COLUMNISTA

El puente de Hurtado

Yo era el benjamín de los villanueveros en el internado del Loperena a principios de la década del 50 del siglo pasado, apenas era un niño inclenque que no llegaba a los 35 kilos

El puente  de  Hurtado

El puente de Hurtado

Por: José M.

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por José M. Aponte Martínez

 

Yo era el benjamín de los villanueveros en el internado del Loperena a principios de la década del 50 del siglo pasado, apenas era un niño inclenque que no llegaba a los 35 kilos y que cualquier brisa fuerte se lo llevaba y todavía con pantalones cortos llegué a cursar segundo año de bachillerato, en donde cada profesor era un pozo de sabiduría: Enrique Pupo, el siempre recordado profesor Pupo de amplios conocimientos de la Lengua de Castilla y experto en buenos modales, era un deleite recibir sus enseñanzas y un honor grande haber sido su alumno; Francisco Molina Sánchez, ser inigualable en sus clases y prácticas religiosas y experto conocedor del inglés de Hamilton; Demetrio Henríquez Pereira, cienaguero bonachón que hacia de la aritmética, terror de la mayoría estudiantil, una materia agradable, “Mecho” le decíamos cariñosamente, especialmente recuerdo a estos tres, porque ellos fuera de ser mis profesores, estaban autorizados por mi papá, condiscípulos en el Liceo Celedón, para corregirme y castigarme y pegarme de vez en cuando mis coscorrones y jalones de oreja.

La colonia “Tirapiedras” era grande en el colegio y la encabezaban José Fernández Sánchez, el famoso “Sabrosura”, Rodrigo “El Chijo” Celedón, le decían “Caballo e lata”, porque corría a la par de un caballo y después que lo agarraba por la crin lo brincaba y lo montaba diestramente, Marceliano, Eduardo y Moisés Ferreira “Kiko, Chin y Pundo”, Darío Celedón “El Viejo” por su avanzada edad, Alberto González Vega “Albertico o el Cachaco”, Gumersindo Peñaloza el famoso “Gumito” extraordinario futbolista y aventajado estudiante, Alberto Orozco “Bolívar”, que en unión de su primo Fabio Dandong, eran los campeones de ajedrez, pues nunca llegaron a patear o manosear un balón, pero eran consumados ajedrecistas, deporte este donde los villanueveros siempre han sobresalido y por último y sería muy injusto en no recordarlo, la pendejaíta de Rafael Celedón Rodríguez, “El Chacho”, el protagonista principal a quien todos acudíamos para que nos resolviera cualquier problema que tuviéramos y siempre salíamos risueños de su oficina, pues era nada menos y nada más que el señor Rector, era un sabio, poliglota que respiraba conocimiento por todos los poros.

Pues bien, para esa época Valledupar era una pequeña Villa, que llegaba de la carrera 12 o Avenida Pastrana a la cuarta y de la calle 13 hoy 17 a la primera que quedaba más o menos en la Piedra Blanca de la carrera 9ª, que para esa época no era ninguna novena y había sitios aislados como La Granja, Las Piedras, El Hospital que era muy lejos y sin vías, y el Pozo de Hurtado que quedaba en el infinito, pero que hasta allá íbamos los sábados saliendo del colegio hasta donde hoy está el Sicarare y de ahí por toda la novena a trote acelerado, por un camino angosto y pedregoso de un solo totazo llegábamos al Puente y en fila nos tirábamos, unos, los mayores de cabeza y los menores de pies, todos sabíamos nadar con destreza y zapatear con maestría y después de tres horas de buen baño hacíamos el mismo recorrido hasta el colegio, donde nos esperaba un suculento almuerzo y una saludable y reconfortante siesta, pero a las tres estábamos listos para hacer deporte y en la prima noche ir a vespertina siempre en el Teatro Cesar, en donde cada uno se encontraba con sus angelicales noviecitas y de un agarraito de manos no pasábamos.

Era delicioso y por eso se dice que los tiempos pasados fueron mejores, idea que no comparto, pues quien toma agua caliente hoy en día para decir no más esa bobadita y no hablar de la TV, celular y computadores.

El puente para la época no era tan alto y creo que no pasaban carros, pero en el año 57, Jorge Dangond Daza, el mejor Alcalde que ha tenido el Valle en toda su historia cuando eran nombrados a dedo, de casualidad villanuevero, contrató los servicios del Ingeniero Armenta Morón, también villanuevero porque La Jagua pertenecía a Villanueva, que construyó un nuevo puente habilitado para un solo carro, después el Ingeniero Francisco Solano criado en Villanueva lo amplió, y ayer el Doctor Raúl Saade lo anchó más y lo convirtió en lo que hoy es el bello Puente de Hurtado.

El anterior relato para poder decir con autoridad que conozco el río desde Hurtao hasta el desaparecido Pozo de Las Raíces en cercanías de La Ceiba, que con mis hijos lo frecuenté y que a la edad de 5 años Panela lo atravesaba nadando y lo mismo hacían Makor y Macoquito, hazaña que ya están repitiendo Nando y Jose, mis nietos con mayor perfección.

El artículo queda inconcluso por falta de espacio, pero en el próximo lo haré, criticaré, y sugeriré soluciones para explotar el famoso Pozo de Hurtado en nuestro bello Río Guatapurí, con el fin de convertir ese centro turístico en uno de los sitios más bellos del mundo.

Otra cosita: prepotentes y enchollaos los dueños de los lotes al frente del Colegio Bilingüe e impotentes e ineficaces las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley para limpiarlos, lo mismo que los dueños de grúas y parqueaderos que siguen haciendo su agosto ante la mirada impávida e indiferente de las autoridades respectivas. ¿Será que ellos dicen la verdad cuando manifiestan que podemos hacer como chivos, pues eso viene de arriba?

Felicitaciones Alcalde, pues también dar rever cuando es oportuno, es de gente grande y eso ha pasado con el Impuesto del 5% y con las famosas materas que inconsultamente fueron puestas en la Plaza Alfonso López. Usted es el pararrayo y como tal recibe todas las centellas que surjan de las equivocaciones de sus colaboradores.

 

                    

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