Secuestros, homicidios, extorsiones, tierras invadidas y el ya conocido narcotráfico procedente del Catatumbo.
Lo ocurrido la semana anterior tiene a todos los cesarenses muy nerviosos; secuestros, homicidios, extorsiones, tierras invadidas y el ya conocido narcotráfico procedente del Catatumbo, están sembrando el pánico nuevamente en este departamento.
El presidente Gustavo Petro con su visita en compañía del ministro de Defensa, Ivan Velasquez al convulsionado municipio de El Tarra, en Norte de Santander, está dando un claro ejemplo de atención a las prioridades de la Nación. Llegar a las zonas donde se siente con mayor rigor la violencia y hablar de frente para que los grupos ilegales abandonen las armas es una invitación para que los gobiernos territoriales hagan los mismo y recorran sus territorios atacando los factores que generan violencia y promoviendo la paz anunciada por el presidente Petro, pero no puede existir paz mientras gobiernos departamentales y municipales mantengan nexos con la ilegalidad, claro que de esto no hablará el diputado Jesús Suarez, prefiere hablar de pantaletas ¿Alguna inclinación reprimida del diputado?
El Cesar y en especial el sur, soportan una cruel herencia, la trágica historia alrededor de la luctuosa hacienda Bellacruz, sus 22.000 hectáreas constituye el caso más emblemático de despojo y muerte en Colombia, cualquier intento por recuperar terrenos dentro de toda esa extensión que comprende municipios de Pelaya, La Gloria y Tamalameque, conduce al sepulcro impunemente. Lo ocurrido en esa propiedad de Alberto Marulanda Grillo, actualmente en manos del grupo empresarial, liderado por Germán Efromovich, es el antecedente de una situación que el Cesar está en mora de enfrentar, el homicidio de todo aquel que intenta recuperar sus tierras de poderosos despojadores, es por ello que el gobierno de Gustavo Petro es una esperanza para esa población que dedica y arriesga su vida entera en recuperar el poco patrimonio que le fue arrebatado; versiones señalan que el crimen ocurrido en el municipio de Curumaní en donde mataron a la pareja conformada por Gustavo Sanjuan García y Obdulia Ascanio Gelviz, responden a una retaliación por enfrentar a quien los despojó de su propiedad.
Pero si llueve en Curumaní, Aguachica está en medio de un huracán, lamentable el secuestro y posterior homicidio del señor Pablo Sánchez, estremecedor el secuestro grabado en cámaras de seguridad del menor Nicolás Picón Maldonado sorprendido por delincuentes mientras se preparaba para ir al colegio; estos hechos deben obligar una actuación intensa y sin descanso de las autoridades para revelar móviles y autores; no se puede esconder que en el sur del departamento actúan unas bandas que no han desaparecido, actúan con la complicidad de autoridades civiles, políticas y judiciales, aportan votos a poderosas estructuras políticas y gozan de su protección y complicidad; es primordial que los gobiernos territoriales hablen claro y miren de frente a ese monstruo y se atrevan hablar con nombre de quienes lideran estos grupos muchas veces mimetizados como miembros prósperos de la sociedad, reinando y provocando en estos pueblos el terror que hoy están viviendo.
Secuestros, homicidios, extorsiones, tierras invadidas y el ya conocido narcotráfico procedente del Catatumbo.
Lo ocurrido la semana anterior tiene a todos los cesarenses muy nerviosos; secuestros, homicidios, extorsiones, tierras invadidas y el ya conocido narcotráfico procedente del Catatumbo, están sembrando el pánico nuevamente en este departamento.
El presidente Gustavo Petro con su visita en compañía del ministro de Defensa, Ivan Velasquez al convulsionado municipio de El Tarra, en Norte de Santander, está dando un claro ejemplo de atención a las prioridades de la Nación. Llegar a las zonas donde se siente con mayor rigor la violencia y hablar de frente para que los grupos ilegales abandonen las armas es una invitación para que los gobiernos territoriales hagan los mismo y recorran sus territorios atacando los factores que generan violencia y promoviendo la paz anunciada por el presidente Petro, pero no puede existir paz mientras gobiernos departamentales y municipales mantengan nexos con la ilegalidad, claro que de esto no hablará el diputado Jesús Suarez, prefiere hablar de pantaletas ¿Alguna inclinación reprimida del diputado?
El Cesar y en especial el sur, soportan una cruel herencia, la trágica historia alrededor de la luctuosa hacienda Bellacruz, sus 22.000 hectáreas constituye el caso más emblemático de despojo y muerte en Colombia, cualquier intento por recuperar terrenos dentro de toda esa extensión que comprende municipios de Pelaya, La Gloria y Tamalameque, conduce al sepulcro impunemente. Lo ocurrido en esa propiedad de Alberto Marulanda Grillo, actualmente en manos del grupo empresarial, liderado por Germán Efromovich, es el antecedente de una situación que el Cesar está en mora de enfrentar, el homicidio de todo aquel que intenta recuperar sus tierras de poderosos despojadores, es por ello que el gobierno de Gustavo Petro es una esperanza para esa población que dedica y arriesga su vida entera en recuperar el poco patrimonio que le fue arrebatado; versiones señalan que el crimen ocurrido en el municipio de Curumaní en donde mataron a la pareja conformada por Gustavo Sanjuan García y Obdulia Ascanio Gelviz, responden a una retaliación por enfrentar a quien los despojó de su propiedad.
Pero si llueve en Curumaní, Aguachica está en medio de un huracán, lamentable el secuestro y posterior homicidio del señor Pablo Sánchez, estremecedor el secuestro grabado en cámaras de seguridad del menor Nicolás Picón Maldonado sorprendido por delincuentes mientras se preparaba para ir al colegio; estos hechos deben obligar una actuación intensa y sin descanso de las autoridades para revelar móviles y autores; no se puede esconder que en el sur del departamento actúan unas bandas que no han desaparecido, actúan con la complicidad de autoridades civiles, políticas y judiciales, aportan votos a poderosas estructuras políticas y gozan de su protección y complicidad; es primordial que los gobiernos territoriales hablen claro y miren de frente a ese monstruo y se atrevan hablar con nombre de quienes lideran estos grupos muchas veces mimetizados como miembros prósperos de la sociedad, reinando y provocando en estos pueblos el terror que hoy están viviendo.