Uno de los retos para salvar el ave, en peligro de extinción y que es icono del escudo nacional, es distanciar su territorio de fenómenos como la ganadería expansiva. La serranía de Perijá es clave porque sirve de paso de la región sur de Colombia hacia el Caribe norte.
En el país se cree que hay alrededor de 130 a 150 cóndores andinos, según el Libro rojo de aves de Colombia creado por el Instituto Humboldt. Resulta difícil contar con exactitud la población por sus comportamientos migratorios.
El ave, símbolo en el escudo patrio de Colombia y otras tres naciones (Ecuador, Chile y Bolivia), recorre el país desde Boyacá hasta la zona norte del Caribe colombiano, pasando por la serranía de Perijá, uno de los puntos estratégicos en su traslado.
Según los últimos estudios realizados en el 2014, por las montañas del departamento del Cesar vuelan alrededor de 46 individuos de esta especie, la cual puede recorrer hasta 240 kilómetros diarios.
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“Debido a un suceso de contaminación de unos cóndores en la región de Santander, que se rehabilitaron, se llevaron al parque Jaime Duque y fueron liberados con transmisores satelitales, y pudimos establecer que la población no está aislada. Es una población que se interconecta desde el sector central del país hacia el sector Caribe: esos animales volaron desde Santander hacia la serranía de Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta”, señaló el director de la Red de Fauna y Flora Silvestre del Cesar, Edgar Patiño.
El cóndor andino es una de las aves más reconocidas en Latinoamérica. Empezando porque es considerada el ave voladora más grande del mundo. Lo segundo, explican los expertos, es su función estratégica en la conservación de la sanidad de los ecosistemas.
“Una función tan importante de cóndor: el jaguar mata la presa grande, come un 30 % de la presa y deja el sobrante a los cóndores. Así funciona la naturaleza, pero los humanos somos los desadaptados que llegamos a romper ese equilibrio natural”, señaló Julio Suárez, director de Corpocesar.
Y es que uno de los retos para salvar el ave, en peligro de extinción y que es icono del escudo nacional, es distanciar su territorio de fenómenos como la ganadería. Contrario al águila o al golero, explica Francisco Ciri, director de la fundación Neotropical, el cóndor andino no caza animales, sino que se alimenta de la presa muerta.
No obstante, agrega el director de Corpocesar, cuando se invade sus territorios para hacer ganadería o tener animales es normal que haya choques.
“Los cóndores no son rapaces como la especie del águila o gavilán, el cóndor come presa muerta por naturaleza. Cuando una vaca pare en el monte, bota placenta. Ellos llegan porque tienen buen olfato. Puede que en ese momento tenga algún altercado con el ternero y lo pique y hasta se lo coman. Pero eso está relacionado con el uso equivocado de los suelos. Hay ganadería donde no debería existir, en la parte alta de la Sierra Nevada no debería existir esta práctica. Pero el hombre ha sido necio y ha llevado esa cría al espacio del cóndor y es seguro que tendrá un altercado con ellos”, explica el funcionario.
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Dentro del círculo de la naturaleza, el cóndor andino se alimenta de animales como el oso, el venado, tinajos; sin embargo, estos padecen una situación similar y fueron declarados en peligro de extinción. Por esa razón, en países como Chile, con una población de cóndor mayor, se multiplicaron imágenes de aves alimentándose en las ventanas de las zonas urbanas y en los basureros de cielo abierto.
Pero la falta de alimentación no es el único desafío en la preservación de la especie. Sus tiempos ordinarios dificultan el aumento de su población.
“Considerar que hay 130 o 150 individuos (cóndores andinos) en un país es mínimo, teniendo en cuenta que hasta la edad de siete años empiezan a tener vida sexual activa, esto es que son fértiles. De allí, ellos tienen un polluelo cada dos años en promedio porque la incubación demora dos meses, luego seis meses está la cría en el nido alimentándose de lo que le traen los padres, y entre cuatro y seis meses revoloteando alrededor del nido. Entonces luego de dos años vuelve a anidar otra vez”, explicó Francisco Ciri, director de la fundación Neotropical.
En ese sentido, por tercera vez, se llevará acabo el Congreso Internacional del Cóndor Andino, primero en Colombia, del 25 al 28 de noviembre con la ciudad de Valledupar como sede, y en la cual se reunirán a investigadores de España, Portugal, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile en alianza para conservar el ave emblemática de América del Sur.
