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Columnista - 19 agosto, 2023

Borracheras y trabas

El presidente Gustavo Petro le debe varias explicaciones a Colombia. Ya son casi 100 los incumplimientos que se configuran al no asistir a eventos oficiales, en los que como gobernante está llamado a representar al país, o al llegar tarde a los mismos. Al presidente Biden lo dejó esperando una hora en la Casa Blanca. Petro no solo deshonra su cargo, sino que además se evapora y no deja rastro. 

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El presidente Gustavo Petro le debe varias explicaciones a Colombia. Ya son casi 100 los incumplimientos que se configuran al no asistir a eventos oficiales, en los que como gobernante está llamado a representar al país, o al llegar tarde a los mismos. Al presidente Biden lo dejó esperando una hora en la Casa Blanca. Petro no solo deshonra su cargo, sino que además se evapora y no deja rastro. 

En sus viajes al exterior, a donde es invitado a participar en calidad de jefe de estado, no llega a las fotografías de rigor, no quedan evidencias de su paso por dichos eventos. Sus funcionarios le acolitan esas sinvergüencerías y caen en las más absurdas estupideces para declarar ante la prensa por qué se dilatan sus regresos al país.

Son variados los motivos que se manejan en el bajo mundo para explicar estos comportamientos inexplicables. Que se emborracha y que los posteriores guayabos lo dejan inservible, que sus adicciones a las drogas -reciente afirmación de Benedetti- lo desconectan de la realidad por varias horas, que se pega sus escapaditas para divertirse de maneras non sanctas, se ha dicho de todo. Por esto mismo, y porque tenemos el derecho a exigirle explicaciones y él tiene el deber de darlas, me uno a varios analistas que le han pedido públicamente que le dé la cara a Colombia, deje de mentir y asuma su responsabilidad en estos hechos que nos desdibujan como nación y que nos dejan mal parados en el contexto internacional.

También se han dicho muchas cosas sobre su estado de salud. Recordemos que en campaña Ingrid Betancourt manifestó que Petro sufría de fuertes depresiones y que ella personalmente lo había visto en un episodio crítico; que sufre de problemas gástricos crónicos y hasta de cáncer, lo único cierto es que por momentos al presidente se le ve de mal semblante. Sea lo que sea, aquí sí está pasando algo raro y se esconden las verdades detrás de estos hechos. Petro afecta directamente la institucionalidad con sus desplantes, hasta los ministros han sufrido en varias ocasiones cuando los cita a consejo en la Casa de Nariño y no llega. Petro está en su propia casa, aquella que Colombia destina a los presidentes, invita a que lo visiten allí y no le cumple a su equipo de gobierno. ¡Qué vergüenza! 

Con el mayor descaro el presidente les solicita la renuncia protocolaria a sus ministros, les exige a su vez que ellos pidan las de sus subalternos, todo esto alegando baja gestión en el gobierno, y todos sabemos que el verdadero problema, la causa directa de los pobres resultados del gobierno, es él. Pero como el presidente es él, como nadie puede contradecirlo, como se las sabe todas, son sus funcionarios, los elegidos por él, los que no cumplen con las expectativas del país. El problema está en la cabeza y no en las extremidades.

De todas maneras, le quedan a uno dudas acerca de si es mejor que las cosas sigan como van para que en algo menos de 3 años, sí, ya pasó uno, no pase nada como hasta ahora y este desaguisado haga parte de un pasado que seguro no repetiremos. La lección está aprendida, lo que pasa es que muchos apostaron por que nos gobernara el realismo mágico para ver qué pasaría y ahora, después de verlo en acción, el balance es más malo que el nefasto paso de Petro por la Alcaldía de Bogotá. 

Pareciera que el verdadero motivo por el que Petro se obsesionó con llegar a la Presidencia de la República es mancillar la majestad de ese cargo, burlarse de la figura presidencial, dejar en ridículo al ejecutivo. De ser así, será la única meta que efectivamente está cumpliendo, a decir verdad, sobre cumpliendo…

También nos llama la atención que con gran descaro Petro exige que quienes han sido condenados por el caso Odebrecht paguen las multas que les fueron impuestas, olvidando que él le debe al estado colombiano varios miles de millones por concepto de multas generadas por sus decisiones irresponsables en épocas pasadas. Parece que su proceder siempre es juzgar y ejecutar a los demás y desconocer sus obligaciones. 

El país despierta poco a poco y se arrepiente de esta falsa apuesta. 

Por Jorge Eduardo Ávila.

