La desintegración de la Unión Soviética y la incorporación de los países socialistas europeos al capitalismo llevó a muchos a pensar que a partir de ahí viviríamos en un mundo unipolar y hegemónico en el cual prevalecería el modelo económico neoliberal
Por: Imelda Daza Cotes
La desintegración de la Unión Soviética y la incorporación de los países socialistas europeos al capitalismo llevó a muchos a pensar que a partir de ahí viviríamos en un mundo unipolar y hegemónico en el cual prevalecería el modelo económico neoliberal, con EEUU a la cabeza. El resto del mundo se limitaría a adecuarse a esas circunstancias. Se llegó a hablar del “fin de la historia”, la guerra fría había terminado y a partir de entonces el mundo se convertía en un gran país fácilmente controlable.
Sin embargo, algunos acontecimientos recientes parecen indicar que el mundo está ante una recomposición de los poderes económico, político, financiero e industrial que puede significar el fin de la hegemonía occidental y el comienzo de una etapa que, si bien es prematuro calificar como positiva o favorable, plantea un serio desafío. Es algo similar a lo que ocurrió a fines del siglo XVIII cuando Europa extendió y consolidó su dominio económico. Pero los protagonistas ahora son países del llamado sur-sur y de Asia que no encuentran acomodo en unas estructuras poco adecuadas al papel emergente de estos países. Esto ocurre en el marco de un proceso de globalización que pretendió usarse siempre para afianzar el dominio de los países ricos sobre los pobres pero que ahora parece servir para alcanzar algún equilibrio entre los poderes internacionales
Todo comenzó en 2003 cuando algunos países llamados emergentes -Brasil, Rusia, India y China- decidieron crear una institución multilateral; se agregó luego Sudáfrica y quedó así conformado el grupo BRICS. Este hecho pasó casi desapercibido, no fue noticia destacada pero el grupo empezó a trabajar y ha realizado ya cinco Cumbres bianuales la última de las cuales acaba de tener lugar en Durban-Sudáfrica donde se han tomado decisiones que van a repercutir mundialmente. Se insistió en la creación de un banco de fomento y desarrollo sobre el cual se erija un nuevo ordenamiento financiero, un banco que estimule la cooperación entre países y actúe como contrapartida al Banco Mundial y al FMI; aspiran además a abandonar el dólar para comerciar en sus propias monedas. Los temas políticos se tocaron con interés. Hubo acuerdos acerca de rechazar la injerencia militar extranjera en Irán y en el conflicto sirio. Los BRICS se oponen a la confrontación bélica y proponen el diálogo y la búsqueda de soluciones políticas negociadas en todos los casos. En esta Cumbre se puso especial énfasis en la integración del África permitiendo que este continente sea artífice y protagonista de su propio desarrollo e industrialización de manera que deje de ser botín de los grandes conglomerados y de las transnacionales
Las economías de estos cinco países tienen un comportamiento destacado; en el último año crecieron en conjunto 20.7% muy superior al crecimiento de los países del G7 que fue del 3.9%. Europa por su parte, afectada por una crisis económica que, si bien incide más en unos países que en otros, pone en peligro la estabilidad de la eurozona y de la misma Unión Europea. La crisis se prolonga y las medidas para contrarrestarla no han tenido éxito. De igual forma en EEUU el crecimiento económico es apenas significativo y parte de sus líneas de producción se han trasladado a China e India en razón de las ventajas que ofrecen estos países en términos de costos de producción y de mano de obra altamente calificada
Pero tampoco hay que ser ingenuos y creer que el accionar y las ambiciones de los BRICS están exentos de riesgos. El comportamiento de las transnacionales mineras de estos países no se diferencia mayormente del que asumen las voraces multinacionales norteamericanas o europeas. También las empresas minero-energéticas de los BRICS aspiran a aprovecharse al máximo de la explotación de todo tipo de recursos naturales no sólo de África sino del mundo entero. Pero, con todo, lo importante es que los BRICS representan una nueva fuerza que entra a disputar espacios económicos y de esa manera puede neutralizar las ambiciones desmedidas. Puede decirse que los BRICS son una alternativa quizás más conveniente para Latinoamérica aunque todavía les falte aprender a manejar sus disparidades y superar sus rivalidades políticas. No son países homogéneos, pero su peso es innegable, albergan el 22% de la riqueza y el 45% de la población del mundo. Por eso representan una posibilidad que vale la pena considerar y una avanzada hacia un mundo multipolar no hegemónico.
