salud pública en este siglo”.

Valledupar aún puede gozar de un aire poco contaminado, a pesar de la explosiva motorización de los últimos 20 años. Pero debe tomar nota.