Columnista
19 agosto, 2023

Borracheras y trabas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

El presidente Gustavo Petro le debe varias explicaciones a Colombia. Ya son casi 100 los incumplimientos que se configuran al no asistir a eventos oficiales, en los que como gobernante está llamado a representar al país, o al llegar tarde a los mismos. Al presidente Biden lo dejó esperando una hora en la Casa Blanca. Petro no solo deshonra su cargo, sino que además se evapora y no deja rastro. 


El presidente Gustavo Petro le debe varias explicaciones a Colombia. Ya son casi 100 los incumplimientos que se configuran al no asistir a eventos oficiales, en los que como gobernante está llamado a representar al país, o al llegar tarde a los mismos. Al presidente Biden lo dejó esperando una hora en la Casa Blanca. Petro no solo deshonra su cargo, sino que además se evapora y no deja rastro. 

En sus viajes al exterior, a donde es invitado a participar en calidad de jefe de estado, no llega a las fotografías de rigor, no quedan evidencias de su paso por dichos eventos. Sus funcionarios le acolitan esas sinvergüencerías y caen en las más absurdas estupideces para declarar ante la prensa por qué se dilatan sus regresos al país.

Son variados los motivos que se manejan en el bajo mundo para explicar estos comportamientos inexplicables. Que se emborracha y que los posteriores guayabos lo dejan inservible, que sus adicciones a las drogas -reciente afirmación de Benedetti- lo desconectan de la realidad por varias horas, que se pega sus escapaditas para divertirse de maneras non sanctas, se ha dicho de todo. Por esto mismo, y porque tenemos el derecho a exigirle explicaciones y él tiene el deber de darlas, me uno a varios analistas que le han pedido públicamente que le dé la cara a Colombia, deje de mentir y asuma su responsabilidad en estos hechos que nos desdibujan como nación y que nos dejan mal parados en el contexto internacional.

También se han dicho muchas cosas sobre su estado de salud. Recordemos que en campaña Ingrid Betancourt manifestó que Petro sufría de fuertes depresiones y que ella personalmente lo había visto en un episodio crítico; que sufre de problemas gástricos crónicos y hasta de cáncer, lo único cierto es que por momentos al presidente se le ve de mal semblante. Sea lo que sea, aquí sí está pasando algo raro y se esconden las verdades detrás de estos hechos. Petro afecta directamente la institucionalidad con sus desplantes, hasta los ministros han sufrido en varias ocasiones cuando los cita a consejo en la Casa de Nariño y no llega. Petro está en su propia casa, aquella que Colombia destina a los presidentes, invita a que lo visiten allí y no le cumple a su equipo de gobierno. ¡Qué vergüenza! 

Con el mayor descaro el presidente les solicita la renuncia protocolaria a sus ministros, les exige a su vez que ellos pidan las de sus subalternos, todo esto alegando baja gestión en el gobierno, y todos sabemos que el verdadero problema, la causa directa de los pobres resultados del gobierno, es él. Pero como el presidente es él, como nadie puede contradecirlo, como se las sabe todas, son sus funcionarios, los elegidos por él, los que no cumplen con las expectativas del país. El problema está en la cabeza y no en las extremidades.

De todas maneras, le quedan a uno dudas acerca de si es mejor que las cosas sigan como van para que en algo menos de 3 años, sí, ya pasó uno, no pase nada como hasta ahora y este desaguisado haga parte de un pasado que seguro no repetiremos. La lección está aprendida, lo que pasa es que muchos apostaron por que nos gobernara el realismo mágico para ver qué pasaría y ahora, después de verlo en acción, el balance es más malo que el nefasto paso de Petro por la Alcaldía de Bogotá. 

Pareciera que el verdadero motivo por el que Petro se obsesionó con llegar a la Presidencia de la República es mancillar la majestad de ese cargo, burlarse de la figura presidencial, dejar en ridículo al ejecutivo. De ser así, será la única meta que efectivamente está cumpliendo, a decir verdad, sobre cumpliendo…

También nos llama la atención que con gran descaro Petro exige que quienes han sido condenados por el caso Odebrecht paguen las multas que les fueron impuestas, olvidando que él le debe al estado colombiano varios miles de millones por concepto de multas generadas por sus decisiones irresponsables en épocas pasadas. Parece que su proceder siempre es juzgar y ejecutar a los demás y desconocer sus obligaciones. 

El país despierta poco a poco y se arrepiente de esta falsa apuesta. 

Por Jorge Eduardo Ávila.