La desintegración de la Unión Soviética y la incorporación de los países socialistas europeos al capitalismo llevó a muchos a pensar que a partir de ahí viviríamos en un mundo unipolar y hegemónico en el cual prevalecería el modelo económico neoliberal
Por: Imelda Daza Cotes
La desintegración de la Unión Soviética y la incorporación de los países socialistas europeos al capitalismo llevó a muchos a pensar que a partir de ahí viviríamos en un mundo unipolar y hegemónico en el cual prevalecería el modelo económico neoliberal, con EEUU a la cabeza. El resto del mundo se limitaría a adecuarse a esas circunstancias. Se llegó a hablar del “fin de la historia”, la guerra fría había terminado y a partir de entonces el mundo se convertía en un gran país fácilmente controlable.
Sin embargo, algunos acontecimientos recientes parecen indicar que el mundo está ante una recomposición de los poderes económico, político, financiero e industrial que puede significar el fin de la hegemonía occidental y el comienzo de una etapa que, si bien es prematuro calificar como positiva o favorable, plantea un serio desafío. Es algo similar a lo que ocurrió a fines del siglo XVIII cuando Europa extendió y consolidó su dominio económico. Pero los protagonistas ahora son países del llamado sur-sur y de Asia que no encuentran acomodo en unas estructuras poco adecuadas al papel emergente de estos países. Esto ocurre en el marco de un proceso de globalización que pretendió usarse siempre para afianzar el dominio de los países ricos sobre los pobres pero que ahora parece servir para alcanzar algún equilibrio entre los poderes internacionales
Todo comenzó en 2003 cuando algunos países llamados emergentes -Brasil, Rusia, India y China- decidieron crear una institución multilateral; se agregó luego Sudáfrica y quedó así conformado el grupo BRICS. Este hecho pasó casi desapercibido, no fue noticia destacada pero el grupo empezó a trabajar y ha realizado ya cinco Cumbres bianuales la última de las cuales acaba de tener lugar en Durban-Sudáfrica donde se han tomado decisiones que van a repercutir mundialmente. Se insistió en la creación de un banco de fomento y desarrollo sobre el cual se erija un nuevo ordenamiento financiero, un banco que estimule la cooperación entre países y actúe como contrapartida al Banco Mundial y al FMI; aspiran además a abandonar el dólar para comerciar en sus propias monedas. Los temas políticos se tocaron con interés. Hubo acuerdos acerca de rechazar la injerencia militar extranjera en Irán y en el conflicto sirio. Los BRICS se oponen a la confrontación bélica y proponen el diálogo y la búsqueda de soluciones políticas negociadas en todos los casos. En esta Cumbre se puso especial énfasis en la integración del África permitiendo que este continente sea artífice y protagonista de su propio desarrollo e industrialización de manera que deje de ser botín de los grandes conglomerados y de las transnacionales
Las economías de estos cinco países tienen un comportamiento destacado; en el último año crecieron en conjunto 20.7% muy superior al crecimiento de los países del G7 que fue del 3.9%. Europa por su parte, afectada por una crisis económica que, si bien incide más en unos países que en otros, pone en peligro la estabilidad de la eurozona y de la misma Unión Europea. La crisis se prolonga y las medidas para contrarrestarla no han tenido éxito. De igual forma en EEUU el crecimiento económico es apenas significativo y parte de sus líneas de producción se han trasladado a China e India en razón de las ventajas que ofrecen estos países en términos de costos de producción y de mano de obra altamente calificada
Pero tampoco hay que ser ingenuos y creer que el accionar y las ambiciones de los BRICS están exentos de riesgos. El comportamiento de las transnacionales mineras de estos países no se diferencia mayormente del que asumen las voraces multinacionales norteamericanas o europeas. También las empresas minero-energéticas de los BRICS aspiran a aprovecharse al máximo de la explotación de todo tipo de recursos naturales no sólo de África sino del mundo entero. Pero, con todo, lo importante es que los BRICS representan una nueva fuerza que entra a disputar espacios económicos y de esa manera puede neutralizar las ambiciones desmedidas. Puede decirse que los BRICS son una alternativa quizás más conveniente para Latinoamérica aunque todavía les falte aprender a manejar sus disparidades y superar sus rivalidades políticas. No son países homogéneos, pero su peso es innegable, albergan el 22% de la riqueza y el 45% de la población del mundo. Por eso representan una posibilidad que vale la pena considerar y una avanzada hacia un mundo multipolar no hegemónico.