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Columnista - 7 mayo, 2022

Campaña electoral carente de propuestas 

De nada sirvió reemplazar a la Constitución Política de 1.886, si igual los desmanes e irregularidades campean por doquier o tal vez peor que antes. Realmente la Carta Magna de 1.991 ha sido variada, mal interpretada y no reglamentada en muchos de sus artículos, para imponer cambios a espaldas del constituyente primario.

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Si nos acogemos a la definición de la RAE, la democracia proviene del griego demos: pueblo y kratos: poder, gobierno del pueblo; luego este término traduce el privilegio que poseen los ciudadanos de elegir a sus gobernantes; sin embargo, en Colombia y otros países del mundo, la democracia ha sido secuestrada por unas minorías enquistadas en el poder, que manipulan a su antojo y pretensión la institucionalidad, siendo esta conformada por poderosos, que décadas atrás rigen los destinos de este subdesarrollo país tercermundista.

De nada sirvió reemplazar a la Constitución Política de 1.886, si igual los desmanes e irregularidades campean por doquier o tal vez peor que antes. Realmente la Carta Magna de 1.991 ha sido variada, mal interpretada y no reglamentada en muchos de sus artículos, para imponer cambios a espaldas del constituyente primario.

Preguntamos: ¿Hasta dónde llega la facultad del pueblo para elegir a un presidente de la República? ¿O es que acaso no es la institucionalidad la que decide y dispone? Precisamente lo que está sucediendo en el momento actual en el marco de la contienda electoral para elegir presidente de Colombia el 29 de Mayo, no es más que el vivo reflejo de una institucionalidad que no le da la talla al país; no se corrigen errores y horrores, por el contrario se perpetúan.

En esta reflexión, debo afirmar que no soy defensor de algún candidato, pero sí del fortalecimiento de una verdadera democracia, de la cual estamos muy alejados; toda vez, que día por día, la virtud que tiene el ciudadano  dentro del sano ejercicio de elegir a su voluntad es muy remota; se compra el voto o se presiona para que se vote por este o aquel, pues los tentáculos de quienes lideran la institucionalidad, los han convertido en simple  títeres para que voten por el que más capital maneje.

Consideramos que ese rosario de promesas que hacen políticos inescrupulosos se puede   acabar con una adecuada cultura ciudadana, prometer lo que puedan cumplir, así de sencillo, se promete este mundo y otro irreal; de lo contrario ejercitar la revocatoria del mandato, consagrada en nuestra Constitución Política en su Art. 103 como forma de participación democrática en el ejercicio de la soberanía; no utilizar este mecanismo como un acto revanchista al ganador  como actualmente se presenta, sino, cuando lo prometido después del primer año del mandato no se cumpla.

Los candidatos presidenciales se muestran miopes ante la cruda realidad, la crisis en muchos aspectos, no ofreciendo soluciones ya que se dedican a entregar propuestas populistas y a cazar enfrentamientos, si existiera un ring cerca, se irían a los puños. Los actuales  candidatos deterioran la poca paz que hay en el país. No existen puntos de acuerdo candidato-sociedad, al contrario, saliendo de los lugares que visitan solo producen división y polarización en sus habitantes; otros exponen propuestas bizantinas y hasta ridículas, que causan risa.

La democracia se cumple y fortalece cuando al ciudadano lo tienen en cuenta de verdad, lo involucran en un recíproco proceso de participación; tras la finalidad que este concerte, socialice, opine y haga parte de las decisiones. Los programas de gobierno deben ser presentados a la comunidad  en cumplimiento a la Ley, de allí, la importancia de la democracia. Culminando, se requieren propuestas coherentes, realizables. Al parecer no será en esta oportunidad, pues estos candidatos parecieran magos, ilusionan al conglomerado y luego lo desilusionan. [email protected]

Columnista
7 mayo, 2022

Campaña electoral carente de propuestas 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

De nada sirvió reemplazar a la Constitución Política de 1.886, si igual los desmanes e irregularidades campean por doquier o tal vez peor que antes. Realmente la Carta Magna de 1.991 ha sido variada, mal interpretada y no reglamentada en muchos de sus artículos, para imponer cambios a espaldas del constituyente primario.


Si nos acogemos a la definición de la RAE, la democracia proviene del griego demos: pueblo y kratos: poder, gobierno del pueblo; luego este término traduce el privilegio que poseen los ciudadanos de elegir a sus gobernantes; sin embargo, en Colombia y otros países del mundo, la democracia ha sido secuestrada por unas minorías enquistadas en el poder, que manipulan a su antojo y pretensión la institucionalidad, siendo esta conformada por poderosos, que décadas atrás rigen los destinos de este subdesarrollo país tercermundista.

De nada sirvió reemplazar a la Constitución Política de 1.886, si igual los desmanes e irregularidades campean por doquier o tal vez peor que antes. Realmente la Carta Magna de 1.991 ha sido variada, mal interpretada y no reglamentada en muchos de sus artículos, para imponer cambios a espaldas del constituyente primario.

Preguntamos: ¿Hasta dónde llega la facultad del pueblo para elegir a un presidente de la República? ¿O es que acaso no es la institucionalidad la que decide y dispone? Precisamente lo que está sucediendo en el momento actual en el marco de la contienda electoral para elegir presidente de Colombia el 29 de Mayo, no es más que el vivo reflejo de una institucionalidad que no le da la talla al país; no se corrigen errores y horrores, por el contrario se perpetúan.

En esta reflexión, debo afirmar que no soy defensor de algún candidato, pero sí del fortalecimiento de una verdadera democracia, de la cual estamos muy alejados; toda vez, que día por día, la virtud que tiene el ciudadano  dentro del sano ejercicio de elegir a su voluntad es muy remota; se compra el voto o se presiona para que se vote por este o aquel, pues los tentáculos de quienes lideran la institucionalidad, los han convertido en simple  títeres para que voten por el que más capital maneje.

Consideramos que ese rosario de promesas que hacen políticos inescrupulosos se puede   acabar con una adecuada cultura ciudadana, prometer lo que puedan cumplir, así de sencillo, se promete este mundo y otro irreal; de lo contrario ejercitar la revocatoria del mandato, consagrada en nuestra Constitución Política en su Art. 103 como forma de participación democrática en el ejercicio de la soberanía; no utilizar este mecanismo como un acto revanchista al ganador  como actualmente se presenta, sino, cuando lo prometido después del primer año del mandato no se cumpla.

Los candidatos presidenciales se muestran miopes ante la cruda realidad, la crisis en muchos aspectos, no ofreciendo soluciones ya que se dedican a entregar propuestas populistas y a cazar enfrentamientos, si existiera un ring cerca, se irían a los puños. Los actuales  candidatos deterioran la poca paz que hay en el país. No existen puntos de acuerdo candidato-sociedad, al contrario, saliendo de los lugares que visitan solo producen división y polarización en sus habitantes; otros exponen propuestas bizantinas y hasta ridículas, que causan risa.

La democracia se cumple y fortalece cuando al ciudadano lo tienen en cuenta de verdad, lo involucran en un recíproco proceso de participación; tras la finalidad que este concerte, socialice, opine y haga parte de las decisiones. Los programas de gobierno deben ser presentados a la comunidad  en cumplimiento a la Ley, de allí, la importancia de la democracia. Culminando, se requieren propuestas coherentes, realizables. Al parecer no será en esta oportunidad, pues estos candidatos parecieran magos, ilusionan al conglomerado y luego lo desilusionan. [email protected]