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POR: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
[email protected]
Uno de los retos para salvar el ave, en peligro de extinción y que es icono del escudo nacional, es distanciar su territorio de fenómenos como la ganadería expansiva. La serranía de Perijá es clave porque sirve de paso de la región sur de Colombia hacia el Caribe norte.
En el país se cree que hay alrededor de 130 a 150 cóndores andinos, según el Libro rojo de aves de Colombia creado por el Instituto Humboldt. Resulta difícil contar con exactitud la población por sus comportamientos migratorios.
El ave, símbolo en el escudo patrio de Colombia y otras tres naciones (Ecuador, Chile y Bolivia), recorre el país desde Boyacá hasta la zona norte del Caribe colombiano, pasando por la serranía de Perijá, uno de los puntos estratégicos en su traslado.
Según los últimos estudios realizados en el 2014, por las montañas del departamento del Cesar vuelan alrededor de 46 individuos de esta especie, la cual puede recorrer hasta 240 kilómetros diarios.
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“Debido a un suceso de contaminación de unos cóndores en la región de Santander, que se rehabilitaron, se llevaron al parque Jaime Duque y fueron liberados con transmisores satelitales, y pudimos establecer que la población no está aislada. Es una población que se interconecta desde el sector central del país hacia el sector Caribe: esos animales volaron desde Santander hacia la serranía de Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta”, señaló el director de la Red de Fauna y Flora Silvestre del Cesar, Edgar Patiño.
El cóndor andino es una de las aves más reconocidas en Latinoamérica. Empezando porque es considerada el ave voladora más grande del mundo. Lo segundo, explican los expertos, es su función estratégica en la conservación de la sanidad de los ecosistemas.
“Una función tan importante de cóndor: el jaguar mata la presa grande, come un 30 % de la presa y deja el sobrante a los cóndores. Así funciona la naturaleza, pero los humanos somos los desadaptados que llegamos a romper ese equilibrio natural”, señaló Julio Suárez, director de Corpocesar.
Y es que uno de los retos para salvar el ave, en peligro de extinción y que es icono del escudo nacional, es distanciar su territorio de fenómenos como la ganadería. Contrario al águila o al golero, explica Francisco Ciri, director de la fundación Neotropical, el cóndor andino no caza animales, sino que se alimenta de la presa muerta.
No obstante, agrega el director de Corpocesar, cuando se invade sus territorios para hacer ganadería o tener animales es normal que haya choques.
“Los cóndores no son rapaces como la especie del águila o gavilán, el cóndor come presa muerta por naturaleza. Cuando una vaca pare en el monte, bota placenta. Ellos llegan porque tienen buen olfato. Puede que en ese momento tenga algún altercado con el ternero y lo pique y hasta se lo coman. Pero eso está relacionado con el uso equivocado de los suelos. Hay ganadería donde no debería existir, en la parte alta de la Sierra Nevada no debería existir esta práctica. Pero el hombre ha sido necio y ha llevado esa cría al espacio del cóndor y es seguro que tendrá un altercado con ellos”, explica el funcionario.
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Dentro del círculo de la naturaleza, el cóndor andino se alimenta de animales como el oso, el venado, tinajos; sin embargo, estos padecen una situación similar y fueron declarados en peligro de extinción. Por esa razón, en países como Chile, con una población de cóndor mayor, se multiplicaron imágenes de aves alimentándose en las ventanas de las zonas urbanas y en los basureros de cielo abierto.
Pero la falta de alimentación no es el único desafío en la preservación de la especie. Sus tiempos ordinarios dificultan el aumento de su población.
“Considerar que hay 130 o 150 individuos (cóndores andinos) en un país es mínimo, teniendo en cuenta que hasta la edad de siete años empiezan a tener vida sexual activa, esto es que son fértiles. De allí, ellos tienen un polluelo cada dos años en promedio porque la incubación demora dos meses, luego seis meses está la cría en el nido alimentándose de lo que le traen los padres, y entre cuatro y seis meses revoloteando alrededor del nido. Entonces luego de dos años vuelve a anidar otra vez”, explicó Francisco Ciri, director de la fundación Neotropical.
En ese sentido, por tercera vez, se llevará acabo el Congreso Internacional del Cóndor Andino, primero en Colombia, del 25 al 28 de noviembre con la ciudad de Valledupar como sede, y en la cual se reunirán a investigadores de España, Portugal, Estados Unidos, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile en alianza para conservar el ave emblemática de América del Sur.
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POR: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
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