COLUMNISTA

Gustavo Aroca Martínez

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Gustavo Aroca Martínez, hijo del recordado Isrra Aroca y mi tía Panchita Martínez, es uno de los vallenatos más brillantes, a pesar de no ser acordeonero ni cantante profesional, que son los que brillan en nuestro medio, pero si afiebrado por este folclor, que definitivamente nos quitó Barranquilla en donde […]

Gustavo Aroca Martínez

Gustavo Aroca Martínez

Por: José M.

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Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Gustavo Aroca Martínez, hijo del recordado Isrra Aroca y mi tía Panchita Martínez, es uno de los vallenatos más brillantes, a pesar de no ser acordeonero ni cantante profesional, que son los que brillan en nuestro medio, pero si afiebrado por este folclor, que definitivamente nos quitó Barranquilla en donde encontró un camino amplio y luminoso para realizarse en su profesión.
Haciendo honor a su segundo apellido, Martínez, escogió la medicina como lo han hecho mas de 60 o 70 de esta familia, entre tíos, primos hermanos y parentela, comenzando por esa lumbrera que ejerció su apostolado en esta ciudad, Alcides Martínez Calderón, continuando con José Alfonso Martínez el “Tío Concho” en Villanueva y Juventino Martínez Dávila el querido “Juve” , prestigioso médico que todavía ejerce en Bogotá y muchos, pero muchos más que si los enumero no caben en esta columna, pero que en algún momento lo hare, para demostrar y reafirmar esta verdad.
Sus primeras letras se las enseñó, quien tanto enseño, Leonidas Acuña en el Colegio El Carmen y de ahí de un solo viaje a Barranquilla al Colegio San José de donde es Bachiller e inmediatamente a la Universidad Del Norte donde con meritos inigualables se graduó como Médico General, obteniendo notas muy pocas veces superadas.
Hoy es un triunfador en su vida publica y privada, fundó en Barranquilla la Clínica de la Costa, de la cual es Director y Propietario, tan afamada y prestigiosa como una de las mejores en la Costa Atlántica, especialmente en lo que  a riñones se refiere, porque Gustavo es una autoridad a nivel nacional e internacional en Nefrología, especialidad que obtuvo en el Hospital Militar de Bogotá.
Hablando con Tavo, como cariñosamente lo tratamos en el entorno familiar, de música de cualquier clase, pues al igual que nuestro tío, recientemente fallecido en Barranquilla, Galeano Martínez Calderón, maneja con la misma facilidad a Mozart o Beethoven, que a Lucho Bermúdez o Joe Arroyo, y para que hablar de vallenatos, ahí es una enciclopedia que a veces, creo yo, ilustra a su primo “El Pajarraco” Julito Oñate Martínez, me conto como logro entrar al Hospital Militar, reservado en esa época, donde no había tutelas, a los hijos de los oficiales de alto rango.
Con las mejores y más altas notas universitarias y con los puntajes más altos en los exámenes de admisión, su ingreso estaba incierto y necesitaba una palanca. Le conto a Panchita su mamá y ella lo mando donde Rafael Escalona. Así lo hizo, fue, se anuncio y espero un buen rato hasta cuando el Maestro apareció en bata y al decirle quien era y el problema que tenia, sonriente le contesto: Primo, usted sabe como Martínez que es, que nosotros nos demoramos por lo menos una hora en el baño, acomódese, vea mis cuadros y mi galería de fotos y espéreme.
Hora y media después apareció con la elegancia de siempre y en su lujoso vehículo nos fuimos al Ministerio de Guerra y en forma autoritaria Rafael le dijo a la secretaria del Ministro, el General Samudio, que lo anunciara y ella con su diplomacia cachaca le contesto que el Ministro en el momento estaba ocupado que lo esperara; le ordeno abrir la puerta del despacho y ya adentro le dijo con mas fortaleza: “Dígale al General que aquí esta Rafael Escalona y que si se demora le acabo estas dos botellitas de Sello Azul en un abrir y cerrar de ojos” y de una abrió una y se despacho el primer petacazo. Rápidamente apareció esgajao de la risa el General Samudio y le dijo: Solamente Rafael Escalona hace esto y solamente a el se lo aguanto, que andas haciendo, rápido que el Presidente me esta esperando  y entonces le contaron el problema y el Ministro cogió una hoja de papel membreteado, rápidamente escribió algo, lo metió en un sobre sellado y le dijo a Tavo: “entréguele personalmente al director del Hospital”; Rafael se empaco 4 o 5 azulazos más y salieron alegres pero en la puerta se despidieron con un fuerte abrazo.
Al llegar Gustavo al hospital y entregar el sobre, su destinatario lo abrió y le pregunto si lo había leído y con la cabeza Gustavo le indicó que no y entonces el oficial que también era General, lo abrazo diciéndole “Bienvenido” y estirando la mano le dio el papel menbreteado para que lo leyera y para sorpresa de Tavo leyó el lacónico y efectivo mensaje que solamente decía “ABRA OTRO CUPO”.

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