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Columnista - 11 abril, 2020

Donde come uno, comen dos y hasta tres

Estoy convencido que ustedes en algún episodio de sus vidas, han escuchado  o manifestado esta frase o dicho: ‘Donde come uno comen dos’, yo le agregué y hasta tres.  Es fundamental, vital y necesario comer (los tres golpes diarios), de lo contrario entraremos en desnutrición,  nos enfermaremos y llegado el caso extremo moriremos, no exageramos, […]

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Estoy convencido que ustedes en algún episodio de sus vidas, han escuchado  o manifestado esta frase o dicho: ‘Donde come uno comen dos’, yo le agregué y hasta tres.  Es fundamental, vital y necesario comer (los tres golpes diarios), de lo contrario entraremos en desnutrición,  nos enfermaremos y llegado el caso extremo moriremos, no exageramos, es una verdad que no se puede contradecir; de entrada, miremos lo que sucede en el continente africano, más en algunos países donde las hambrunas no paran, azotan  más.

Traigo al tema en referencia a esta frase, no solo por razón  del presente escrito, a través  de éste medio, además de opinar, pretendo motivar. Yo puse en práctica la frase citada, dos días antes de escribirla. Desde el balcón de mi casa, cumpliendo la cuarentena, miraba a lado y lado de la avenida; sin embargo, más parecía que estuviera en un partido de tenis, una final en Wimbledon, Londres; esperaba con mi sobrina Sofía que aparecieran personas para obsequiarles comida caliente, la cual recibían al instante.

La verdad, lo manifiesto, fue mi sobrina quien me alentó: “¿Tío qué  hacemos?, abajo está una señora con tres niños pidiendo comida, panorama bastante triste que me estremeció, caso que sucedió en la mañana, muy temprano.  No nos quedamos quietos y a las 11:30 a.m., teníamos veinte almuerzos los cuales repartimos en menos de hora y media, se dificultó un poco conseguir el empaque desechable. Si hubiéramos tenido más  recursos, de seguro, la repartición pudo ser mayor. Seguiremos con esta actividad, dentro de las posibilidades ya que nos agradó  mucho. Recuerdo  que Sofía me miró fijamente a los ojos y dijo: “Misión cumplida, me siento feliz”.

Alguien que recibió un almuerzo me manifestó: “Ni el presidente de la Junta de Acción Comunal, ni a los políticos del sector se les ocurrió ésta idea” y me hizo la siguiente pregunta: ¿Usted se lanzará a un cargo de elección popular?

Me causó risa, le respondí inmediatamente,  cuando le pasaba el almuerzo: no diga eso, no aspiro a ningún  cargo, le concluí con un buen provecho, lo recibió, abrió la caja, percibió el olor, expresando “esto se ve sabroso”, inmediatamente se llevó rápidamente a la boca dos cucharadas y mientras masticaba, con la boca llena,  me dijo: “Dios lo bendiga” y se alejó. Inmediatamente se vino a mi mente otro dicho: ‘Barriga llena corazón  contento’. Era su primer “golpe”del día, cuando tendría que llevar dos. Al momento, me hablaba Sofía: tío Jairo, aquí vienen más  personas y llegaron otras más,  hasta entregar los veinte almuerzos. Queríamos entregar más, pero se acabaron.

Mientras afrontemos esta situación, la que superaremos acatando la cuarentena, debemos mirar la alimentación  como una prioridad, especialmente para aquellos  que dependen de lo que hacen en el día y que en el momento no devengan un peso, dándoles  comida sin pensar más; así de sencillo.

Dirán ustedes que he plagiado aquí el dicho, no me justifico,  solo sé que ha sido costumbre repetitiva de las comunidades, sólo deseo que con este escrito puedan plagiar el espíritu de la columna: dar comida en estos momentos a quien la requiere, la pide a gritos.  Están autorizados. No preguntemos ¿Quiere usted comida? La pregunta sobra, salta a la vista la necesidad.

No veamos éste  drama desde lejos. A involucrarnos, para que puedan tener la experiencia muy enriquecedora que vivimos Sofía y yo. Que este ejercicio sea emulado por muchos para mitigar aunque momentáneamente la hambruna que vivimos, porque donde come uno, comen dos y hasta tres.

