Descubrí hace poco una canción de Daniel Celedón, en una interpretación magistral en guitarra del “Currry” Carrascal, que hace una descripción del tipo de la amistad y, en resumen, detalla la diferencia entre la amistad sincera y la falsa que te brinda el “bellaco”, como lo llama el compositor, y advierte que si te descuidas de ese que falsamente llamas amigo y lo llevas a tu casa, te destruye el hogar. En definitiva, no todo lo que creemos se le puede llamar amistad; y por supuesto debo citar a Voltaire textualmente “… Sólo entre gente de bien puede existir la amistad, ya que la gente perversa solo tienen cómplices; la gente interesada, tiene socios; la gente política, tiene partidarios; la gente de realeza tiene cortesanos; únicamente la gente buena, tiene amigos”.
Ahora bien ¿por qué fracasan las relaciones de amistad? O ¿por qué personas que en un tiempo fueron como hermanos se enemistan en extremo? Desde mi perspectiva estamos frente a un tema de expectativas y de maneras de mirar el mundo y lo que esperamos de los demás, podríamos decir que la amistad sincera y verdadera tiene unos principios básicos y casi universales, al menos en la cultura occidental, que se basan particularmente casi que en seguir los mandamientos de la ley de Moisés, puesto que si lo analiza el lector se dará cuenta que la amistad tiene mucho de sagrada, porque casi la mitad de dichos mandamientos le aplican a la amistad; pero como ya lo dije, la cultura influye muchísimo en su interpretación, porque incluso en nuestro propio país distan entre una región y otra, mientras en el caribe somos efusivos y expresamos nuestro aprecio con un fuerte abrazo, los rolos lo toman como una invasión a su privacidad, y si nos vamos a los países asiáticos, como por ejemplo Japón, el contacto físico está prohibido.
Siguiendo con el análisis, cuestionamos la sinceridad de la amistad cuando ésta se aparta de lo que yo espero del otro; es decir, cuando traiciona mis expectativas, y bajo ésta postura es incorrecto cuestionar la amistad en sí, porque anteponemos el egoísmo sobre todo lo demás, y el más común de los ejemplos sobre el cual confundimos la verdadera amistad con otra cosa, es cuando una persona a la que consideramos nuestro amigo nos dice que no, esta es quizá la mayor generadora de decepciones entre amigos porque creemos ciegamente que ellos están para decirnos siempre que sí.
Entonces, según Daniel Celedón Orsini o Voltaire, ¿quién está en lo correcto respecto a la amistad? Para que la respuesta no esté orientada a tomar partido hay que remitirnos entonces al origen etimológico y viene del griego “aego” que significa “sin ego”; bajo este esquema la amistad exige desprendernos del “yo” para servir al otro y en ese sentido Celedón Orsini tiene razón en afirmar que “amistad sincera es una gran virtud, porque hay amigos que sufren con nuestras penas, también hay los que se alegran cuando nos hiere el dolor, pero hay amigos que lo son para toda la vida de esos que nunca se olvidan ni se traicionan jamás”.
Los amigos deben volverse parte de tu familia, si tus hijos y los hijos de tus amigos no son amigos, ahí no hay amistad, son solo unos buenos conocidos y conocidos hay miles, los amigos son personas que tienen abierta confianza en tu casa, deben estar en todos los momentos (tristes o alegres) son la cara que quieres encontrar en la angustia o en cuando el mundo se ha desmoronado a tus pies, ahí debe aparecer el amigo; y siguiendo los consejos de Voltaire, ten cuidado con confundir amistad con interés, si hoy estás en “la buena” y abundan los amigos, ten presente que no será para siempre.
A propósito de mistad, me puse a hacer una lista de los amigos que cumplen con estas características y lastimosamente llegué a una conclusión sana y lógica, tengo miles de conocidos, muchos allegados y muy, pero muy pocos, amigos y los conservaré y los atesoraré en mi corazón hasta el día que deje de respirar.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.











