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Columnista - 23 agosto, 2010

Comentarios varios

MI COLUMNA Por Mary Daza Orozco Primer comentario. Un Canto silente: ¿Quién puede imaginarse el mundo sin ellos? Encontraríamos un erial infinito sin el color de la esperanza. No hacen ruidos estruendosos, sólo quedos, cuando sus hojas se mueven al compás de un viento tenue; o se agitan y son miedosos cuando el viento se […]

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MI COLUMNA

Por Mary Daza Orozco

Primer comentario. Un Canto silente: ¿Quién puede imaginarse el mundo sin ellos? Encontraríamos un erial infinito sin el color de la esperanza. No hacen ruidos estruendosos, sólo quedos, cuando sus hojas se mueven al compás de un viento tenue; o se agitan y son miedosos cuando el viento se vuelve brisa huracanada. De esa manera los poetas les han cantado a los árboles y ahora, uno de los nuestros presenta un libro en donde dice: “He visto el verde flotante de sus hojas alucinar el viento de las ramas. He visto a sus labios devorar las tormentas del humo, como zaínos en las fauces de la sequía”. José Atuesta Mindiola nos lleva de nuevo a la sorpresa con su libro “Metáforas de los Árboles”, un texto que por sí solo es una metáfora. Lo recomiendo para lograr con su lectura momentos de solaz y amar un poco a esa vida silente de la naturaleza verde, que canta quedo, pero que el aturdimiento de la ciudad no nos la deja escuchar.

Segundo comentario. Imprecisiones: cada vez se hace más escandaloso el maltrato al idioma, tanto que hay que pensar y repensar qué se quiso decir con una palabra sonora que nos da el trabajo de traducirla. Escuché en un documental sobre Ciudad Juárez, lo siguiente: “…escuchamos solamente cuando lo ´rafaguearon”, después inferimos que se trataba de una ráfaga de balas que le asestaron a un transeúnte. Un proyectil certero al corazón del Idioma sería: “yo rafagueo, tú rafagueas…”

Ese es le vicio más común en contra del idioma: convertir los sustantivos en verbos. Ráfaga es un sustantivo como lo es la palabra cesárea de la que han inventado otro verbo: “…acaba de ser ´cesareada´ y nació un varón”. Cesárea, cuenta la leyenda, que tiene su origen en Julio César, el emperador romano, quien, al parecer, fue el primero en nacer por ese procedimiento quirúrgico al que le daría su nombre. No nos imaginamos diciendo: “Yo cesareo, tú cesareas…”

Otro invento, que está tomando mucha fuerza lo escuché hace poco: “… la ceremonia la vamos a ´videar´ completa”. Video un sustantivo que nos lo van a poner a conjugar: “Yo video”, “tú videas”, él videa…”

Agendar no es un verbo. Existe agenda que es el cuadernito en el que se anotan las citas diarias, eso es bien sabido, lo malo es que con este invento nos va a tocar conjugar: yo “agendo”, “tú agendas”, “él agenda”…Ya basta de inventar disparates, de seguir así tendremos que aprender de nuevo el Idioma. A nadie ha autorizado la Real Academia de la Lengua Española para que invente términos, sólo hay licencias poéticas y esas palabras que menciono no tienen nada de poético.

Tercer comentario. Cortesía: cuando se nos hace un regalo lo único que se espera es, por lo menos, una notica que diga lo recibí, o gracias, aunque el obsequio sea feo. Hay que pensar que esa persona que se acuerda de nosotros y nos da un presente, lo hace con gusto, le sale del corazón. Por lo menos yo pienso así cuando regalo uno de mis libros. Hablando de regalos recuerdo a la poeta Ana Alba: “Regálame tus ojos para ver en ellos el mundo que he soñado”.

Columnista
23 agosto, 2010

Comentarios varios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

MI COLUMNA Por Mary Daza Orozco Primer comentario. Un Canto silente: ¿Quién puede imaginarse el mundo sin ellos? Encontraríamos un erial infinito sin el color de la esperanza. No hacen ruidos estruendosos, sólo quedos, cuando sus hojas se mueven al compás de un viento tenue; o se agitan y son miedosos cuando el viento se […]


MI COLUMNA

Por Mary Daza Orozco

Primer comentario. Un Canto silente: ¿Quién puede imaginarse el mundo sin ellos? Encontraríamos un erial infinito sin el color de la esperanza. No hacen ruidos estruendosos, sólo quedos, cuando sus hojas se mueven al compás de un viento tenue; o se agitan y son miedosos cuando el viento se vuelve brisa huracanada. De esa manera los poetas les han cantado a los árboles y ahora, uno de los nuestros presenta un libro en donde dice: “He visto el verde flotante de sus hojas alucinar el viento de las ramas. He visto a sus labios devorar las tormentas del humo, como zaínos en las fauces de la sequía”. José Atuesta Mindiola nos lleva de nuevo a la sorpresa con su libro “Metáforas de los Árboles”, un texto que por sí solo es una metáfora. Lo recomiendo para lograr con su lectura momentos de solaz y amar un poco a esa vida silente de la naturaleza verde, que canta quedo, pero que el aturdimiento de la ciudad no nos la deja escuchar.

Segundo comentario. Imprecisiones: cada vez se hace más escandaloso el maltrato al idioma, tanto que hay que pensar y repensar qué se quiso decir con una palabra sonora que nos da el trabajo de traducirla. Escuché en un documental sobre Ciudad Juárez, lo siguiente: “…escuchamos solamente cuando lo ´rafaguearon”, después inferimos que se trataba de una ráfaga de balas que le asestaron a un transeúnte. Un proyectil certero al corazón del Idioma sería: “yo rafagueo, tú rafagueas…”

Ese es le vicio más común en contra del idioma: convertir los sustantivos en verbos. Ráfaga es un sustantivo como lo es la palabra cesárea de la que han inventado otro verbo: “…acaba de ser ´cesareada´ y nació un varón”. Cesárea, cuenta la leyenda, que tiene su origen en Julio César, el emperador romano, quien, al parecer, fue el primero en nacer por ese procedimiento quirúrgico al que le daría su nombre. No nos imaginamos diciendo: “Yo cesareo, tú cesareas…”

Otro invento, que está tomando mucha fuerza lo escuché hace poco: “… la ceremonia la vamos a ´videar´ completa”. Video un sustantivo que nos lo van a poner a conjugar: “Yo video”, “tú videas”, él videa…”

Agendar no es un verbo. Existe agenda que es el cuadernito en el que se anotan las citas diarias, eso es bien sabido, lo malo es que con este invento nos va a tocar conjugar: yo “agendo”, “tú agendas”, “él agenda”…Ya basta de inventar disparates, de seguir así tendremos que aprender de nuevo el Idioma. A nadie ha autorizado la Real Academia de la Lengua Española para que invente términos, sólo hay licencias poéticas y esas palabras que menciono no tienen nada de poético.

Tercer comentario. Cortesía: cuando se nos hace un regalo lo único que se espera es, por lo menos, una notica que diga lo recibí, o gracias, aunque el obsequio sea feo. Hay que pensar que esa persona que se acuerda de nosotros y nos da un presente, lo hace con gusto, le sale del corazón. Por lo menos yo pienso así cuando regalo uno de mis libros. Hablando de regalos recuerdo a la poeta Ana Alba: “Regálame tus ojos para ver en ellos el mundo que he soñado”.