Columnista
11 abril, 2020

Donde come uno, comen dos y hasta tres

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Estoy convencido que ustedes en algún episodio de sus vidas, han escuchado  o manifestado esta frase o dicho: ‘Donde come uno comen dos’, yo le agregué y hasta tres.  Es fundamental, vital y necesario comer (los tres golpes diarios), de lo contrario entraremos en desnutrición,  nos enfermaremos y llegado el caso extremo moriremos, no exageramos, […]


Estoy convencido que ustedes en algún episodio de sus vidas, han escuchado  o manifestado esta frase o dicho: ‘Donde come uno comen dos’, yo le agregué y hasta tres.  Es fundamental, vital y necesario comer (los tres golpes diarios), de lo contrario entraremos en desnutrición,  nos enfermaremos y llegado el caso extremo moriremos, no exageramos, es una verdad que no se puede contradecir; de entrada, miremos lo que sucede en el continente africano, más en algunos países donde las hambrunas no paran, azotan  más.

Traigo al tema en referencia a esta frase, no solo por razón  del presente escrito, a través  de éste medio, además de opinar, pretendo motivar. Yo puse en práctica la frase citada, dos días antes de escribirla. Desde el balcón de mi casa, cumpliendo la cuarentena, miraba a lado y lado de la avenida; sin embargo, más parecía que estuviera en un partido de tenis, una final en Wimbledon, Londres; esperaba con mi sobrina Sofía que aparecieran personas para obsequiarles comida caliente, la cual recibían al instante.

La verdad, lo manifiesto, fue mi sobrina quien me alentó: “¿Tío qué  hacemos?, abajo está una señora con tres niños pidiendo comida, panorama bastante triste que me estremeció, caso que sucedió en la mañana, muy temprano.  No nos quedamos quietos y a las 11:30 a.m., teníamos veinte almuerzos los cuales repartimos en menos de hora y media, se dificultó un poco conseguir el empaque desechable. Si hubiéramos tenido más  recursos, de seguro, la repartición pudo ser mayor. Seguiremos con esta actividad, dentro de las posibilidades ya que nos agradó  mucho. Recuerdo  que Sofía me miró fijamente a los ojos y dijo: “Misión cumplida, me siento feliz”.

Alguien que recibió un almuerzo me manifestó: “Ni el presidente de la Junta de Acción Comunal, ni a los políticos del sector se les ocurrió ésta idea” y me hizo la siguiente pregunta: ¿Usted se lanzará a un cargo de elección popular?

Me causó risa, le respondí inmediatamente,  cuando le pasaba el almuerzo: no diga eso, no aspiro a ningún  cargo, le concluí con un buen provecho, lo recibió, abrió la caja, percibió el olor, expresando “esto se ve sabroso”, inmediatamente se llevó rápidamente a la boca dos cucharadas y mientras masticaba, con la boca llena,  me dijo: “Dios lo bendiga” y se alejó. Inmediatamente se vino a mi mente otro dicho: ‘Barriga llena corazón  contento’. Era su primer “golpe”del día, cuando tendría que llevar dos. Al momento, me hablaba Sofía: tío Jairo, aquí vienen más  personas y llegaron otras más,  hasta entregar los veinte almuerzos. Queríamos entregar más, pero se acabaron.

Mientras afrontemos esta situación, la que superaremos acatando la cuarentena, debemos mirar la alimentación  como una prioridad, especialmente para aquellos  que dependen de lo que hacen en el día y que en el momento no devengan un peso, dándoles  comida sin pensar más; así de sencillo.

Dirán ustedes que he plagiado aquí el dicho, no me justifico,  solo sé que ha sido costumbre repetitiva de las comunidades, sólo deseo que con este escrito puedan plagiar el espíritu de la columna: dar comida en estos momentos a quien la requiere, la pide a gritos.  Están autorizados. No preguntemos ¿Quiere usted comida? La pregunta sobra, salta a la vista la necesidad.

No veamos éste  drama desde lejos. A involucrarnos, para que puedan tener la experiencia muy enriquecedora que vivimos Sofía y yo. Que este ejercicio sea emulado por muchos para mitigar aunque momentáneamente la hambruna que vivimos, porque donde come uno, comen dos y hasta tres.