La sicóloga y especialista en relaciones laborales María Vega Aroca dice que este síndrome que es conocido como el de los incomprendidos, ella prefiere llamarlo el de los invisibles, y pide que haya más inclusión en los programas sociales con los temas afectivos y emocionales.
Este Domingo 18 de febrero se celebra el Día Internacional del Asperger, y teniendo en cuenta que el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Educación, la Gobernación, la Alcaldía, entre otras instituciones se encuentran promoviendo el tema de la inclusión, considero pertinente no sólo abrir un espacio de conmemoración, sino de sensibilización con respecto a cómo ser realmente inclusivo.
Las personas tienen en el imaginario que las limitaciones que pueden presentar los seres humanos, son sólo físicas y cognitivas, por ello crean espacios orientados a que dichas personas logren un desarrollo a nivel integral de sus facultades; por lo general las entidades velan por el derecho a la educación y el trabajo, aunque deberían también brindar apoyo entorno a su ambiente personal, familiar y social, toda vez que estos también se ven afectados.
Pero, ¿cuándo hemos visto que se hable de ayudar a las personas con limitaciones afectivas y emocionales, las cuales conllevan al deterioro de las relaciones interpersonales? Nunca. Damos por sentado que relacionarnos es algo que se encuentra en el ADN de todos y no es así. No todas las personas contamos con la capacidad para expresar lo que sentimos, para comprender los sentimientos de los demás, o para dar un simple abrazo. Si hablamos de limitaciones que nos cierran puertas, esta es una muy grande, porque nos encontramos en una sociedad donde la capacidad para relacionarte define tu ingreso y estabilidad laboral, tu entorno familiar, social y por ende tu calidad de vida.
Considero que es hora de incluir las limitaciones afectivas y emocionales dentro de todos los programas que promueven la inclusión a nivel educativo y laboral, toda vez que de nada sirve una sociedad física y cognitivamente funcional, pero con limitaciones sociales que le impiden conectar con aquello que somos, seres humanos. Desde que supe que tenía Asperger, he logrado hablar con personas como yo y con madres de niños Aspie, que sufren por la falta de conocimiento que gira en torno a este síndrome. Lo llaman el síndrome de los incomprendidos, yo prefiero denominarlo de los invisibles, ya que por lo general nos creen normales, pero arrogantes y sin empatía.
Es fácil pedir inclusión cuando tus limitaciones pueden ser observadas y resaltan a simple vista, pero no lo es cuando te ven como alguien más y confunden tu limitación con insensibilidad.
Por María Angélica Vega Aroca
Psicóloga – Especialista en Relaciones Laborales
T.P 143455
Contacto: 301 485 75 05
La sicóloga y especialista en relaciones laborales María Vega Aroca dice que este síndrome que es conocido como el de los incomprendidos, ella prefiere llamarlo el de los invisibles, y pide que haya más inclusión en los programas sociales con los temas afectivos y emocionales.
Este Domingo 18 de febrero se celebra el Día Internacional del Asperger, y teniendo en cuenta que el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Educación, la Gobernación, la Alcaldía, entre otras instituciones se encuentran promoviendo el tema de la inclusión, considero pertinente no sólo abrir un espacio de conmemoración, sino de sensibilización con respecto a cómo ser realmente inclusivo.
Las personas tienen en el imaginario que las limitaciones que pueden presentar los seres humanos, son sólo físicas y cognitivas, por ello crean espacios orientados a que dichas personas logren un desarrollo a nivel integral de sus facultades; por lo general las entidades velan por el derecho a la educación y el trabajo, aunque deberían también brindar apoyo entorno a su ambiente personal, familiar y social, toda vez que estos también se ven afectados.
Pero, ¿cuándo hemos visto que se hable de ayudar a las personas con limitaciones afectivas y emocionales, las cuales conllevan al deterioro de las relaciones interpersonales? Nunca. Damos por sentado que relacionarnos es algo que se encuentra en el ADN de todos y no es así. No todas las personas contamos con la capacidad para expresar lo que sentimos, para comprender los sentimientos de los demás, o para dar un simple abrazo. Si hablamos de limitaciones que nos cierran puertas, esta es una muy grande, porque nos encontramos en una sociedad donde la capacidad para relacionarte define tu ingreso y estabilidad laboral, tu entorno familiar, social y por ende tu calidad de vida.
Considero que es hora de incluir las limitaciones afectivas y emocionales dentro de todos los programas que promueven la inclusión a nivel educativo y laboral, toda vez que de nada sirve una sociedad física y cognitivamente funcional, pero con limitaciones sociales que le impiden conectar con aquello que somos, seres humanos. Desde que supe que tenía Asperger, he logrado hablar con personas como yo y con madres de niños Aspie, que sufren por la falta de conocimiento que gira en torno a este síndrome. Lo llaman el síndrome de los incomprendidos, yo prefiero denominarlo de los invisibles, ya que por lo general nos creen normales, pero arrogantes y sin empatía.
Es fácil pedir inclusión cuando tus limitaciones pueden ser observadas y resaltan a simple vista, pero no lo es cuando te ven como alguien más y confunden tu limitación con insensibilidad.
Por María Angélica Vega Aroca
Psicóloga – Especialista en Relaciones Laborales
T.P 143455
Contacto: 301 485 75 05